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WAKE IN FRIGHT / Australia / 1971
Dirección: Ted Kotcheff
Guión: Evan Jones y Kenneth Cook
Producción: Howard Barnes, Bill Harmon, Maurice Singer
Música: John Scott
Fotografía: Brian West
Intérpretes: Gary Bond, Donald Pleasence, Chips Rafferty, Silvia Kay, Jack Thompson, Peter Whittle

Claustrofobia a pleno día y cielo abierto

Ando un tanto desencantado con los estrenos de este año (mucha decepción, película mediocre y supino aburrimiento general), así que sigo escarbando en los maravillosos años setenta. De los polvorientos Estados Unidos de RACE WITH THE DEVIL damos un salto hasta la mucho más polvorienta Australia de 1971. Bastante desconocido aunque parcialmente reivindicado en estos últimos tiempos, el cine australiano de los setenta (y en menor medida los ochenta) nos ofrece un montón de jugosas sorpresas más allá de Peter Weir y la saga MAD MAX. Australia no sólo como contexto o paisaje de fondo, sino como verdadero catalizador de fuerzas primitivas, una tierra dura de la que brotaron un buen puñado de cineastas de raza que, prácticamente sin excepción, en un momento u otro emigraron a Estados Unidos, mayormente para torcer sus carreras y, en muchos casos, desaparecer del mapa. Uno de esos casos fue el de Ted Kotcheff. Aunque nació canadiense y su debut en yanquilandia fue un éxito y dio pie a una de las sagas más rentables de los ochenta (sí, hablo de ACORRALADO, la segunda mejor película del amigo Ted), ya había filmado su obra maestra en Australia, WAKE IN FRIGHT. Curiosamente, hasta hace muy poco la película no estaba disponible en ningún formato (ni se pasó por televisión ni se editó en su momento en VHS ni más tarde en DVD o bluray). En 2009 se recuperaron los negativos (recordemos que estuvo a punto de ganar la Palma de Oro en Cannes en 1971) y se restauraron, para ser proyectada (de nuevo) en Cannes en 2009 bajo la supervisión de Martin Scorsese y el apoyo de ilustres paisanos como Nick Cave, auténtico fanático de ésta áspera y ruda joya del séptimo arte. Pero, ¿merece WAKE IN FRIGHT tanto elogio? La respuesta es un rotundo SÍ. Quizás los primeros minutos del film desconcierten, pero os aseguro que pasadas las primeras secuencias no podrás despegar los ojos de la pantalla. 

Donald Pleasence, el Caronte de este particular infierno

WAKE IN FRIGHT es una película obsesiva, sudorosa, polvorienta, pesadillesca, asfixiante. Una suerte de descenso a los infiernos australianos de un hombre "civilizado" (un joven maestro de escuela) a punto de sucumbir para siempre a la extraña hospitalidad de un pueblito habitado exclusivamente por alcohólicos y ludópatas cuya mayor diversión es, puestos hasta el culo de cerveza, masacrar canguros a tiros o a machete. Atascado en el pueblo y sin un centavo, el profesor se ve inmerso en una demencial espiral de embrutecimiento y autodestrucción personal que, y esto es lo más interesante, a la vez le atrae y le repele. Controlado por un extraño destino, el bueno de John Grant se ve condenado, por diversas razones, a no poder salir de Bundanyabba, su hediondo limbo personal. Progresivamente borracho hasta no dejar de estarlo en ningún momento (os aseguro que esta es la película en la que más cerveza se bebe frente a la cámara, una cosa bestial), guiado por Doc Tydon (Donald Pleasence), su Caronte personal y su reflejo distorsionado en el espejo, un alma atrapada y ya perdida del todo entre su propia mugre y guisos de canguro.

Sudor y cantidades ingentes de cerveza: bienvenidos a Bundanyabba

WAKE IN FRIGHT tiene evidentes lazos con su gran "hermana de sangre", la no menos magistral STRAW DOGS del maestro Sam Peckinpah, estrenada el mismo año. Es la descripción de los brutales ritos masculinos en los que, una vez que abandonas la razón y el diálogo, sólo queda la fuerza física y la resultante batalla entre la vida y la muerte. La presencia femenina parece haber desaparecido del mapa, y la única mujer a la que conocemos sueña con escapar mientras que todo el mundo (incluida ella misma) la trata como un objeto sexual. No hay mayor claustrofobia que la que te atrapa en una tierra estéril a campo abierto y golpeada, como a latigazos, por los inclementes rayos de sol. La angustia que imprime Ted Kotcheff al relato no flaquea en ningún momento mientras asistimos a una verdadera sinfonía del primitivismo con la que, ahí es donde duele, cada uno de nosotros podemos a llegar a empatizar en diferentes grados. Cada espectador pondrá su linea roja en distintos puntos a lo largo del viaje, siendo quizás el momento cumbre en este sentido la brutal masacre (real) de decenas de canguros indefensos, una de esas secuencias que quedan grabadas a fuego por su impacto. 

