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 THE MAD / Canadá / 2008
A diferencia que en este santo país, parece que en Canadá reparten subvenciones como churros para  rodar cualquier cosa, y como muestra un botón. Probablemente THE MAD (editada en España con el beodo título de arriba) se lleva el premio a la película más tonta del año, si no de la década. Comedieta zombie bajo mínimos con una factura entre amateur, telefilmera y modernilla, la deslumbrante creación de John Kalangis (guionista también) derrocha en cada minuto una absoluta falta de garra y sentido del ritmo (y del gag cómico) difícil de creer, algo en perfecta sintonía con uno de los guiones más idiotas que he podido disfrutar en el género (uno de sus momentos álgidos es el ataque de una hamburguesa-zombi, no digo más), guión que se ve férreamente apuntalado por  unos diálogos tontísimos y unas interpretaciones que rozan el absurdo, en especial la de la "estrella" de la función, un Billy Zane viviendo en sus carnes el momento más bajo de su carrera, con un trabajo delirante que parece fruto de una sesión intensiva de ingestión de opio. Hasta el trabajo de maquillaje y f/x resulta bastante soso en esta comedieta sin vida cuyos escasos 75 minutos se hacen interminables, pero que tiene la cualidad de que si la pillas en un día tonto (muy tonto) y tus niveles de exigencia están bajo mínimos, incluso puede hacerte esbozar una (tonta) sonrisa.

- Lo mejor: la discusión sobre las diferencias entre "zombi", "infectado" y "muerto viviente"
- Lo peor: la película es una soberana estupidez

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 PICNIC AT HANGING ROCK / Australia / 1975 
Director: Peter Weir
Productores: Hal McEnroy, Jim McEnroy
Guión: Cliff Green, basado en la novela de Joan Lindsey
Fotografía: Russell Boyd
Música: Bruce Smeaton
Montaje: Max Lemon
Intérpretes: Rachel Roberts (Srta. Appleyard), Margaret Nelson (Sara), Vivean Gray (Srta. McGraw), Jackie Weaver (Minnie), Tony Lewellyn-Jones (Tom), Helen Morse (Srta. De Portiers), Kirsty Child (Srta. Lumley), Dominic Guard (Michael Fitzhubert), Albert Crundall (John Jarratt), Anne Lambert (Miranda), Jane Vallis (Marion), Christine Schuler (Edith), Karen Robson (Irma)



Cambio de tercio radical en Sesión Golfa. Existen una serie de películas a lo largo de la historia del séptimo arte que, aunque no se pueden etiquetar tajantemente como de género, sí que mantenen de forma sutil  unas constantes que las acercan al fantástico en su acepción más amplia, muy lejos de los convencionalismos y arquetipos habituales a los que estamos más que acostumbrados. Suelen ser películas inclasificables, únicas, extrañas... verdaderas marcianadas adelantadas a su tiempo que, como mínimo, presentan la capacidad de inquietar y que suelen jugar con la ambigüedad de manera sobresaliente. Pienso en obras como EL AÑO PASADO EN MARIENBAD, de Alain Resnais (toda una experiencia que requiere altas dosis de paciencia), BLOW-UP, de Michelangelo Antonioni, STALKER de Andrei Tarkovski, PERSONA y LA HORA DEL LOBO  de Bergman, ERASERHEAD (o casi cualquier otra) de David Lynch, TOBBY DAMMIT y SATYRICON  de Fellini o incluso la excepcional ARREBATO, de nuestro Ivan Zulueta. Todas ellas podríamos incuirlas en algo parecido a "el otro cine fantástico", etiqueta que me saco de la manga y a la que, indudablemente, también pertenece PICNIC EN HANGING ROCK, de Peter Weir.



Peter Weir llegó a su pico de celebridad con EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS, esa pavisosa y azucarada película estudiantil que hizo derramar millones de lágrimas en todo el mundo. Por esa época ya estaba perfectamente fagocitado por la industria hollywoodiense, en la que obtuvo rotundos éxitos de crítica y taquilla con películas tan correctas como ÚNICO TESTIGO y EL SHOW DE TRUMAN y otras tan potentes como MASTER AND COMMANDER, una de las mejores de aventuras de los últimos años. Sin embargo, hay que bucear hasta los setenta en su Australia natal para encontrar un par de joyas, raras, raras, raras, como son ésta y su siguiente obra, LA ÚLTIMA OLA, también muy recomendable.



