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 INSIDIOUS / EEUU / 2010
Ya lo decía Philip K. Dick: "los marcianos llegan en oleadas". Y lo que dice el maestro va a misa, amigos. Como los grandes gerifaltes de esto del cine en general carecen de imaginación, una vez expoliada la década de los 70, toca arrasar los 80. Y no, no hablo sólo de remakes, sino de tonos, estilos y tempos narrativos. Aunque INSIDIOUS no es un producto de gran estudio, ni James Wang estrictamente un mercenario (aunque su nombre siempre estará asociado a la saga SAW, lo que es algo injusto), una vez más los referentes se anclan en un momento muy puntual del género (sí, los 80) y, aún más, en una sola película con la que comparte tono, estructura y, prácticamente, toda la idea central del relato: POLTERGEIST. Curiosamente, parece que la figura de ese Spielberg en su momento de gloria está siendo reivindicada con fervor en los últimos tiempos (como comentábamos hace un rato con SUPER 8), y no solo su filmografía per se, sino también en su faceta de productor. INSIDIOUS comienza como un relato de fantasmas/casa encantada tradicional, con una primera media hora muy, muy inquietante y que logra tensar los nervios a un nivel muy respetable, como en los viejos tiempos, jugando con la sugerencia más que con el efectismo, manejando los resortes más elegantes antes que la explosión de fuegos artificiales. En este tramo, Wang, que sabe muy bien lo que se hace, incluye dos pequeñas novedades en una historia por otra parte de manual: los padres, después de los primeros síntomas chungo-ectoplásmicos, con un sentido común inaudito en el género, se mudan de casa (¡aleluya!) y después el niño, pivote central hasta el momento de la historia, cae en coma. Mola, ¿no? Estos dos detalles son suficientes para mantener el interés en una película que demasiado pronto muestra sus cartas, incluyendo la visita de una medium bajita y los dos científicos frikis de rigor (¿os suena?), que por sorpresa incluye un soterrado homenaje a SANDMAN, por cierto. A partir de este momento, por si no había quedado claro, los guiños a POLTERGEIST se suceden uno detrás de otro, convirtiendo a INSIDIOUS en una especie de trasunto actual de la película de Hooper/Spielberg, añadiendo algunos apuntes novedosos aquí y allá, y que al fin nos permite ver lo que aquella nos ocultó: el viaje iniciático de ese padre en busca de su hijo perdido en el más allá, un limbo espacio-temporal que por su minimalismo hasta resulta interesante. Por el camino quedan cosas bastante chuscas (el demonio rojo ese haciendo el ganso...), momentos puntuales de una comicidad un tanto forzada y la sensación general de que no hemos visto nada nuevo, pero que contiene los suficientes elementos y detalles novedosos (ojo, sólo detalles) como para no sentirnos estafados, e incluso disfrutar mucho con la función. INSIDIOUS ni siquiera es la mejor película de James Wang (recuperad DEAD SILENCE a la voz de ya), pero le confirma como un cineasta estimable: inteligente, efectivo y que sabe contar una historia de género con elegancia y pulso firme, sin alardes de autor innecesarios ni moderneces videocliperas para crepusculitos. Que ya es mucho.

- Lo mejor: los elementos originales (y hasta sorprendentes) dentro de una trama de manual

- Lo peor: que la referencia principal de la película sea tan clara y explícita

  CABEZAS





SUPER 8 / EEUU / 2011
Dirección y guion: J.J. Abrams 
Producción: J.J. Abrams, Steven Spielberg y Bryan Burk
Música: Michael Giacchino 
Fotografía: Larry Fong
Montaje: Maryann Brandon y Mary Jo Markey
Diseño de producción: Martin Whist
Vestuario: Ha Nguyen.
Interpretación: Joel Courtney (Joe Lamb), Kyle Chandler (Jack), Amanda Michalka (Jen), Elle Fanning (Alice), Gabriel Basso (Martin), Ron Eldard (Louis), Noah Emmerich (Nelec), Riley Griffiths (Charles), Zach Mills (Preston), Ryan Lee (Cary)


SUPER 8 se ha ganado el título de "película del verano 2011" amigos. Al menos en lo que se refiere a la expectación creada, a los abultados resultados de taquilla y la cálida recepción crítica que está disfrutando. Sin embargo, en la nueva peli de ese pope audiovisual multiplataforma que responde al nombre de J. J. Abrams hay bastante donde rascar. Para empezar, repito lo que ya se ha dicho y escrito hasta la saciedad: sí, SUPER 8 es un homenaje explícito al cine juvenil de los 80. Y sí, SUPER 8 es una declaración de amor al cine de Spielberg pero, ¿esto basta para que sea una película memorable? Pues va a ser que no. Vamos por partes.

