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THE MINDSCAPE OF ALAN MOORE / Inglaterra / 2003

Director: Den Vylezn
Guión: Den Vylezn y Moritz Winkler
Intérpretes: Alan Moore, Glenn Doherty y Flo
rian Fisher


Intro rápida para neófitos:

Alan Moore es un escritor británico (recluído en su residencia de Northampton), conocido mayormente por su trabajo en comics, aunque también ha publicado una novela (VOICE OF THE FIRE) y ha extendido su curiosidad creativa a los campos de la música, la poesía, la performance... e inclusive la magia y el chamanismo (!). En su rol principal de escritor de historietas, Moore ha creado algunas de las obras más influyentes de la historia del medio, entre ellas V FOR VENDETTA, WATCHMEN, THE LEAGUE OF EXTRAORDINARY GENTLEMEN, TOP TEN, FROM HELL y BATMAN: KILLING JOKE, entre muchas otras. Resulta curioso que, junto con Frank Miller, quizás sea el autor de cómic más célebre y seguido del mundo, y resulta más raro áun que lo sea por su faceta exclusiva de guionista, pues excepto en sus comienzos, nunca ha ilustrado nada. ¿Conoceis algún otro guionista superstar?...


En el momento del estreno veraniego de LA LIGA DE LOS HOMBRES EXTRAORDINARIOS, Alan Moore decide apartarse por completo de todo lo que tenga que ver con adaptaciones de su obra. No solo se desentiende de colaborar, sino que obliga a retirar su nombre de los créditos a la vez que disfruta soltando improperios (la mayoría de las veces comprensibles, otras no tanto) en contra de las versiones fílmicas de sus cómics. Si LA LIGA fue un absoluto fiasco, una grandilocuente hez audiovisual que se esforzaba en machacar una por una todas las virtudes de su delicioso referente impreso, FROM HELL resultó una digna adaptación-resumen, V DE VENDETTA una agradable sorpresa con muchas más virtudes que defectos y por último (por el momento) la popular WATCHMEN, de la que un poco más abajo teneis el comentario. Así pues, y mientras el bueno de Moore se divierte lanzando veneno contra sus "adaptadores", THE MINDSCAPE OF ALAN MOORE es su única colaboración activa con el universo audiovisual, si obviamos las conversaciones que mantuvo con Terry Gilliam acerca de WATCHMEN, que consistieron básicamente en convencerle de que era inadaptable., y su espectacular aparición especial en LOS SIMPSON (¡!). Y es que THE MINDSCAPE no es un documental sobre Alan Moore. Es Alan Moore, o al menos todo lo él ha querido que sepamos, más allá del legado de su obra.



Este documental engancha (o no) por una curiosa característica que se mantiene durante todo el metraje: la única voz (literalmente) que oiremos será la del propio Moore, hablando en primera persona sobre sí mismo, sobre su obra y, ante todo, reflexionando acerca del mundo que le rodea, en ocasiones en tono filosófico, otras con un aire más relajado, aunque casi nunca atento a superficialidades. En los únicos momentos en los que la narración se quiebra, otra voz toma el control, pero para "interpretar" textos íntegros del autor, especialmente destacable el fabuloso monólogo inicial de Rorschach en WATCHMEN, con el que, además, se hace una curiosa anticipación visual de lo que ha sido su versión fílmica, unos cuantos años antes. Visualmente el documental bascula entre la imagen del propio Moore (que ya es mucho... el documental se grabó en el salón de su casa) mientras trata de enriquecer con imágenes (en ocasiones bastante lisérgicas, lo que me parece un acierto) las palabras que el omnipresente Alan Moore escupe como una ametralladora.


Evidentemente, a cualquiera que no esté un poco familiarizado con la obra de Moore, este documental puede parecerle un tostón... al menos al principio. Tras el repaso un tanto anárquico de su vida y milagros, Moore se centra (con algo de cachondeo soterrado) en su "etapa esotérica", en el momento en que decidió proclamarse ante el mundo como "mago" y en las connotaciones que la magia ha tenido a lo largo de la historia, sus relaciones con el arte, con la sociedad y con la cultura. Para mí esta ha sido la gran sorpresa del documental, pues sus reflexiones abren nuevas vías de comprensión, no sólo acerca de su obra, sino sobre muchos otros temas que el muy ladino es capaz de hilvanar con una sencillez y una (aparente) coherencia que desarman al instante. Es posible que pueda parecer un cuentista, o un flipado de la vida, o un anarquista con ínfulas de sabio cavernícola, o vete tú a saber qué, pero el caso es que sus palabras y su esquinado sentido del humor hipnotizan y provocan la reflexión inmediata, un poco como las de Alejandro Jodorowski, otro elemento de cuidado con relaciones íntimas entre la historieta y la magia. Prometo un comentario sobre EL TOPO en breve.