También puedes apostar y perder todo tu dinero

No quiero dejar de destacar la mefistofélica figura de Doc obra y gracia de un Donald Pleasence sencillamente descomunal, en una de esas interpretaciones que, una vez vista, da idea de la talla de un actor y que se recuerda para toda la vida. Kotcheff lo sabe y le deja explayarse, improvisar y colonizar la atención cada vez que irrumpe en pantalla, en constante tensión asesina con el rubiales guaperas Gary Bond. Además, Ted Kotcheff se toma su tiempo para ir soltando el veneno y llega un momento en el que el tono sombrío y existencial del relato se mezcla con una constante hilaridad que se zambulle en el humor más negro. WAKE IN FRIGHT es una de las recuperaciones más gozosas de los últimos años, la feliz noticia de poder disfrutar de una de las grandes joyas del cine de los setenta (a la altura de cualquiera que se os pase por la cabeza) cuando parecía que su destino era la destrucción y el olvido. Dejad por un rato los blockbusters veraniegos (yo lo he hecho) y lanzaros al tremebundo y alucinado universo de WAKE IN FRIGHT. No os arrepentiréis. Esta película es sensacional. 


PD: para que nadie se pierda, WAKE IN FRIGHT es el título original, pero en Estados Unidos se estrenó como OUTBACK, y en España fue DESPERTAR EN EL INFIERNO.

- Lo mejor: su brutal intensidad, potencia expresiva y capacidad para incomodar y poner nervioso al espectador. En otras palabras: todo eso que es tan difícil de encontrar en gran parte del cine de hoy día

- Lo peor: en algunos momentos las motivaciones de su protagonista son bastante opacas y difíciles de entender

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Es que hasta el trailer de la versión restaurada es sensacional:

RACE WITH THE DEVIL / EEUU / 1975
Lo setenta fue la década diabólica por excelencia en el cine. Las negras pelotas de Satán campaban a sus anchas sobre todo por los EEUU, amigos. Roman Polanski, siempre muy interesado por los asuntos luciferinos, abrió la veda en 1968 con su influyente (hasta hoy día sigue siendo una referencia) ROSEMARY´S BABY. Poco después, el hedor del infierno explotó a lo bruto gracias a EL EXORCISTA primero y LA PROFECÍA después, ambas deslumbrantes muestras de buen cine de gran presupuesto. Si bajamos un escalón y escarbamos nos encontramos con verdaderas joyas casi explotation que han sido injustamente olvidadas. THE MEPHISTO WALTZ (aka SATAN MON AMOUR) fue la primera y desvergonzada copia de la maravilla de Polanski. Luego surgieron sorpresas como LA CENTINELA, también muy en la linea Polanskiana. Pero bajemos otro escalón y entremos en las alcantarillas. Recortando aun más presupuesto y vergüenza, la siempre dispuesta guerrilla de serie B obtuvo su porción del pastel satánico con la psicotrónica THE DEVIL´S RAIN (delirium tremens en toda regla que ningún lector de Sesión Golfa debe dejar pasar) o RACE WITH THE DEVIL, estrenadas ambas en 1975. Supieron estos hacedores de dólares recoger la semilla contracultural satánico-yeyé de paisanos politoxicómanos como Kenneth Anger y la hicieron copular sin medida con los géneros más palomiteros: acción descerebrada, road movie, thriller rural, persecuciones, erotismo de saldo y apocalipsis a tutti plain. Ejemplo palmario de sesión continua y cervezas en abundancia, RACE WITH THE DEVIL te agarra los belfos desde los primeros minutos y no te suelta hasta su alocado y trepidante final. Dos parejas de picnic en autocaravana acosados por una panda de tarados satánicos de pueblo con mucho tiempo libre y bastante creatividad son los puntales sobre los que descansa esta locura absurda que no se esfuerza lo más mínimo en dotar de coherencia a la historia ni en pulir detalles inverosímiles (lo que la hace aún más divertida) a cambio de no bajar el pistón ni un minuto y regalarnos un climax final de más de veinte minutos en forma de persecución motorizada (y riase usted de cualquiera de la saga FAST & THE FURIOUS). Hay también una bien desarrollada atmósfera de peligro constante, aunque el insistente acoso sectario, realmente elaborado y a la postre poco efectivo, tampoco parece preocupar demasiado al personaje de Peter Fonda, que con su perenne jeta de pasar bastante del tema resulta encantador, mientras que Warren Oates pone el contrapunto simpaticote y viril. También está Loretta Swit (la "morritos calientes" de MASH, ¿os acordáis?) y Lara Parker, ambas dos investigando por su cuenta y soltando alaridos. Y atención a su patillera pero espectacular resolución. No imagine usted mejor plan cinéfago para una de esas tardes de cervezas y amigotes. Porque... "When you race with the Devil, you better be faster than Hell". Glorioso.