Como tantas otras, PICNIC EN HANGING ROCK parte de un trágico suceso en apariencia real, aunque no está del todo claro a día de hoy: la desaparición en 1900 de tres jovencitas de un internado y una profesora el Día de San Valentín durante una merienda campestre a los pies de la extraña formación geológica australiana a la que alude el título, cerca de Melbourne. Una de las colegialas fue encontrada una semana después con vida, aunque no pudo recordar nada de lo ocurrido. De las otras dos alumnas y la profesora nunca más se supo. Como consecuencia de este extraño episodio, el colegio fue clausurado, no sin antes sufrir otras dos desgracias colaterales que es mejor no detallar. Y hasta aquí la historia "real". Lo primero que vemos de la película es la célebre cita de Poe “Todo lo que vemos y lo que parecemos no es más que un sueño dentro de otro sueño”, declaración de intenciones de una película sobre un misterio que, y lo digo ya para evitar frustraciones y vituperios, nunca se desvela. Weir se salta a la torera el cámino más fácil: rodar el "qué ocurrió allí", que en cualquier otra película hubiese sido el clímax central, y prefiere amasar el enigma trufando el metraje de inquietantes detalles y extraños indicios nunca subrayados, y, sobre todo, logra crear una delicada y mágica atmósfera casi subliminal cargadísima de simbología que dispara la imaginación del espectador y le invita a sacar sus propias conclusiones e interpretaciones.



Sentarse a ver PICNIC EN HANGING ROCK es una experiencia extraña, un bálsamo de sensibilidad y belleza que en ningún momento va en contra de la tremenda inquietud que provocan sus imágenes. Como las buenas pelis, además, hay muchos niveles de interpretación y de ideas contrapuestas que nunca se hacen evidentes, pero que están ahí. La dicotomía entre los colonizadores ingleses, su "civilización" y su incapacidad de explicar la fuerza ancestral del entorno australiano, de connotaciones místicas y chamánicas (atención a la estupenda música de Bruce Smeaton, un persistente drone de sintetizador punteado por una delicada flauta), pero que atrae a las chicas como un imán irresistible (atención a la conversación previa sobre el tema en el carruaje). La intensa carga de sexualidad nunca explícita, de deseo no consumado, prohibido, que marca la relación entre muchos de los personajes y que tiene como eje central la desaparecida figura de Miranda. Las chicas se descalzan y se quitan las medias antes de desaparecer entre unas rocas verticales de formas bastante fálicas. Irma, la superviviente, es encontrada con el vestido puesto pero sin corsé, y ella misma una vez recuperada se presenta ante sus compañeras con un llamativo vestido rojo sangre. Sara venera la foto de su amada Miranda como en un altar, una presencia constante en toda la película, precedente clarísimo de la Laura Palmer de TWIN PEAKS. La propia Sara es sometida a una especie de tortura sadomaso por parte de la ambigua profesora Appleyard, atándola a una escalera del gimnasio para que mantenga la espalda recta. El jovencito aristócrata Michael cae hipnotizado ante la fugaz imagen de las chicas cruzando un arroyo, como tres deseables ángeles surgidos del paraíso, y desarrolla después una obsesión que le lleva a rescatar a Irma de la montaña sin que sepamos los detalles, pero que le hacen caer en un estado de catatonia primero y de melancolía crónica después que le marcará de por vida. Todo esto tan lleno de riqueza y significado plasmado con una belleza que quita el hipo, la mayor parte a pleno luz del día, con imágenes que recuerdan a los maestros impresionistas, a Renoir y sus meriendas campestres, y un perfecto dominio del encuadre, la composición y la luz y unas intepretaciones estupendas todas ellas, resumidas en la bellísima actriz Anne Lambert, que interpreta a Miranda, cuyo rostro fascinado caminando entre las rocas será para siempre el icono de esta magnética película.



Como os podeis imaginar, PICNIC EN HANGING ROCK ha sido pasto de elucubraciones de todo pelaje para gente tipo Iker Jimenez, y no es difícil encontrar todo tipo de estrambóticas teorías en la red sobre los misteriosos sucesos que se suponen ocurrieron. Y digo se suponen porque, a pesar de que la película está basada en una novela homónima publicada en 1967, su autora se fue al otro barrio sin decir hasta que punto los hechos eran reales, pues hay confusión con las fechas y algunos datos, y a día de hoy no hay documentación feaciente que acredite que este dramático suceso ocurriese tal y como se narra. Otro misterio dentro del misterio de esta película tan hermosa.

PD: la edición director’s cut en DVD de 1998 no solo no añadía más metraje, sino que cortaba siete minutos de la película original, en un deseo expreso de Peter Weir de mantener el enigma del film, y que es la versión que os recomiendo. Toma castaña.