SUPER 8 tiene cosas muy buenas, algunos aciertos maravillosos, pero también una serie de elementos más bien reguleros, netamente derivativos y mal construídos. Todo ello, hallazgos y cagadas, se mueven en una sola dirección: provocar en el respetable ese difuso sentimiento, dificil de definir, al que llamamos  nostalgia. Abrams construye toda su película con la certeza de que su target objetivo, más que infantil/juvenil, son (somos) los treintañeros que crecimos viendo todas esas películas en tiempo real. Ya sabeis de lo que hablo: LOS GOONIES, GREMLINS, REGRESO AL FUTURO, EXPLORADORES, NUESTROS MARAVILLOSOS ALIADOS, JÓVENES OCULTOS, EL SECRETO DE LA PIRÁMIDE, NOCHE DE MIEDO etc... Aventuras y fantasía en estado puro. A la vez, y dado que el Spielberg productor aparece al mismo tamaño que el director, desempolvando de paso el logo de su añorada Amblin, Abrams se siente respaldado para fusilar, directamente, algunas secuencias de su referente, extraídas a machete de E.T., ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE y PARQUE JURÁSICO, mayormente. Pero la dependencia del cineasta Spielberg no termina aquí, no. Todo SUPER 8 es un esfuerzo desesperado por mimetizar su estilo, su mirada: esos bonitos reflejos anamórficos en las lentes, las extensas urbanizaciones de clase media, los paseos en bici de la chavalería, los elegantes movimientos de grúa, la música de Giacchino imitando al gran John Williams, el retrato de las familias (en especial la del director de peli amateur, spielbergiana 100%)... y podríamos seguir un rato largo.

Toda esta referencialidad que raya en la obsesión no es el mayor problema de SUPER 8. El principal escollo es un guión que no sabe cohesionar todos estos elementos, la masilla parece agrietarse y amenaza con derribar el edificio fílmico. El guión del propio Abrams dispara en demasiadas direcciones, tratando de abarcarlo todo y abarcarlo ya, sin ser capaz de focalizar la acción y la emoción, siquiera el género de la película, dando una serie de bandazos peligrosos durante la mayor parte del metraje. Es ésta una peli sin nudo, sin segundo acto, donde todo el cacao, que no es poco, se resuelve con urgencia y cierta desidia en las ideas. En medio, un caos que trata de pivotar sobre dos conceptos sencillos: la pérdida y la empatía (los mismos que vertebraban E.T., por cierto). Hubiese sido mucho más jugosa la jugada si en vez de intentar colar tropocientas ideas, subtramas y giros de guión Abrams se hubiese centrado en esto, pues aunque de una manera un tanto simplista  prólogo y conclusión encajan con coherencia (el medallón), el resto va danzando con sensación de descontrol. Hasta uno de los hallazgos más molones de la peli, esa suerte de cine dentro del cine (¡con zombies!), se acaba por diluir entre tanto bombardeo de ideas que no acaban de cuajar. De hecho, está tan desaprovechado que la proyección de la película de los chavales durante los créditos (que no hay que perderse) parece lo único personal que Abrams ha puesto en su película, alejándose un poco de la alargada sombra de su mentor. Incluso en su climax final, repito, precipitado, el diseño del alien es más bien poco atractivo, de "piloto automático", hasta tal punto que se podría decir, también, que SUPER 8 es un "MONSTRUOSO para niños".