Alan, ayer por la tarde

- Lo mejor: imprescindible para cualquier lector de su obra, y para cualquier curioso en general
- Lo peor: ataques intermitentes de alanmooritis aguda


CABEZAS




MAX PAYNE / EEUU / 2008
Dirección:
John Moore.
Guión: Beau Thorne; basado en el videojuego.
Producción: John Moore, Julie Yorn y Scott Faye.
Música: Marco Beltrami y Bucks Sanders.
Fotografía: Jonathan Sela.
Montaje: Dan Zimmerman.
Diseño de producción: Daniel T. Dorrance.
Vestuario: George L. Little.
Interpretación: Mark Wahlberg (Max Payne), Mila Kunis (Mona Sax), Beau Bridges (B.B. Hensley), Chris "Ludacris" Bridges (James Bravura), Olga Kurylenko (Nathasha), Amaury Nolasco (Jack Lupino), Chris O'Donnell (Jason Colvin).

Vas caminando por la calle una noche de un fin de semana cualquiera, vuelves solo a casa con un agujero en el estómago y la imagen de algo comestible bulle en tu cerebro. Pasas delante de un McDonalds. Las luces brillan, reclaman tu atención. Sin pensarlo ya estás dentro devorando un trozo de carne y pan que sabe igual en cualquier parte del mundo. Cuando llegas a casa sigues con hambre, notas una ligera acidez de estómago y la hamburguesa no es más que un recuerdo difuso. A la mañana siguiente ni siquiera recuerdas que anoche devoraste una hamburguesa. Eso es MAX PAYNE.


Me resulta hasta difícil explicaros lo insulsa que es esta película sin alma. Todo está en su sitio, aparentemente, pero nada de lo que sucede en pantalla despierta el más mínimo interés: ni la trama, ni el apartado visual, ni los diálogos, ni los actores, ni un solo plano... nada. Las imágenes y los minutos transcurren cansinos, aburridos, estúpidos hasta que en el plano final uno suspira aliviado antes de sufrir esos horripilantes créditos en 3D que parecen sacados del sueño onanista de algún tarado de la Asociación Nacional del Rifle. No hay la más mínima tensión ni intención de que la haya: todo en esta insulsa hamburguesa audiovisual transcurre por caminos más que trillados, y lugares comunes. Ni siquiera ese aspecto de policiaco con ribetes fantásticos hace arquear ni una sola vez las cejas. Las supuestamente espectaculares escenas de acción con millones de tiros y casquillos volando se han visto mucho mejor en muchas otras pelis. Mucha pose tenebrosa de postal, montaje videoclipero y estética gótico-postmoderna que no logra, para más inri, disfrazar un poco la interpretación (por decir algo) de un Mark Wahlberg hierático, inexpresivo y con permanente expresión de estreñimiento, incapaz de insuflar un poco de vida a su personaje, que sólo parece tener dos registros: con chupa de cuero y sin ella.


MAX PAYNE es un lamentable, penoso, casi insultante ejemplo del cariz que la mayoría del cine comercial yanqui ha tomado en los últimos tiempos: montar el trailer alrededor de dos o tres money-shots (esos planos espectaculares que "abren el apetito" con la única intención de que el personal acoquine en taquilla), atronar con la música, meter en el poster una cara conocida y confiar en que el que el éxito de un material previo (en este caso un multipremiado videojuego) hagan el resto. Pues muy bien. El señor John Moore (que ya avisó de sus dotes con su horripilante revisión de LA PROFECÍA) consigue una triple utopía: que un videojuego tenga mucha más enjundia, interés y profundidad dramática que su adaptación al cine, que a su lado CONSTANTINE (con la que comparte más de un aspecto) parezca una obra maestra y que uno no sea capaz de recordar nada de la película pasados 15 minutos.

¡Olé!