- Lo mejor: debería aparecer en los diccionarios al lado de la palabra "misterio"
- Lo peor: su segunda mitad, que narra los hechos posteriores a las desapariciones, no es tan potente como la primera

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Por aclamación popular y porque en la blogalización no hay secretos, os paso a comentar mis fuentes de conocimiento más visitadas de los últimos tiempos, seguramente ya conocidas por muchos de vosotros. Lástima de aquellas que se quedaron por el camino, como POSEÍDOS, con un activo y divertido foro, o la recientemente clausurada DESCARGAS FATALES. Para esta primera entrega sólo os recomiendo aquellas webs que son gratuitas y libres y que tienen un suficiente fondo y una actividad constante que permitan visitarlas regularmente, y cuyos enlaces me he asegurado de que estén activos, así que me dejo en el tintero cosas más puntuales o anecdóticas y las más especializadas (cine asiático, por ejemplo). Aquí hay canela fina, y podeis encontrar un 90% de lo que he comentado en este blog. Disfrutad, golfos.



- Tipología: descargas directas en formato rmbv (no es de mis preferidos), generalmente divididas en varias partes.

- Cantidad de títulos: razonable.

- Calidad de archivos: variable, aunque media-alta en general.

- Variedad: terror y horror para las masas, muchas en vose con subs incrustados y cantidad de directas a DVD.



- Tipología: enlaces directos para la mula

- Cantidad de títulos: muy grande

- Calidad de los archivos: excelente, es ir sobre seguro, como mínimo DVDrip, y cuentan con una buena colección de HD, cada vez más extensa, a menudos ambas versiones para el mismo título.

- Variedad: generalista y de actualidad, por aquí pasa todo lo que se edita en DVD y Blu-Ray en España. Para buscar otras cosas, mejor visitar su excelente foro, donde tienen una especial predilección por los clásicos de cualquier género.



- Tipología: enlaces directos para la mula

- Cantidad de títulos: enorme

- Calidad de los archivos: desde paupérrimos screeners hasta buenos ripeos. Tienen el detalle de avisarlo.

- Variedad: absolutamente de todo y mezclado, pero con el aliciente de contar con un buen buscador de títulos. Aquí he encontrado alguna rareza. Buena colección de vose incrustados.



- Tipología: descargas directas en divx, por partes, la mayoría en Rapidshare.

- Cantidad de títulos: muy suculenta.

- Calidad de los archivos: algo descuidada en este apartado, te puedes llevar algún susto, aunque la media es buena.

- Variedad: terror puro y duro, con especial predilección por los títulos más frikis y gores, obviamente. Especialmente interesantes los apartados Viejos Éxitos, Los Otros Títulos I y II y Mondo Bizarro, donde realmente está la caspa más supurante.



- Tipología: el título no miente amigos, un sólo enlace de Megaupload por película, la mayoría de ellos operativos.

- Cantidad de Títulos: brutal, abismal, hasta este momento 1.126 películas de género, ahí es nada.

- Calidad de los archivos: imposible de ponderar, los hay desde paupérrimos ripeos de VHS hasta calidades excelentes teniendo en cuenta que casi nuncan superan los 700MB. De los que yo he probado hasta ahora, sólo uno me pareció tan malo como para no perder el tiempo frente a la pantalla. En todo caso, siempre detallan el formato y el audio.

- Variedad: terror y ciencia-ficción de todas las épocas y en todas sus variantes, desde la serie B más cochambrosa hasta los estrenos más sonados, porque amigos, estamos hablando de la joya de la corona, con una nutrida colección de vose incrustados. Me atrevería a decir que casi cualquier cosa que se os pase por la cabeza está aquí, además con una buena estructura de etiquetas y un buscador, sinopsis y abundantes trailers, para que nadie se pierda. El mayor descubrimiento para el aficionado de los últimos tiempos, palabrita de Sesión Golfa. Aprovechad antes de que la cierren.


PD: sobra decir que se aceptan sugerencias, recomendaciones o descubrimientos para una  posible segunda parte del post.

