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BAGHEAD / EEUU / 2008
Que un cineasta con una idea no tenga un céntimo para levantar una película es más viejo que el mismo cine. Se financian con aportaciones de amigos/familiares (ahora por crowdfunding) y lían a los colegas para que trabajen por la cara en su película, siempre sufriendo el pluriempleo (actor-carpintero-productor-guionista, productor-hacedor de sandwiches-script, director-guionista-productor-operador-editor etc...). Como no hay pasta para alardes técnicos, la cámara es la más barata posible, y nos olvidamos de trípodes, travellings y demás zarandajas. Al hombro y tirando de zoom. Mejor iluminamos con una linterna. Y rodamos en la casa de tus suegros. Pues bien, a esto los hipsters, siempre atentos a lo último, ahora lo llaman (ojo al dato): mumblecore. Lo que toda la vida ha sido cine caspa y/o/u la más lisa y llana serie B (tirando a zetosa) ahora es lo más in en los circuitos underground, porque lo indie ya es demasiado mainstream. Y resulta que BAGHEAD es uno de los hitos del nuevo "género", my friends, pero no se asusten que por algo se ha colado en Sesión Golfa. Aunque las demás parece que son pelis urbanas de relaciones costumbristas entre treintañeros blancos que no frecuentan la ducha (Sesión Golfa pasa y envida), BAGHEAD juguetea a dos manos con el cine de terror desde un puto de vista, digamos, despreocupado. Una historia de cuatro actores tratando de escribir el guión de una película en una cabaña en el bosque mientras son acosados por un tipo con una bolsa en la cabeza. Sep, una bolsa. Aunque la veta terrorífica, en realidad, se anuncia pero nunca llega, y la comedia (supongamos) tampoco es para doblarse el lomo de risa, BAGHEAD resulta de lo más simpaticota si juegas a la complicidad. Los hermanos Duplass (no se puede ser más mumblecore) saben sacar calidez y honestidad de la relación entre sus cuatro personajes, y la apariencia ultra amateur de la imagen, esta vez, refuerza la frescura de la propuesta, sobre todo por su acertado elenco y la presencia de esa ricura de chavala llamada Greta Gerwig, musa, por supuesto, del movimiento mumblecore. Aunque a la supuesta sorpresa final se le ve el cartón a leguas, BAGHEAD funciona bien dentro de sus limitaciones, como una agradable curiosidad dentro del cine de guerrilla norteamericano, pero tampoco da para mucho más y se olvida en un rato. Desde Sesión Golfa proponemos llamar jandercore a las películas baratas de chicas jóvenes que están muertas y se pudren frente al espejo mientras reflexionan sobre la existencia y se apartan los gusanos (ya he visto tres en los últimos meses) o apiticarn a las de señores mayores viajando solos en un yate y luchando por su vida bajo muchas tormentas (llevo dos). 

- Lo mejor: entretenida, fresca, breve y sin pretensiones

- Lo peor: tan intrascendente como un sandwich vegetal

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OLDBOY / EEUU / 2013
Hace once años, el OLDBOY de Park Chan-wook fue mi entrada por la puerta grande al cine coreano. Pantalla grande, recomendación de un buen amigo (eterno agradecimiento, Emil) y se obró el milagro: esa sensación única que ocurre muy de vez en cuando al ver una película, ese sentimiento inabarcable de volver a descubrir el cine, de recordar a ras de epidermis por qué amo tanto el séptimo arte. Obra maestra incontestable del cine mundial de los últimos lustros, todo el planeta giró su mirada hacia oriente para descubrir que, carajo, allí estaba pasando algo muy gordo. Una década más tarde Spike Lee (!!) estrena el remake de OLDBOY, porque parece que el público yanqui sigue sin ver cine que no tenga acento de Arkansas. Innecesario: por supuesto. Inferior al original: no hace falta decirlo. Un desastre absoluto, una blasfemia, como muchos gritan: tampoco es para tanto, vuelvan a tomar su medicación. Obviamente, la película de Spike Lee (insisto: !!) es una especie de OLDBOY para dummies. Se barre de un plumazo todo lo que en el original había de ambigüedad moral, humor atravesado y esa pátina onírica para convertir esta alucinante historia en un violento, efectivo y hasta cierto punto extraño thriller de venganza para aquellos que no disfrutaron de la original. Ni más ni menos. Lee, consciente de que no le va a llegar ni a la suela del zapato a Park Chan-wook, se dedica a lanzar al respetable guiños cómplices (¡pero cómete el puto pulpo!) y trata de rehacer alguna escena mítica (martillo y pasillo, no digo más) con desigual fortuna. Josh Brolin, convertido física y moralmente en una tanqueta humana, ayuda, y mucho, a que la película no decaiga demasiado, un acierto, pero Lee se equivoca en la visión fashion-verbenera de los dos malos de la función: Samuel L. Jackson, "nigger man", sigue viviendo en una de Tarantino, y Sharlto Copley sólo logra provocar un poquito de vergüenza ajena. La malsana poesía coreana se trasmuta en un soneto de rima consonante fácil de asimilar a la primera, la delicatessen oriental en una pasta regurgitada y pre-masticada para matar el hambre. Entretenida con algún momento puntual hermoso e intenso, quizás la película de Spike Lee pueda gustar con moderación a todos los que no hayan visto la original, pero esos pobres incautos pueden estar seguros de que están consumiendo un OLDBOY "marca blanca". 