- Lo mejor: la chupa de Payne es molona
- Lo peor: en sí misma es "lo peor"


CABEZAS


LOST HIGHWAY / EEUU-Francia / 1997
Director: David Lynch
Guión: David Lynch y Barry Gifford
Música: Ángelo Badalamenti
Fotografía: Peter Deming
Intérpretes: Bill Pullman, Patricia Arquette, Balthazar Getty, Robert Blake, Robert Loggia, Natasha Gregson-Wagner, Gary Busey, Jack Nance, Richard
Pyor

Hay películas que perturban, deslumbran, inquietan y sacuden algo por dentro, todo a la vez. Hay películas que marcan, y, cosas de la vida, yo estoy marcado por LOST HIGHWAY. Como en la mayoría de la obra de David Lynch, intentar verbalizarla supone ya de por sí una especie de traición. Aunque con muchos rasgos analíticos, lo que bulle es LOST HIGHWAY es el misterio en su más pura concepción, las sensaciones, las texturas y una especie de sobredosis de estímulos de todo pelaje (desde el sonido hasta los meandros de una historia aparentemente imposible). En definitiva, los sentidos disparados hacia la abstracción, pero no una abstracción fría y cerebral, sino completa y absolutamente emotiva. Una experiencia audiovisual en su sentido más amplio. Una obra maestra.

Los habitantes de la casa deshabitada

Con semejante intro ya habreis deducido que yo adoro esta película. En el momento de su estreno pasé por el cine cuatro veces (pases de prensa incluídos, tremendos), como hipnotizado por sus imágenes y, casi más importante, por su sonido, y por el magma resultante de mezclarlo con ESTA historia. Al principio fue un impacto brutal, después comenzó el alucine y comentar la película con cualquiera que se pusiese a tiro, más tarde llegó el ansia de desbrozarla, arrancarle las capas, y por último una especie de frenesí histérico por resolver el misterio y darle estructura a esta historia circular garabateando servilletas en la cafetería de la facultad. Me quedé con dos circunferencias que se cortan en dos puntos, y la cosa tenía sentido, pero algo se me escapaba, algo intangible, unas conexiones invisibles e imposibles de racionalizar, pero que están ahí, un 20% del misterio sin resolver. Ayer volví a verla, y otra vez descubrí cosas que se me habían pasado, detalles, simetrías cruzadas, pero el cerebro volvió a abandonarse al misterio. Ese 20% inalcanzable sigue ahí y es lo más grande de LOST HIGHWAY, el inabarcable universo de la memoria, que se quedará sin resolver... para siempre.

Mystery Man

Siempre jugando con el periodista de turno que trata de que el autor le explique el significado de la película en tres frases, Lynch ha dicho de LOST HIGHWAY cosas como "es cine negro del s.XXI", "he leído en una revista médica que trata de una fuga psicogénica" o "lo del telefonillo del comienzo me ocurrió a mí"... Siempre esquivo en estos temas, ya que opina, con muy buen criterio, que si una peli no habla por sí misma es que algo se ha hecho mal, la clave para sumergirse en esta película es, simplemente, dejarse llevar. Las preguntas vendran después, porque si vienen durante, te has cargado la experiencia. El precedente más evidente de ese increíble monumento cinematográfico llamado INLAND EMPIRE.


En un sentido muy amplio del género (algo que horrorizaría a Garci), LOST HIGHWAY es puro cine negro, o mejor, un auténtico film noir. Las cartas están ahí y bien claritas: un saxofonista en plena crisis matrimonial, una esposa aburrida y fría en la cama, celos, asesinato, un mafioso de gatillo fácil, dos parejas de policías (¿o será una?), un jovenzuelo encoñado hasta las trancas, un robo, una traición, malas compañías y una femme fatale de rubio platino con picores uterinos (¿o serán dos?). Con estos elementos tan recurrentes, la primera mitad de la película (hasta que Fred Madison de "fuga") es un ejercicio de estilo que te deja pegado al sillón. Como si Bergman hubiese dirigido una película de terror psicológico, esta primera hora resulta asfixiante, claustrofóbica y muy, muy inquietante. La gélida vida en común de esta pareja al borde del divorcio tiene su reflejo estilizado en la propia casa que comparten: laberíntica y desnuda, fría y un punto sórdida, siempre silenciosa, llena de recovecos, esquinas y zonas de absoluta oscuridad impenetrable (que Fred acostumbra a penetrar, por cierto) hacen que jamás sepamos muy bien dónde están los personajes en cada momento, del mismo modo que nunca estamos seguros de qué está ocurriendo entre ellos exactamente. Una misteriosa cinta de video en la que se ve su propia casa grabada con una videocámara, primero desde fuera, después en el interior, hace tambalearse esta situación (o la situación mental del propio Fred) hasta llegar a ese punto de inflexión, de no retorno, que hace que la película se cierre en banda sobre sí misma para después abrirse en abanico y, aparentemente, dar paso a otra historia. La luz de verano vence a las tinieblas de esa casa, la juventud y la inocencia a la sospecha y el terror. Sin embargo, el juego de espejos no tarda en aparecer, enturbiando poco a poco este mundo idílico con aguas fangosas. El jovencillo Pete Dayton pronto se ve desbordado por una relación apasionada y muy sexual con la chica de un ganster local que le aprecia, paso a paso la vida este chico va desembocando hacia el descontrol y el asesinato, del mismo modo que ocurrión con Fred, y este es el momento en que es mejor no decir nada más, sólo que aquí llega uno de los polvos más hermosos de la historia de cine, dosc uerpos polvorientos ardiendo en pasión "quemados" por los faros de un coche al ritmo de Song of the Sirens de This Mortal Coil. Retomando el concepto de "fuga psicogénica" (por cierto, un desequilibrio mental real), "fuga" alude tanto a su significado más directo de huída de algún lugar (mental o no) pero también a su significado de pieza musical en tres movimientos, en la que el tema principal del primero da paso a un segundo leiv motiv completamente distinto, para fundirse ambos en un tercer movimiento conjunto que llega hasta el final.