Pero tampoco sería justo ignorar que, pese a todo, SUPER 8 tiene momentos de gran cine, secuencias, instantes, planos que logran recuperar al 90% esa magia, ese "sense of wonder" tan añorado. Y lo más curioso es que todos esos oasis de belleza Abrams los gestiona en las distancias cortas: su control del prodigioso casting infantil en los momentos más delicados es magnífico, y logra sacar emoción sincera, como el prólogo o el sensual acercamiento entre la pareja protagonista mientras ella interpreta a un zombie (¡precioso!), o algunos momentos en los que los secundarios toman las riendas (ese pirómano en miniatura, el pretendiente fumeta...). Esos momentos de recuperación de la infancia funcionan, transmiten verdad y sensibilidad, muy lejos del estruendo y la confusión de sus alrededores. Aunque indudablemente entretenida y moderadamente divertida, es una pena que finalmente SUPER 8 resulta tan irregular, tenga tantos altibajos y sólo sea capaz de cumplir sus objetivos a ratos. Como no conozco en profundidad las obras del amigo J.J. en la tele, y sólo he visto sus incursiones en celuloide (MISIÓN IMPOSIBLE 3: del montón; MONSTRUOSO, como productor: interesante; STAR TREK: magnífica), ignoro si hay algo de impronta personal en esta película (yo desde luego no la capto). Más bien SUPER 8 es un ejercicio de escaneo en alta definición de los referentes comentados, adaptándolos a la tecnología del s.XXI, proceso en el que han perdido gran parte de su alma. Falta aquí la claridad de ideas y el sentido de la aventura de LOS GOONIES o la mala leche de GREMLINS o JOVENES OCULTOS. Quizás Abrams no haya sabido entender que la nostalgia es un espacio para la memoria, no para instalarse en ella cual okupa. O quizás es que ni estos sean los 80 ni nosotros somos ya niños. O quizás es mejor que reviseis un par de joyas recientes: EL GIGANTE DE HIERRO y mi recomendación especial, esa delicia halloweenesca que sólo se estrenó (incomprensiblemente) en DVD, TRUCO O TRATO, ambas para comprobar en vuestras carnes qué es lo que le falta y le sobra exactamente a SUPER 8. Dicho queda.



- Lo mejor: el extraordinario casting de niños, suya es la película

- Lo peor: la falta de personalidad y efectividad del conjunto entre tanta referencia, ruido y confusión

  CABEZAS


 SECUESTRADOS/España/2010
Otra vez ha ocurrido. SECUESTRADOS ha tenido mucha más repercusión fuera que en la taquilla patria, sobre todo a raíz de los comentarios surgidos tras su proyección en el último festval de Sitges. Parece que seguimos teniendo en esta santa tierra los prejuicios bien armados respecto a lo que nuestros cineastas cocinan en casa, desterrando o ignorando muchas veces películas muy potentes que no han sabido o podido competir con tanta medianía que nos llega de todas partes. Y no, no es un ataque de patriotismo absurdo, es la constatación de que aquí se hace tan buen y mal cine como en cualquier parte del globo. Porque el segundo largo de Miguel Ángel Vivás no tiene nada que envidiar a cualquier producto foráneo de similar concepto, y los hay a patadas. La aproximación al horror del proyecto y de su director es frontal, sin paños calientes, huyendo de cualquier manierismo forzado pero, a su vez, construyendo la narración con un alarde de puesta en escena que, milagrosamente, nunca entorpece el ritmo ni la brutal intensidad de la historia. Apenas seis o siete largos planos-secuencia bastan y sobran para ocupar todo el metraje, coronando el ejercicio de estilo fílmico con un par de escenas a pantalla partida que, por una vez, están justificadas y ayudan al jodido impacto que esta película es capaz de provocar. Un alarde de planificación, interpretación y sapiencia cinematográfica muy difícil de redondear con brillantez que el director acaba manejando como un Scorsese en sus tiempos mozos. Vivás puede estar orgulloso. Aunque SECUESTRADOS está muy cerca de otras propuestas cercanas al género del terror, digamos, sin elementos sobrenaturales (en la misma liga de los dos FUNNY GAMES de Hanneke, por ejemplo), o incluso bordeando eso que llamaron "torture porn", con la diferencia, amigos, de que esto no es divertido. Su director prescinde del dilema ético o la "moraleja" y de cualquier intento de hacer respirar la película o aliviar la tensión, para mostrar el horror humano de frente y con muy pocos asideros para el espectador. Tanto, que sus últimos cinco minutos pueden ser muy difíciles de soportar para una gran mayoría del respetable, pues asistimos a una coda de pura crueldad que rubrica una historia de la que pudimos haber vislumbrado la luz por unos instantes. Agobiante, tensa, brutal, claustrofóbica, violenta, desgarradora para finalmente abandonarse al nihilismo absoluto, se podría tachar al propio Vivás de, en el fondo, jugar con la pornografía de los sentimientos, de no ser más que un agitador sensacionalista. Puede ser, pero yo prefiero considerarle un valiente sin complejos, un tipo al que hay que seguir la pista pero ya. SECUESTRADOS podría ser la hermana de sangre de aquella joyita ya olvidada del horror abstracto llamada LOS EXTRAÑOS, que teorizaba acerca del mal como inercia. Recomendada para el que se atreva.