 CHEMICAL WEDDING / 2008 / Inglaterra

Bruce Dickinson, vocalista de los Iron Maiden, y Julian Doyle, antiguo colaborador de los Monty Python, muy ingleses ellos, unen fuerzas para escribir el guión de CHEMICAL WEDDING, un curioso galimatías multigenérico que tiene en la excéntrica figura de Aleister Crowley su eje central, una figura sobre la que se intuye una precisa labor de documentación en la película, a poco que uno sepa las correrías de este entrañable farsante amigo del pluriempleo que se denominaba a sí mismo como "La Bestia". Satanismo, proyectos científicos, realidad virtual, física cuántica, posesiones, rituales ancestrales y un toque de "disciplina inglesa" se aglutinan de forma un tanto caótica en este experimento fílmico que a más de uno puede sacar de sus casillas, pero que a mí me resulto tremendamente curioso y entretenido. Ni siquiera se puede decir que la película sea de terror,  y mucho menos gore, sangre hay más bien poca, aunque de otros fluidos corporales va sobrada. Lo que Dickinson y Doyle nos plantean es una especie de revisión sarcástica del mito de Crowley con un constante y soterrado sentido del humor 100% británico, dinamitando de paso algunas caducas instituciones de la tierra, como las vetustas universidades y la fauna senil que las habitan. Destacable sobre todo la intensa y cachonda interpretación de Simon Callow en su doble papel de apocado y tartamudo catedrático, convertido por un incomprensible experimento cuántico en el mismísimo Aleister Crowley, lo que le permite desplegar los modos de una especie de Mr. Hyde satánico-salidorro en busca de una pelirroja. No estamos hablando, evidentemente, de ninguna joya del séptimo arte, y sus carencias a nivel visual son muy evidentes en algunos momentos, pero sí de una película pequeña y relativamente original para los parámetros actuales del género, una auténtica serie B un punto alocada que no entiendo como alguno por ahí se han tomado en serio (hasta tildarla de "pretenciosa" ¿?). Y encima con canción del sr. Dickinson en los créditos de su disco homónimo y algunos temas de los Maiden diseminados por el metraje. Alicientes de sobra para hincarle el diente.

- Lo mejor: la sentida y sarcástica interpretación de Simon Callow
- Lo peor: no conectar con ese sentido del humor tan británico

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ZOMBIELAND / EEUU / 2009
Aquí os traigo la reciente ganadora del Premio del Público en Sitges, ZOMBIELAND, la última sensación de este (bendito) subgénero cuyo renovado filón parece que no se agota, sobre todo en esta ramificación: la comedia-zombie. Los primeros cinco minutos de ZOMBIELAND son de antología: un chaval explica las reglas de supervivencia básicas en unos EEUU ya tomados por los muertos (o mejor: infectados) hasta que comienzan los créditos, imágenes en cámara superlenta de delirantes ataques de zombies al ritmo atronador de For Whom The Bells Tolls, de Metallica, momento en el que un sólo pensamiento cruza tu mente: esto me va a gustar. Insuperable. Y esa es la mayor putada de esta divertida y disfrutable película: el listón se queda tan alto que todo lo que viene a continuación no supera las expectativas. Tomando la forma de una sencilla road-movie, la esquemática trama de ZOMBIELAND no da mucho de sí más allá de algunos y puntuales momentos de genio desatado (todo lo que concierne a Bill Murray, y no hay que contar más, enorme) y al personaje de Woody Harrelson, más en su salsa que nunca, por supuesto. La idea de situar el climax en un parque de atracciones tiene su punto (Harrelson jugando al tiro al blanco zombie subido en la vagoneta de una montaña rusa), y todo está construído para que sea una experiencia molona para el aficionado, jugando con constantes guiños al género, pero casi todo lo que Ruben Fleischer propone en su peli ya ha sido contado antes y mejor, y la película acaba dando la sensación de que se queda un poco en tierra de nadie. Le sobra moralina familiar metida con calzador y le falta algo de gore delirante (¿dónde está la motosierra del cartel?), desenfreno en el desarrollo de algunas secuencias y, sobre todo, le falta esa chispa de humor genial en diálogos y situaciones que la hagan brillar por encima de otras propuestas similares, eso que hizo de SHAUN OF THE DEAD (ZOMBIES PARTY) un hito de momento insuperable en el género. En resumen, cierta sensación agridulce para esta esperada película, quizás por lo alto de las expectativas, que en realidad no es más una sencilla y simpática serie B inflada a primera división por un holgado presupuesto, una buena factura técnica y una efectiva campaña publicitaria, pero que carece del despiporre y la osadía que esperábamos de ella, parece no llegar nunca hasta las últimas consecuencias de las situaciones que se plantean, y el término medio no es algo que case muy bien con una comedia zombie de acción. No obstante, ya sabeis: ideal para pasar un rato divertido en buena compañía y soltar unas cuantas risas tóxicas.

- Lo mejor: sus primeros 10 minutos, insuperables
- Lo peor: excepto por el sr. Bill Murray, no hay momentos memorables


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TERRORE NELLO SPAZIO / Italia / 1965
Director: Mario Bava
Guión: Mario Bava y Alberto Bevilacqua
Música: Gino Jr. Marinuzzi
Fotografía: Antonio Pérez Olea
Intérpretes: Barry Sullivan, Norma Bengell, Ángel Aranda, Evi Marandi, Stelio Candelli, Franco Andrei, Fernando Villena

