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DARK SHADOWS/EEUU/2012
Tim Burton lleva unos años pasando una etapa creativa un tanto fofa. Tras el tropiezo de su inane ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS, de nuevo agarra material ajeno, muy en "su onda", para tratar de remontar el vuelo. DARK SHADOWS, mítica serie inglesa que por estos lares apenas tuvo repercusión, resulta un material a priori suculento para la imaginería burtoniana. De nuevo una familia  (muy) disfuncional es el eje sobre el que pivota esta historia (Tim sería el puto terror del Foro de la Familia, amigos) en la que se entremezclan, a partes desiguales, humor, terror y culebrón. Amalgama de muchas de sus constantes, tímido intento de reverdecer laureles, su particular versión de SOMBRAS TENEBROSAS es una película tan irregular como fascinante a ratos. Fascinante porque parece un summa teológica de su propia carrera, de sus constantes y de sus obsesiones, y porque tenemos en medio del tinglado a un inmenso (repitan conmigo: inmenso) Johnny Depp (estuve media película mirando las cosas que hace con las manos, como un gilipollas...). Si su arrebatada introducción es un arrebatado homenaje a los míticos prólogos de la Hammer (como ya hizo en SLEEPY HOLLOW, toda ella una declaración de amor a la productora inglesa), según avanza la historia descubrimos con placer intermitente guiños y recuerdos hacia los modos y maneras de la citada SLEEPY HOLLOW, de la barroca y violenta SWEENEY TODD, el goticismo ye-yé de LA NOVIA CADÁVER e incluso, yendo mucho más atrás, de la emoción de su inolvidable EDUARDO MANOSTIJERAS hasta el macarrismo insolente de BITECHUS. Sí, ecos de todas ellas en medio de estas sombras vampíricas, rubricadas por una  selección de canciones deliciosamente setentera. Hasta aquí lo que un defensor a ultranza de Burton como yo puede defender. Pero no todo es tan estimulante, amigos. Los altibajos del guión, demasiado apresurado y referencial, lleno de lugares comunes, en especial en el tramo central del relato, provocan que Burton nunca encuentre el tono exacto de su película. A veces quiere ser ligera e intrascendente, otras más profunda y emocional, casi con un halo trágico. Sí, todo parece estar en su sitio, pero en vez de esforzarse por levantar de verdad la película, de buscar nuevas soluciones visuales, la mayor parte del tiempo tira por el camino más trillado, a lo seguro, sin riesgos ni sorpresas. Todo discurre sin sobresaltos (ni para bien ni para mal) por esa senda conocida, asumiendo una especie de condena creativa de por vida, con cierta dejadez formal (aunque con momentos brillantes de hermosa plasticidad, por supuesto), con el piloto automático puesto, incapaz de separarse de su propio legado. ¡¿Y cómo puede desaprovechar así al mismísimo Alice Cooper?!. Vale, comprendo que Burton esté pasando por su particular pitopausia artística, cansado y a medio gas, pero ya va siendo hora de que, como antaño, el genio del pelo eléctrico vuelva a poner toda la carne en el asador y nos deje boquiabiertos y ojipláticos. Quizás necesite un par de viagras en forma de guiones excepcionales, algo de lo que hace años no disfruta. Próxima parada: FRANKENWEENIE.

- Lo mejor: Johnny Depp

- Lo peor: Tim Burton imitando a Tim Burton

  CABEZAS

Nada mejor para arrancar este viernes que echarle un vistazo al flamante trailer de la nueva de Quentin Tarantino, un spaghetti western largamente ansiado y deseado. A estrenar a finales de diciembre. Disfruten todos...

LA CHISPA DE LA VIDA/España/2011
Presto y rápido como un leopardo del mismo centro de Bilbao, cuando aún los viciados efluvios de esa  jodida maravilla titulada BALADA TRISTE DE TROMPETA flotan en el aire, el bueno de Alex de la Iglesia estrena en tiempo record su siguiente peli y, por segunda vez, con guión ajeno. Producción gestada y filmada a toda pastilla, empujada quizás por un algo de oportunismo sobre los tiempos oscuros que nos ha tocado vivir, LA CHISPA DE LA VIDA supone un escalón más (escaloncito en este caso) en la formidable carrera del cineasta vasco, sin discusión uno de los tipos más interesantes y coherentes del planeta. Dicho esto, ahora toca apostillar: LA CHISPA DE LA VIDA seguramente sea su película menos inspirada. Razones: da la impresión de que, insisto, siendo perfectamente coherente con la visión que Alex tiene sobre el mundo, la ha hecho con cierta desgana, con el piloto automático. Le falta empuje, brío y, sobre todo, potencia visual. Resulta chocante una planificación tan... plana, y su escaso atractivo estético. No hay riesgo ni ese punto de locura kamikaze tan propia de su cine. Todo está, guión incluido, a un peligroso medio gas que no beneficia nada. ¿Contención? ¿Madurez? ¿Equilibrio?... Tonteridas. LA CHISPA DE LA VIDA se resiente, y mucho, de un guión de esos que tienen una brillante premisa pero que se queda ahí: a mitad del metraje ya nos la sabemos del todo. Aunque estoy seguro de que Alex ha metido sus habituales morcillas en el texto, el problema es que aquí rechinan y resuenan forzadas en un libreto que, por mucho que lo pretenda, jamás logra volar alto. Quizás por un discurso demasiado evidente, demasiado explícito, quizás por una panda de secundarios notablemente desaprovechados, quizás por un desarrollo tan plano, quizás porque el invento no daba mucho más de sí. Esta vez el esperpento marca de la casa resuena en las orejas algo forzado y vulgar, notablemente light y jugando en territorios ya muy transitados. Lejos de la rabia, las tripas y el corazón con la que el vasco se vacío en BALADA TRISTE..., una película a tumba abierta, aquí me da la sensación (y es la primera vez que me ocurre con su cine) que hay algo de impostura, algo falsario, algo redundante. Incluso en la dirección de actores se nota cierta desidia. José Mota, en su difícil debut en pantalla grande, aguanta el tirón con duros altibajos, mientras que Salma Hayek le replica alternando simple oficio con instantes de pura verdad. Ni siquiera la habitual troupe de secundarios consigue sacar brillo al resultado final. Así pues, la obra más pequeña (en todos los sentidos) de una admirable filmografía. Pequeño bajón de intensidad para una película correcta y entretenida, pero nunca brillante (ni tampoco indigna).

- Lo mejor: algunos matarían por que ésta fuese la peor película de sus carreras


- Lo peor: la tibieza y el riesgo calculado no casan bien con tu cine, Alex

  CABEZAS