- Lo mejor: el valiente planteamiento de la película y la coherencia y firmeza con la que se lleva a cabo, y la absoluta entrega de Manuela Vellés a su papel

- Lo peor: los roles "bueno-malo" entre los secuestradores y algún que otro detalle chirriante

  CABEZAS


Demasiado tiempo hacía que no recopilaba algunos de los trailers de los proyectos más esperados por estos lares, y que deberían estrenarse antes de fin de año. Pues aquí van unos cuantos, firmados por gente tan ilustre como Fracis Ford Coppola o el demente de Lars Von Trier... Ale, háganse la boca cataratas con TWIXT, MELANCHOLIA y otras hierbas menos distinguidas...













Disculpad, pero mi ciudad está invadida por las tropas de Saruman emitiendo sobrenaturales tonadas a todas horas, por tierra, mar y aire, en metro y en superficie, a la sombra y al sol, acechando tras las esquinas, sonrosados y sonrientes, agitando banderas y proclamas demenciales. Rezan de rodillas por mi alma inmortal, dicen, pero yo no les oigo. Afortunadamente el demiurgo también inventó el iPod y los auriculares de DJ. Y a los Ghost.


 SOURCE CODE / EEUU / 2011
Dar la campanada con una ópera prima siempre es un problema. Ya sabeis, el listón demasiado alto, las expectativas se disparan y todo el mundo espera esa segunda obra con las garras afiladas, la que se supone ha de decidir si el éxito precedente ha sido un milagro puntual fruto de la casualidad o el sujeto en cuestión tiene talento y ganas de perdurar. Duncan Jones pegó un considerable pelotazo con MOON a raíz de su triunfo en Sitges 2009, una notable muestra de ciencia-ficción pura (sci-fi hard, como dicen algunos imitando a Chiquito) en el que el gran espectáculo era de ideas y no de fuegos artificiales. Bonita papeleta para Duncan, que en vez de encerrarse en un sótano oscuro durante cinco años para elucubrar una presumible obra maestra (la que muchos esperaban como segunda película) se deja seducir por Hollywood y tira por la tangente con estrella de por medio (un muy solvente y carismático Jake Gyllenhaal), urgencia narrativa (la peli no llega a 90 minutos, créditos incluidos) y un tono general mucho más ligero y trotón que su obra precedente. SOURCE CODE hinca los dientes de nuevo en la ciencia-ficción como fondo contextual, aunque la esencia de peli se mueve por los terrenos del thriller, claramente. Se podría decir que este pretexto genérico es el que permite a Jones, a través de un ingenioso, conciso y funcional guión, expandir y jugar con los mecanismos del thriller tecnificado, logrando una sugestiva mezcla de conceptos que se apoyan en su milimétrica gramática audiovisual. Una misma secuencia temporal de ocho minutos que transcurre en un mismo escenario (tan cinéfilo como un tren), una situación repetida a la que el protagonista es lanzado una y otra vez para desentrañar el misterio y, una vez más, salvar muchas vidas. Sí, entramos en los terrenos de la física cuántica, los viajes en el tiempo y el multiverso, pero que nadie salga corriendo: toda esa parafernalia científica sólo es un envoltorio molón para que el sólido engranaje de SOURCE CODE avance sin freno hacia el final, como ese tren abocado a la tragedia, logrando un thriller de pura cepa, puro nervio, poco pretencioso y muy juguetón, suficientemente ingenioso (pero no sorprendente) cuya único punto flojo es un forzado happy end que más bien parece impuesto por factores externos. Recordad cuando el reloj se para y el tiempo se detiene: ése es el verdadero final de la peli, lo que viene después es un postre fuera de menú y mal cocinado. No obstante, este tropezón final romanticoide-metafísico-yeyé no logra oscurecer para nada esta inusual aunque coherente segunda película de Duncan Jones, coherente porque se mantiene fiel al género y sigue lidiando con cuestiones acerca de la identidad humana, con un muy justo uso de los efectos especiales, e inusual porque seguramente nadie se esperaba algo así, tan ligero y adrenalínico. Muchos ya se llevan las manos a la cabeza por el bandazo de Jones al "cine comercial". A mí no me preocupa en absoluto. Por mi parte, se mantiene el interés en este director, aunque, sobra decirlo, SOURCE CODE no tiene ni la ambición, ni el riesgo ni la altura de miras de esa joya titulada MOON. Seguiremos vigilando, Duncan.

- Lo mejor: poder encasquetarle eso de "espectáculo inteligente" sin rubor, y la fidelidad de Duncan Jones con la ciencia-ficción

- Lo peor: doble final meloso y forzado al canto. No traiciona la película, pero sobra

  CABEZAS