Una nave orbita alrededor de un planeta desconocido. En un monitor reciben una extraña transmisión que procede de allí, posiblemente una llamada de auxilio. La nave se posa lentamente sobre la superficie. Un equipo de exploración sale en busca de la extraña señal, y se topa con una astronave extraterrestre abandonada que lleva allí muchos, muchos años. En la sala central yace el esqueleto de una enorme criatura muerta violentamente. A la vez, algo está atacando al resto de la tripulación, acabando con ellos uno a uno... Atención, pregunta: ¿de qué pelicula estoy hablando?... Como yo, cualquiera hubiese respondido ¡ALIEN!, pero esta misma sinopsis, tal cual, es perfectamente aplicable a esta joyita que inaugura la nueva sección Incunables, en la que voy a comentar películas anteriores a la década de los 70, para desintoxicar un poco de tanta modernez, con la intención de rescatar títulos que, por una u otra razón, se merecen comentario en Sesión Golfa. Espero que os resulte interesante. Ésta en concreto data de 1965, 14 años antes del estreno de la obra maestra de Ridley Scott, aunque el inglés jura que desconocía de su existencia (los guionistas probablemente no dirían lo mismo). Vamos al lío.



TERROR EN EL ESPACIO es una auténtica rara avis. Para empezar, es italiana, una cinematografía  muy poco dada a la ciencia-ficción (lo suyo era en aquellos tiempos el neorrealismo), y menos aún a mediados de la década de los 60, cuando el boom del género ya estaba más que moribundo y a nadie le interesaban ya este tipo de películas. Aún faltaban tres años para que Stanley Kubrick le diera la vuelta al género con 2001. Además, es la única película de ciencia-ficción de Mario Bava, un veterano director fogueado en mil batallas, maestro de Sergio Leone y Dario Argento, que pasó a la historia (merecidamente) por sus películas de terror (LA MÁSCARA DEL DEMONIO es una obra de arte) y por haberse inventado el giallo, estilo al que rápidamente el propio Argento hinco las fauces y elevó a otro nivel. Por último, es uno de los primeros casos en los que ciertos resortes del terror puro y duro se mezclaron con la ciencia-ficción más clásica, exactamente por lo que ALIEN pasó a la historia (entre otras razones, por supuesto). El resultado: una película única en la historia del cine, para lo bueno y para lo malo, de difícil comparación con ninguna otra en su género en el apartado visual (quizás sólo con PLANETA PROHIBIDO y la muy naif BARBARELLA) y que aún hoy, pese a sus muchas carencias y defectos, sigue teniendo una belleza plástica y un poder hipnótico sobresaliente.


Ya podeis sacar la fusta y el potro, chicos

Sobra decirlo, pero no está de más recordarlo: desde los años 70, el cine de género sufrió una revolución tecnológica pasmosa. Los f/x, a partir de la obra maestra de Kubrick, dieron un salto cualitativo abismal, lo que hizo que el público a partir de entonces exigiese cada vez más perfección y espectacularidad, más realismo, por no hablar de hoy en día con el despiporre digital que nos inunda. Nuestros maltratados ojos ya no aceptan según qué imágenes. Precisamente por eso, el visionado de TERROR EN EL ESPACIO es una experiencia fascinante amigos. Fascinante dejarse seducir por unas imágenes que, ahora, nos parecen inocentes, pueriles, de barraca de feria, casi de juguete, una fantasía de Pin & Pon de colores alucinados que, de alguna manera, penetra en nuestro cerebro como un buen chute de mescalina. Sí, es evidente, algunos diseños han envejecido fatal (la sala de control de la nave humana parece una pista de patinaje) y otros resultan chocantes (esos trajes de cuero para una fiesta sadomaso sideral), pero Mario Bava lo sabía, era un artesano, y si por algo destaca esta película es por su asombroso apartado visual y por su fantástico trabajo tras la cámara, sacando petroleo de cuatro decorados de cartón y tres focos bien puestos. El guión en sí, más allá de lo que os he detallado, es mediocre, en especial los diálogos, realmente malos, y las interpretaciones, paupérrimas. Lo de Barry Sullivan es de juzgado de guardia, con su perenne rictus de "me la sopla, quiero cobrar el cheque" mientras se esfuerza por no perder la dentadura postiza. Secuencias como la del aterrizaje, en la que el elenco al completo trata de simular ser aplastados por una fuerza gravitatoria de... ¡40 G! son hilarantes, ver para creer. Sin embargo, a pesar de estos "pequeños" inconvenientes, del escaso presupuesto y de tan limitados recursos, Bava logra insuflar en cada fotograma relativo al planeta y a la nave extraterrestre una atmósfera acojonante: siniestra, lóbrega, delirante, jugando magistralmente con las luces y las sombras, los estilizados decorados y la música, logrando un especial triunfo en el apartado cromático y de composición, encajando en un mismo plano distintos colores puros al estilo pop-art (verdes, rojos, azules) con arriesgadísimos encuadres que a veces rozan la abstracción o el cubismo. ¡Y además hay zombies!