"Nunca me tendrás..."

La música. De los cineastas que conozco, Lynch es de los pocos que le otorgan un nivel absolutamente narrativo no sólo a la musica, sino al sonido, ese gran olvidado del cine. Tanto es así, que en sus rodajes siempre hay música sonando como ambiente (seleccionada por él), y suele rodar con auriculares a través de los que oye música apropiada para la escena. El propio David es músico, ha colaborado con su colega Ángelo Badalamenti en algunas bandas sonoras y ha escrito cosas para la cantante Julee Cruise, y además con LOST HIGHWAY plantó a los distribuidores una exigencia para proyectar su película: la banda de sonido debía escucharse en sala un 25% más fuerte que el nivel estándar. Y os juro que lo cumplieron: cuando los Rammstein irrumpen con sus acordes industriales, las paredes del Renoir de Madrid se venían abajo. Si la revisais en casa, no olvideis de bajar las persianas a tope y subir el volumen, y es que la banda sonora de esta película es magistral. El score compuesto por Badalamenti se cohesiona con unos cuantos temas pop, rock y jazz hasta configurar un todo indivisible. I´m Deranged, de David Bowie, será para siempre la canción que identifique esta película, hermosa, misteriosa, sexy, perfecta. Los acordes del This Magic Moment de Lou Reed quedarán sellados para siempre a la imagen de Alice bajando del cadillac con su vestido de satén blanco. Marilyn Manson nunca ha sido mejor embajador del desasosiego como aquí, y los Rammstein, sencillamente, atruenan en los momentos más heavy de la función, justo en el momento en el que yo los descubrí como grupo y me quedé a cuadros. Inolvidable en speech amenazador de los alemanes mientras observamos una gran pantalla en blanco y negro con el rostro de Alice gimoteando de placer. Cada pieza musical está en su sitio y tiene su función en este increíble engranaje creativo. El sonido, además, configura una precisa capa de textura sin el que la peli no se entiende, en especial en la primera parte. Un leve zumbido, un suave colchón de mal rollo que lo acaba invadiendo todo, fusionandose con los acordes disonantes in crescendo de Trent Reznor, que desembocan en la impactante secuencia final, todo, ritmo, música, imagen, montaje, todo acaba explotando y, de repente, regresando al sereno Bowie. Los pelos como escarpias.

This Magic Moment

Bill Pullman firma aquí, sin duda, el mejor trabajo de su anodina carrera. Su rostro de tipo corriente funciona a las mil maravillas, retratado con fijación por la curiosa cámara de Lynch, interesada mucho más en las sombras que en las luces. Patricia Arquette se lleva la palma como Renee/Alice, dos mujeres de rasgos aparentemente opuestos (fría/introvertida frente a sexy/decidida) que, quizás, sean una sola mujer. Otra vez la cámara de Lynch la acaricia con devoción, provocando tensión o calentura, dependiendo del caso. Balthazar Getty lidia sin problemas con su personaje pero, una vez más, los secundarios "made in Lynch" son los que marcan la diferencia. Ese Mr. Eddie desatado con el pétreo rostro de Robert Loggia, en linea de los mejores villanos de Lynch (el Frank Booth de TERCIOPELO AZUL que nos regaló Dennis Hopper). Robert Blake se lo pasa teta con ese Hombre Misterioso, una pura abstracción con forma humana que es puro universo Lynch y que protagoniza una de las mejores secuencias de la función: la de la llamada en la fiesta, increíble. O los cameos de su "alter ego" Jack Nance (el inolvidable prota de ERASERHEAD), el malogrado Richard Pryor (ya en silla de ruedas debido a su enfermedad) o el mismísimo Henry Rollins.