- Lo mejor: Josh Brolin, y su ajustado metraje, que logra no aburrir

- Lo peor: esa habilidad tan yanqui de convertir lo excepcional, misterioso y mágico en carne de palomitas y multisala

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THE MAN FROM EARTH / EEUU / 2007
Hoy toca rescatar del olvido la semidesconocida THE MAN FROM EARTH, una muestra digna de culto de un tipo de película para la que cualquier apelativo va a ser pedante. La extraña obra de Richard Schenkman es adaptación de una novela de Jerome Bixby, historia que comenzó a escribir en la década de los 60 y concluyó en su lecho de muerte en 1998. THE MAN FROM EARTH es, en esencia, ciencia-ficción de ideas (y sólo de ideas) en la que cualquier otro factor, simplemente, se ha borrado del mapa. Una conversación de hora y media en tiempo real entre un grupo de amigos en una cabaña en torno a la inquietante confesión de uno de ellos, John Oldman, como despedida: asegura ser un hombre de Cro-Magnon de 14 mil años de edad que ha sobrevivido hasta nuestros días (tal cual). Tan brutal arranque podría haber dado para cualquier comedia bufa, pero es el paisaje humano el que configura el tono de todo el relato. Todos los colegas, de edades variables, son profesores universitarios: de biología, física, psicología, teología, historia... El propio Oldman (cachondo apellido), se despide de su docencia y amigos para cambiar de residencia, ritual que ejecuta cada diez años, el tiempo en el que la gente de su entorno comienza a notar que no envejece. Así pues, tras un primer momento de estupor, sus colegas entran en el juego, reflexionando cada uno desde su punto de vista y especialidad sobre la posible veracidad del relato de John y sus implicaciones pero, ¿está diciendo la verdad o no es más que un juego mental algo sádico?. THE MAN FROM EARTH, insisto, es una película discursiva en la que todo se desarrolla, con pasmosa naturalidad, mediante el intercambio constante de conceptos, un diálogo apasionante que a los aficionados a la sci-fi más, digamos, cerebral, les va a poner como una moto. Pero que nadie salga corriendo. Si tú, espectador, también entras en el juego, te aseguro que no hay un sólo minuto de aburrimiento. Cierto punto de inflexión a mitad de la película, apasionante y hasta blasfemo, consigue que la cosa tome tintes monumentales, de los que te excitan las neuronas y te obligan a mantenerte magnetizado delante de la pantalla. Y todo eso sin dejar de ver a gente corriente hablando junto al fuego en una cabaña, con una agradable sensación de intimidad gracias a un grupo de actores sólidos y competentes, con un par  de viejos conocidos de la serie B como el añorado William Katt y el bueno de Tony Todd. Gran y apasionante película, recomendada para cualquier amante de desbaratarse un poco las propias estructuras mentales. Y de la fantasía poética con un final sensacional. Pero THE MAN FROM EARTH tiene un delirante chiste apócrifo que no aparece en la peli: la siguiente película del erudito y cerebral Richard Schenkman fue... ¡¡ABRAHAM LINCOLN VS ZOMBIES!!

- Lo mejor: su tremenda capacidad para remover el cerebelo sólo mediante ideas y un buen grupo de actores escupiendo palabras