Pues eso, un opíparo festín visual que nos obliga a visionarlo con la inocencia de un niño (adicto al LSD), y que precisamente por eso resulta tan estimulante y tan alejado de los mamotretos clónicos que nos tragamos cada día. Ah, y para no romper la tradición italiana, podeis encontrar la película con los títulos de PLANET OF THE VAMPIRES (nada de vampiros, por supuesto), DEMON PLANET (yo no vi ninguno) o THE HAUNTED PLANET, con una abundante cartelería de esa "creativa", en la que aparecen monstruos que no salen en la película. Abajo teneis el delirante trailer.

- Lo mejor: su tremenda belleza plástica
- Lo peor: sus tremendos diálogos ridículos

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 THE THAW / Canadá / 2009
Ya es oficial. Después de haber visto hace unos meses la muy curiosa y recomendable THE LAST WINTER, y hace un par de días THE THAW, podemos hablar de un nuevo subgénero: el terror medioambiental. Sí, justamente eso que teneis en mente: un cine de género cuya amenza surge directamente de los lamentables desequilibrios ecológicos a los que estamos arrastrando al planeta. En este caso en concreto, un grupo de científicos se topan con un mamut desenterrado a causa del calentamiento de las zonas árticas, con la mala suerte que el paquidermo congelado lleva en sus entrañas una suerte de parásito prehistórico que, como es lógico, se frota las antenas de placer al descrubrir el que el homo sapiens es un repectáculo mucho más agradable para poner huevos, putear y arrastrar a la humanidad a un nuevo apocalipsis. Producción canadiense hipersubvencionada y vendida directamente al mercado DVD, es una lástima que la mayoría del (supongo que ajustado) presupuesto se lo fagocitase, seguramente, la ingente cantidad de planos aereos, la mayoría de ellos bastente prescindibles (con lo que cuesta alquilar un helicóptero...), dejando otros elementos de la producción tiritando. El amigo Lewis, autor tambien del guión, tiene el buen gusto de rodar en un inmaculado scope y haberse visto cuatrocientas veces LA COSA de John Carpenter, y de contratar al entrañable Val Kilmer para el personaje central (aunque secundario) de la función; también juega con una buena idea de base que trata de plasmar con una seriedad digna de elogio, una reivindicación ecologista un poco simplona, pero resultona. Sin embargo, y a pesar del buen arranque de la función (probablemente los créditos sean lo mejor de todo), el desarrollo de la trama resulta de lo más cansino, con una tensión muy mal resuelta respecto a los "infectados" (esa lección de LA COSA no se la aprendió bien) y un grupete de actores jovenzuelos en horas muy bajas que se dedican a deambular por la base rascándose los brazos. En medio, un par de secuencias moderadamente repulsivas/sangrientas y un final un tanto tontorrón, aunque con un epílogo decente y bastante nihilista. Pues eso, una curiosidad recomendable sólo si ya has agotado la lista de pelis que tenías pendiente.

- Lo mejor: el buen uso del scope, algo nada habitual en este tipo de producciones 
- Lo peor: el plano y cansino desarrollo de la historia

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THE IMAGINARIUM OF DR. PARNASSUS / Inglaterra-Canadá/2009 
Dirección: Terry Gilliam  
Guión: Terry Gilliam y Charles McKeown
Producción: Terry Gilliam, Samuel Hadida y William Vince
Música: Mychael Danna y Jeff Danna
Fotografía: Nicola Pecorini
Montaje: Mick Audsley
Diseño de producción: Anastasia Masaro
Vestuario: Monique Prudhomme. 
Interpretación: Heath Ledger (Tony), Christopher Plummer (Dr. Parnassus), Johnny Depp (Tony), Colin Farrell (Tony), Jude Law (Tony), Lily Cole (Valentina), Tom Waits (Mr. Nick), Verne Troyer (Percy), Andrew Garfield (Anton)




Al fin está aquí. Ya sabeis mi pasión por el señor Terry Gilliam, uno de los poquísimos directores en activo cuyos estrenos siempre suponen un acontecimiento para un servidor. Por su valentía, por su tremenda coherencia a lo largo de toda su carrera, por su honestidad consigo mismo a prueba de bombas y catástrofes, por su inabarcable y poética potencia visual (su imaginario, jejeje),  por su marciano sentido del humor y, en resumen, por su personal, lúcida,  hermosa visión de la existencia, cada nueva película de este hombre me supone un revulsivo mental y emocional que me suele acompañar muchas horas depués de haber salido de la sala. Cómo hace él mismo con su obra, la objetividad la tiro por la ventana aquí y ahora. Sean bienvenidos a EL IMAGINARIO DEL DOCTOR PARNASSUS, de Terry Gilliam.