Creo que ya es hora de callarse. Si no conoceis LOST HIGHWAY, os estais perdiendo una de las obras más inquietantes, hermosas, complejas, sexys y apasionantes de los últimos tiempos. Una maravilla tan libre y sincera, tan arrebatada, salvaje y apasionante que exige en el espectador la misma libertad mental de la que hace gala. Os envidio por poder ver LOST HIGHWAY por primera vez. Un puro estremecimiento hecho celuloide, un par de sopapos bien dados para desperezar ese fósil llamado Séptimo Arte. Una obra maestra.


- Lo mejor: todo

- Lo peor: casi nadie ha seguido su estela



CABEZAS




Os dejo con el videoclip que Lynch les dirigió a los Rammstein como promo de la película.





FEAST / EEUU/ 2005
Director: John Gulager
Guión: Marcus Dunstan y Patrick Melton
Producción: Wes Craven, Matt Damon, Ben Affleck y Chris Moore
Música: Stephe Edwards
Fotografía: Thomas L. Callaway
Intérpretes: balthazar Getty, Henry Rollins, Josh Zuckerman, Krista Allen, Navi Rawat, Clu Gulager, Jane Wade, Jason Mewes

Un variopinto y nutrido grupo de personas quedan atrapadas en un mugriento bar de carretera en medio del desierto, acechados por unos asquerosos monstruos con ganas de marcha y muy mal despertar. Poco a poco todos los humanos van siendo escabechados hasta que sale el sol. Éste es todo el argumento de FEAST, no habría mucho más que contar salvo que...

- A los 8 minutos ya se han presentado TODOS los personajes (y no son pocos), definidos a la perfección mediante unas tronchantes "fichas" con sus características e incluso un delirante apartado con su"esperanza de vida".

- A los 10 minutos el héroe irrumpe escopeta en mano, da un épico discurso de supervivencia y espeta la frase "yo soy el tío que os va a salvar el culo"

- A los 11 minutos al héroe le han arrancado la cabeza.

- A los 13 ya hay cuatro muertos y sangre por todas partes.

- A los 15 minutos yo ya estoy vendido, me aprieto el cinturón y a disfrutar como un enano de este sangriento festín...

Si hay algo por lo que destaque FEAST (además de que es jodidamente divertida y tiene un ritmo infernal que te deja sin resuello) es su capacidad para frustar (para bien) las expectativas del respetable (que a priori son pocas). La fórmula es deliciosa: agarra por el cuello todas las convenciones del género que conozcas y retuércelas hastas provocar la sorpresa constante con una materia prima poco favorable, todo eso sin que la peli deje de funcionar nunca y sin convertirla, estrictamente, en una parodia, sino preservando su identidad en todo momento. No escatimes en gore salvaje, sangre por hectolitros, líquidos viscosos y situaciones delirantes, algunas dignas de la comedia física del cine mudo. Crea la sensación de que "puede pasar cualquier cosa" (ni héroes ni niños están a salvo, amigos). Sazona el festín con algunos ingeniosos juegos referenciales. Sé un poco guarrete: haz que tus monstruos se muestren sexualmente activos. No dejes nunca que el espectador se te adelante. Sírvase con abundante birra fría y buena compañía.