- Lo peor: que visualmente sea tan plana y, a veces, hasta descuidada y fea

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ANTISOCIAL / Canadá / 2013
En un absurdo ejercicio, si se pudiese resumir el cine de terror de los últimos años con una sola palabra, bien podría ser "infectados". El zombie, quizás el último subgénero del terror "clásico", ha mutado desde las cloacas de los años 80 y 90, donde era un reducto del fandom cuando buscaba los productos más pestilentes, hacia una especie de vigorización mainstream cuyo su cumbre, hasta el momento, ha sido la mediocre pero exitosa WORLD WAR Z. Los entrañables muertos putrefactos que se caían a pedazos mostrando sus interioridades, lentos y asfixiados, han dado paso a gente plusmarquista y gruñona que sangra por las orejas. Y ya no están muertos, sólo están infectados. Las causas de la infección se han multiplicado exponencialmente, a veces con teoremas delirantes, explicaciones que nunca antes había necesitado el vetusto género de los muertos vivientes. Y esa quiere ser, en parte, la razón de ser de ANTISOCIAL, la ópera prima del canadiense Cody Calahan (también coguionista). En 2014 Facebook es el demonio. Tirando de jovenzuelos enganchados a sus smartphones y laptops, Cody Calahan arranca su propuesta colocando las expectativas muy altas: que el virus se transmita al usuario a través de una red social tiene su punto. Durante unos cuantos minutos, Calahan parece que quiere servir en bandeja una sarcástica lectura social de la forma en que la gente joven se comunica en el s.XXI, pero al primer alarido el chiringuito se desinfla. La sátira se queda en chascarrillo. El asedio a la casa, tan apetecible siempre para los muertos (perdón: infectados), se convierte en una hora de rutina cercana al sopor, sólo rota por algún momento tenso muy bien rodado que trata de recuperar su discurso, digamos, "social", aunque en seguida se reconduce a la rutina. Hay que llegar casi hasta el final para disfrutar de lo mejor de la función (cuidado que va un SPOILER): que los sanos tengan que taladrarse el cráneo con una broca del quince para no ser infectados mola, y que la chavala se convierta al final en una Ripley mata-zombies (en un retruécano final muy resultón) también, pero justo en ese momento la función se acaba. El estereotipado grupo de amiguetes tampoco ayuda a levantar la película, con un grupo de personajes e intérpretes especialmente soso y mediocre. Así pues, una pasable muestra de cine de infectados con un punto excéntrico y algunos momentos intensos y divertidos que, desde luego, podría haber dado para mucho más.

- Lo mejor: los primeros y últimos diez minutos

- Lo peor: lo que ocurre en medio

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ENDER´S GAME / EEUU / 2013
La adaptación del clásico moderno de ciencia-ficción EL JUEGO DE ENDER de Orson Scott Card llevaba años revoloteando por Hollywood. Gente como Wolfang Petersen o Ridley Scott trataron de hincarle el diente sin éxito, hasta que el temible Gavin Hood tomó las riendas, adaptó la novela y se encargó de dirigir. Sí, el mismo paisano que nos regaló la peor entrega de todo el universo X-MEN, la soporífera, torpe e impersonal WOLVERINE: ORIGINS. La cosa pintaba muy negra, por eso ENDER´S GAME resulta, hasta cierto punto, una agradable sorpresa. Respetuosa con la brillante fuente literaria, el trabajo de adaptación del propio Hood hace malabares con las (muchas) complicaciones del argumento, se cepilla varias subtramas por la cara (el plan de dominación mundial vía Internet de los hermanos de Ender es la más llamativa), pero a cambio es capaz de sintetizar con éxito las ideas centrales del libro sin dejarse nada importante por el camino. Es cierto que el amigo Gavin se esfuerza quizás demasiado por que la cosa quede clara y comprensible a la primera (es ésta una historia con asombroso giro final), pero a cambio dota al film de un plus de seriedad y cierta cualidad espartana que se aleja del tono simpaticote-cómplice de muchas de su misma liga, pero tampoco se deja vencer por la grandilocuencia soporífera de libro de auto-ayuda. Poca broma con Ender. Gavin Hood sabe mantener un interés constante y creciente durante los dos primeros tercios de la historia, máxime cuando el desarrollo de la trama es más psicológico que físico. Todo el periodo de instrucción de Ender va a desesperar a los más nerviosos ("mierda, ¿pero cuando llega la batalla?"), pues funciona como una especie de LA CHAQUETA METÁLICA a escala infantil trufado, eso sí, de un par de secuencias visualmente deslumbrantes, como la primera incursión al Campo de Batalla en gravedad cero, un verdadero hallazgo de diseño para un concepto nada fácil de visualizar. Asa Butterfield, el inquietante infante del HUGO de Scorsese, es capaz de sostener sobre sus hombros a un Ender bajo control, un asombroso trabajo que hace comprensible la excesiva síntesis de algunos momentos de la película, como su fulminante evolución militar de batallón en batallón, imprescindible para llegar a comprender del todo la dimensión de la historia. No se puede decir lo mismo de un Harrison Ford cumplidor, pero muy aburrido en su hinchada y apática interpretación, ni de un Ben Kingsley cuyo personaje queda algo desdibujado, y no, no cuela como samoano. Pese a estos desajustes, ENDER´S GAME acaba siendo una honesta muestra de ciencia-ficción seria y adulta cuyo extraño y anticlimático final suma enteros a la propuesta, aunque no será del agrado de los más talibanes. Aunque no es la gran película que podría haber sido de contar tras las cámaras con un tipo con más empuje y talento, está muy lejos de ser el gran fiasco que todos esperábamos con los cuchillos afilados. 

- Lo mejor: su apuesta por un tono serio y adulto en una historia llena de niños y su respeto hacia el original literario

- Lo peor: le falta un plus de personalidad

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