- Lo mejor: su imparable ritmo y el desmesurado climax final

- Lo peor: aquí nada ni se explica ni se justifica, simplemente... ¡a correr!


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Es que hasta el trailer es bien molón, maldita sea:


Amigos, ya está a vuestra disposición el nº 9 de 24 CUADROS POR SEGUNDO, la revista bimensual gratuita y online en la que participo desde este mismo número con un par de artículos extensos y alguna que otra reseña breve. Ante todo, gracias a Harveth Gil y su equipo por brindarme esta oportunidad para colarme en su apasionante proyecto. 24 CUADROS POR SEGUNDO combina extensas y bien documentadas monografías de directores punteros que repasan toda sus trayectorias (ya han pasado por la revista QUENTIN TARANTINO, JOHN CARPENTER y MICHEL GONDRY, ahí es nada...) con artículos retrospectivos por géneros, cortometrajes y estrenos. Ya sabéis, uno de los placeres más grandes de este mundo es hablar y discutir sobre cine, y con 24 CUADROS vais a tener un bien nutrido y variado festín.

Así que, sin más dilación, pinchando AQUÍ podéis acceder al blog de la revista, desde el cual os podéis descargar todos los números, uno detrás de otro, o bien pincha en el link de abajo para descargar directamente el Nº 9.


WORLD WAR Z / EEUU / 2013
Dirección: Marc Foster
Guion: Matthew Michael Carnahan, Drew Goddard y Damon Lindelof; basado en la novela de Max Brooks, adaptada por Matthew Michael Carnahan y J. Michael Straczynski
Producción: Brad Pitt, Ian Bryce, Dede Gardner y Jeremy Kleiner
Música: Marco Beltrami
Fotografía: Ben Seresin
Montaje: Matt Chesse y Roger Barton
Diseño de producción: Nigel Phelps
Interpretación: Brad PittMireille EnosDaniella KerteszJames Badge DaleMatthew FoxDavid Morse
WORLD WAR Z tiene mucho más valor por lo que significa que por lo que es. Por primera vez (corregidme si me equivoco) el gran blockbuster veraniego de desmesurado presupuesto ha sido una de zombies. Ya llevan años de moda (a lo que ha ayudado, y mucho, THE WALKING DEAD, la serie) pero con esta película los muertos vivientes ya están en la gran liga, en la serie A. Los entrañables comecerebros (ahora "infectados") son un producto de consumo masivo. Es oficial. Sí, quizás la saga RESIDENT EVIL (mucho más modesta) ha sido lo más cercano, pero la diferencia de magnitud y presupuesto es abismal. Recordad aquellos tiempos queridos cinéfagos... No hace mucho el género zombie existía subterráneo dentro de las procelosas aguas del terror más pringoso. Cine de tripas saltarinas de bajo presupuesto que, paradojas de la vida, en ocasiones lograba ser arriesgado, y algunas veces molesto. En sus mejores ejemplos, los muertos vivientes siempre han sido el subgénero del terror con mayor lectura social y política. Una suerte de cine de guerrilla muy ligado al criminal capitalismo consumista, que ponía su foco en los marginados, los desposeídos, los del otro lado del muro. En el fondo, los zombies somos nosotros. Como a cualquier tendencia más o menos minoritaria (digamos underground), el sistema ha terminado por fagocitar sus señas de identidad, asimilarlas y devolverlas convenientemente pulidas, sin excesivas aristas. El género zombie, sí amigos, se ha domesticado y se ha convertido en un espectáculo palomitero. Lejos quedan ya las punzantes y dolorosa reflexiones del maestro George A. Romero en su larga serie de los muertos. Incluso en los últimos tiempos, los resortes de la comedia han copulado con los pútridos para parir eso que ahora llaman zombedy (comedia de zombies, of course), todo un sub-sub-género ya en sí mismo. Hasta hemos visto una comedia romántica zombie adolescente (WARM BODIES).
Así pues, pasando por encima de los pobres reanimados, la fórmula poco mágica de WORLD WAR Z viene a ser la de siempre para garantizar taquilla, la de cualquier blockbuster: estrella (Brad Pitt, carismático a pesar de todo) + director polivalente con cierto prestigio (Marc Foster, bastante torpe con la cámara al hombro) + tema de moda (infectados) + tropecientos millones de dólares (aquí superando los 200) + excusa literaria para embellecer un poco el asunto (la novela de Max Brooks). Y eso es lo que hay, ni más ni menos. Con una trama raquítica (Brad Pitt corre perseguido por los zombies por medio planeta para que luzca el presupuesto, descubre la cura de la infección in extremis, o algo parecido, y salva a su familia y al mundo, por ese orden) y con un guión que es el de un videojuego (hay que salir vivo de New York, Corea del Sur, Jerusalen y Escocia, por ese orden), obra y gracia, entre otros, del peligroso Damon Lindelof. No hay en realidad nada que suponga algo nuevo o sorprendente aquí. Sí, los zombies plusmarquistas parecen un enjambre de insectos y hacen castellets (podrían haber sido alienígenas, demonios o polillas mutantes, da igual) y todo es la ostia de espectacular, porque la única diferencia de WORLD WAR Z reside en una cuestión de escala. Planos aéreos generales impresionantes de caos y destrucción, masas humanas y no humanas en constante movimiento, explosiones y muerte... pero sin sangre. Aséptica como mandan los cánones "para toda la familia", la película de Marc Foster luce limpia y pulida, las vísceras están en off y las pequeñas gotas de sangre de diseño favorecen el bello rostro de Brad Pitt, que sufre lo justo para estar viviendo un apocalipsis.
WORLD WAR Z, además, pasa de puntilla por las connotaciones estratégicas, políticas, militares, sanitarias y sociológicas del apocalipsis global que presenta la cinta. Apenas un par de apuntes ingeniosos: la brutal solución de Corea para detener la infección (en la jeta del siempre estimulante David Morse) y la poco sutil metáfora del gran muro de Israel siendo asediado y conquistado por los muertos. ¿Y qué queda entonces de la brillante y absorbente novela de Max Brooks? La respuesta es NADA. Y no estoy exagerando. Inadaptable como film de ficción o de acción (lo suyo hubiese sido un falso documental), las múltiples voces del libro, su riqueza y perspicacia, desaparecen por completo. En pocas ocasiones una adaptación ha sido una excusa tan flagrante y vacía como aquí.
Así pues, nos queda un taquillazo veraniego la mar de entretenido con algunas imágenes realmente espectaculares, una película de acción mainstream disfrazada de terror y apta para todos los públicos que, curiosamente, tiene sus mejores momentos cuando abraza tímidamente el cine de género sin artificios (el anticlimático tramo final). Por lo demás riesgo cero. Completamente inofensiva. Inane. Del montón.