La potente imagen de un cochambroso y retorcido carromato de feria ambulante desplegando su escenario en medio de un suburbio londinense actual por el que pululan juvencitos ebrios le basta a Gilliam para poner las cartas sobre la mesa desde la primera secuencia, una claridad de ideas casi a un nivel icónico que tira por tierra el argumento de aquellos que dicen que el bueno de Terry nunca es capaz de sintetizar. El impacto resulta brutal: es la imagen de algo que no debería estar allí desplegando sus alas, su inquetante magia en medio de la realidad, una visión anacrónica que invita a los hooligans borrachos a cruzar el umbral, un puñetazo de pura fantasía en la jeta del común de los mortales. Las botellas no tardan en volar hacia los feriantes, pero ellos aguantan el tirón, desmontan en chiringuito y ponen rumbo a su próxima actuación sin dejar rastro, pero sin embargo, algo ha cambiado para siempre...



Como ya podeis suponer, esto es puro Gilliam, una recuperación plena de las pautas que guiaban BRAZIL, LAS AVENTURAS DEL BARON MUNCHAUSSEN o EL REY PESCADOR, incluso yendo aún más atrás, a la época de los Monty Python, pero actualizadas y teñidas por la amargura que proporciona el tiempo y el devenir de los años, entendidos como aproximación a la sabiduría. EL IMAGINARIO DEL DOCTOR PARNASSUS actúa en realidad como un sonoro puñetazo sobre la mesa, una reivindicación airada del potencial de la fantasía y de la pura creación como sendero para cambiar a las personas, y por ende al mundo. La auténtica avalancha descontrolada de estímulos e imágenes, de ideas y paradojas que maneja la película funciona como una bomba de relojería que estalla en un enorme castillo de profiteroles visuales de sabor agridulce. La creación como un ejercicio de terrorismo audiovisual que arremete contra muchas cosas que ya casi todo el mundo da por sentadas. Como siempre en el cine de Gilliam, hay muchas capas en esta historia que remite tanto al mito de Fausto como al propio imaginario del director, a la Alicia de Carroll (una vez más) y, sobre todo, a esa figura que siempre he pensado que late en su obra: el Quijote. De hecho, voy más allá y afirmo que desde que Gilliam se puso detrás de una cámara, no ha hecho sino adaptar, analizar  y desubicar esta obra desde todos los puntos de vista posibles: en la mayoría de sus pelis siempre hay una dualidad Quijote-Sancho (con lo que ello representa) y un proceso de intercambio de roles entre los personajes protagonistas: pensad en BRAZIL, en EL REY PESCADOR, en DOCE MONOS, en TIDELAND, incluso en esa obra maestra que es MIEDO Y ASCO EN LAS VEGAS. Esa constante tensión entre lo real y lo imaginado, entre el delirio y la razón, ese peculiar modo de entender la "justicia poética". Todo eso, una vez más, hinca sus garras en EL IMAGINARIO DEL DOCTOR PARNASSUS y lo eleva a la máxima potencia sin restricciones ni cortapisas de ningún tipo.



Evidentemente, la película es una oda al exceso, y eso puede resultar un hándicap para según que tipo de espectador. No estamos ya acostumbrados a tal avalancha de estímulos cuando una gran parte del cine moderno no es sino un ejercicio calculado y prefabricado que parte casi de fórmulas matemáticas de probado éxito con el factor riesgo bajo mínimos. La libertad que respira, transpira la peli se puede oler y palpar, sentir en los poros. Incluso diría que en esta ocasión Gilliam apuesta más que nunca por el descontrol, un aura de improvisación en algunos tramos que proporciona una viveza, un caos, un constante movimiento y una riqueza extrañísima y fascinante, aún a riesgo de desequilibrar el conjunto. Intuición pura por delante de perfección, por supuesto. De la tremenda potencia visual de este hombre poco más se puede decir: simplemente apabullante, encajando veinte ideas por minuto que muchos cineastas se empeñan en alcanzar durante toda su carrera. Me ha resultado en especial deliciosa esa vuelta a los recursos más artesanales, incluso de la época Python, con animaciones por collage y decorados, literalmente, de cartón, y un desaforado uso de recursos puramente surrealistas y pictóricos, con una capacidad asombrosa para crear imágenes icónicas que, una vez vistos, perduran ya en la imaginación de cada uno.