Ganador del Project Greenlight, un reality show yanqui en el que se buscaban nuevos talentos, apadrinado por Matt Damon, Ben Affleck y Wes Craven, el novato John Gulager consigue financiación (poca) para montarse esta delicia gore con aromas ochenteros y una muy cuidada estética que por momentos resulta bastante bizarra. Despreciando por completo el rollo digital, aquí todo es puro látex (como a mí me gusta) y los monstruos marionetas o tipos con disfraces, muy efectivos por cierto. Los personajes están perfectamente diferenciados y, oh sorpresa, resultan carismáticos sin dar un protagonismo expreso a ninguno. Todo el elenco perfecto y con alguna sorpresa: Balthazar Getty (definido es su "ficha" como "el tonto del pueblo") y Henry Rollins (ex-vocalista de los punkarras Black Flag y de su propia banda, la Rollins Band), que ya coincidieron en la magistral CARRETERA PERDIDA de David Lynch, estan geniales. Clu Gulager, experto en estas lides y papá del director, aporta la experiencia y la sorna desmadrada en su rol del dueño de la cantina. Y Jane Wade (la neumática Honey Pie) aporta el porcentaje de rubia no-tan-tonta que, para sorpresa de todos, tendrá un papel muy relevante más adelante. En definitiva, una gozada completa para todos aquellos que hemos disfrutado como niños de la saga EVIL DEAD de Sam Raimi, BRAINDEAD de Peter Jackson o ABIERTO HASTA EL AMANECER de Robert Rodriguez porque, para que os termineis de hacer una idea, por ahí van los tiros... nunca mejor dicho. Una excelente y vibrante reivindicación de la más descacharrante y talentosa Serie B, un modo de hacer cine que parece muerto. Esto es lo que hay. Recomendadísima si todo esto te ha hecho esbozar una sonrisa.


...

Sin embargo, la cosa no acaba aquí. ¡FEAST es una trilogía señores! Lo normal en estos casos es ignorar segundas y terceras o cuartas o decimosextas partes, pero no puedo dejar de comentaros algo sobre lo que vino a continuación. Estrenadas directamente en DVD, la 2ª y 3ª parte cuentan con el mismo equipo creativo y algunas sorpresas. Aunque no llegan al nivel de FEAST, desde luego siguen sin dejar indiferentes. Vamos al lío.


FEAST 2: FLOPPY SECONDS


Continuación directa de la primera parte, la hermana gemela de una de las escabechadas en el bar, motera y lesbiana, descubre el percal y clama venganza. La acción sale del garito a las calles de un pueblo, por lo que el planteamiento general cambia aunque se recuperan algunos de los personajes que sobrevivieron a la matanza (esa pobre Honey Pie, permanentemente apalizada y cubierta de sangre)... pero todo lo demás sigue igual y se acentúa, y de qué manera. Los rasgos más bizarros, macarras y asquerosos de la original se multiplican por cien (inenarrable la autopsia a uno de los monstruos) y la aparición de nuevos personajes, cada cual más freak, resultan un soplo de aire fresco. Atención a los dos enanos luchadores mexicanos y a todo lo que ocurre con su abuelita, desternillante. El delirio y un extraño sentido del absurdo campan a sus anchas en una secuela sorprendente y muy estimable, a pesar de que por momentos resulte bastante más casposilla que su predecesora. Ideas geniales, muy poca auto-censura (atentos al la escena del salvamento del bebé, y cómo termina la cosa) y la hilarante constatación de que los monstruos son una panda de enfermos sexuales. Su final, no ya abierto sino abrupto, empalma directamente con...



FEAST 3: THE HAPPY FINISH


... una estrambótica carambola, la muerte segura que anunciaba el final de la anterior no es tal, y la acción continúa exactamente en el pueblo y por las alcantarillas, en lo que resulta más una ampliación directa de la segunda que otra cosa. Sin duda la más floja de las tres, bastante idiota y caótica y pediendo el sentido por momentos, el "todo vale" del que hace gala la peli resta muchos enteros, pues del guión perfectamente engarzado de la primera pasamos a un cacao gratuíto y llevado directamente a los terrenos de la comedia desmadrada, pero con mucha menos gracia. El tercio final resulta incomprensible y muy mal rodado (no se ve un carajo), pero todo esto se recompensa con esos apuntes de genio que se mantienen en toda la saga. La lección del manejo de armas del cow-boy musculoso a la rubia es genial. El Profeta, un geek que cree tener control sobre los monstruos mediante su audifono, delirante. Uno de los protas de la anterior se pasa (literalmente) todo el metraje con un tubo atravesándole la cabeza del mentón a la frente, y sus diálogos están subtitulados porque no se entiende nada de lo que dice. Y un tal Jean-Claude Segal va perdiendo miembros y acaba luchando contra los monstruos sin brazos y a patadas, en un claro homenaje a la secuencia del Caballero Negro de LOS CABALLERO DE LA MESA CUADRADA, de los gloriosos Monty Python. Y el final de la trilogía, absolutamente delirante y non-sense, ver para creer amigos... y según nos canta el mariachi ¿habrá un FEAST 4?

En sesión doble, bocatti di cardenali para los estómagos más curtidos. Pura diversión.

- Lo mejor: las sorpresas constantes, el travieso sentido del cachondeo

- Lo peor: algunas secuencias de acción resultan un poco confusas


CABEZAS