El propio Doctor Parnassus es glorioso, un aunténtico trasunto imaginario del propio Gilliam, empecinado en contar historias y "purificar almas" una y otra vez a lo largo de los tiempos, el motor incombustible de ese grupo de inmortales feriantes indigentes que se mueven al margen de todo entre escombros y basura sin ceder en su empeño de mostrar su extraño vodevil al mundo, incluso cuando el mundo le ha dado la espalda casi por completo. Hermosísimo ese imaginario postrero convertido en un simple teatro de marionetas al final de la película, reducido a su mínima expresión pero manteniendo su esencia contra viento y marea, alimentando esa necesidad que tenemos de contar y escuchar historias que trascienden y nos elevan. Una lección de interpretación de un contenido Christopher Plummer ya anciano que se lleva la película de calle, con una certera progresión dramática a la altura del mayor hallazgo de la función, el muy publicitado personaje de Tony, como ya sabeis personaje póstumo del malogrado Heath Ledger interpretado en sus sucesivas encarnaciones oníricas nada menos que por Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrel. Lejos de resultar un pastiche, este malabarismo narrativo fruto de una tragedia, la muerte de Ledger durante el rodaje, supone un asombroso acierto, ya que cada uno de ellos representa una fase en la evolución de un personaje con más capas que una cebolla. Todos geniales, Ledger sobresaliente. Pero es que los secundarios, empezando por el diminuto Verne Troyer y terminando por, santo cielo, el mismísimo Tom Waits, están perfectos. El viejo trovador con voz de cazalla recita sus textos, algunos de ellos geniales, igual que entona sus canciones: sarcástico, críptico, melancólico, mordaz, eterno, un auténtico lujo que añade otro punto de interés, otro más, a esta maravillosa película, y que reafirman una vez más que Gilliam es un magnífico director de actores, siempre que los actores comprendan en universo en el que se mueven. Waits, y todos los demás, encajan a la perfección.



En fin, podría seguir escribiendo hasta desollarme las yemas de los dedos, pero creo que ya os he dejado claro lo que pienso de EL IMAGINARIO DEL DOCTOR PARNASSUS. Podría hablaros de secuencias fascinantes (casi todas en realidad), de diálogos que destilan puro genio, de momentos muy divertidos y otros absolutamente emocionantes, obra de un autor con todas las  letras que nos ha regalado una película impagable, sincera, valiente, casi suicida, no ya a destiempo sino a contracorriente, una maravilla felliniana, atemporal, perfecta en su imperfección. Una película sabia y vital con un punto de elegía, de testamento personal algo inquietante, pero viva en cada uno de sus fotogramas. Ésta es una  joya para atesorar en el alma, porque Terry Gilliam sólo hay uno en el planeta, y si no existiese, nuestro mundo sería un poco más triste. Muy grande, maestro.



Tony: ¿Dónde estamos? 

Percy: Si hablas del espacio, en Londres. Si te refieres a lo social, en los márgenes. Respecto a esta historia, con mucho camino por delante...


- Lo mejor: todo
- Lo peor: nada

CABEZAS





 ORPHAN / EEUU / 2009

LA HUÉRFANA pertenece a ese tipo de películas en la que todo está bien planificado y construído, pero que no aportan nada nuevo más allá de un par de destellos originales. En otros tiempos, estas películas eran pura carne de serie B, artesanía antes que arte, aunque hoy casi todo lo que pasa por pantalla grande tiene pretensiones elevadas y resultados más bien catastróficos, o en otras palabras, un escandaloso desequilibrio  entre lo que se promete y lo que se da. No es el caso de LA HUÉRFANA. Segunda inmersión en el género del catalán afincado en los USA Jaume Collet-Serra (de la anterior, LA CASA DE CERA, no recuerdo nada, porque tuvo la mala suerte de ser la última en uno de esos maratones cinéfagos entre colegas y mis neuronas estaban ya bastante ausentes), la película ha sido una agradable  sorpresa, no por su historia, mil veces contada, sino precisamene por el buen hacer del director en todas y cada una de sus funciones. Retomando el subgénero de "infantes cabrones", que por cierto parece que está en auge, la película hace una agradable apuesta por el thriller psicológico más que por el terror en su mayor parte, y tiene la virtud que cuando la escabechina asoma el hocico, lo hace acompañada de un interesante giro conceptual, por una vez pertinente y bien pensado. Sin demasiadas estridencias y manejando los resortes del género con mano firme, el amigo Collet-Serra es capaz de crear un artefacto visual sólido y serio, pivotando, como es lógico, alrededor de esa inquietante Esther, una criatura más mala que la peste bubónica pero con un fuerte magnetismo ingeniosamente resuelto en el tercio final de la película. La cría Isabelle Fuhrman interpreta a esta demonia con un temple y una perfección asombrosa (atención a su sutil acento ruso en v.o.), lo que una vez más me lleva a preguntarme por qué en los USA los niños son actores y aquí parecen expendedoras de tabaco. Lo dicho, una película tremendamente efectiva y bien resuelta en todos sus aspectos, que si bien no pretende inventar la rueda, sí que garantiza un buen-mal rato frente a la pantalla.

- Lo mejor: Esther y el buen hacer de su director a todos los niveles
- Lo peor: te la sabes de cabo a rabo, y le sobran unos cuantos minutos

CABEZAS