- Lo mejor: los alucinantes planos de masas y la "fase" final en la base científica

- Lo peor: su clara voluntad conformista, superficial trama y mecánica narrativa, por no hablar de su título, que es igualito que una novela de Max Brooks...

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R.I.P.D. / EEUU / 2013
Esta va a ser rápida. R.I.P.D. es uno de esos proyectos que llevan dando tumbos por Hollywood desde hace años. Adaptación del divertido e intrascendente cómic homónimo de Peter Lenkov (mucho mejor dibujado que escrito, por cierto), la película se quedó sin rumbo tras la marcha de la dirección del temible McG, tras lo que el impersonal pero efectivo Robert Schwentke (RED, FLIGHTPLAN) tomó las riendas del encargo sin mucho entusiasmo. Si el cómic original ya era un producto digno y entretenido, aunque muy deudor de muchas y mejores ideas ajenas, la película multiplica el refrito por diez. Buddy movie sobrenatural, su estructura, ideas y hasta alguna secuencia remiten directamente a MEN IN BLACK (también adaptación de un olvidado tebeo) y, por extensión, a su madre putativa: LOS CAZAFANTASMAS. El argumento principal se despoja de toda la subtrama demoníaca del cómic original (mucho más divertida que la insípida trama del oro aquí expuesta, pero también mucho más costosa), pone el piloto automático y el guión se desarrolla por caminos ya demasiado trillados sin la más mínima intención de riesgo. Todo lo que ocurre en R.I.P.D. ya lo hemos visto más y mejor. Mientras que Ryan Reynolds está en una película, con su perenne careto de "¿Qué está pasando aquí?" (empiezo a pensar que lo de BURIED fue pura casualidad), Jeff Bridges está en otra muy distinta, justo el film que podría haber dado en la diana, el fresco, dinámico, socarrón y un puntito irreverente. Pero no. La química entre ellos brilla por su ausencia, a lo que no ayuda en absoluto una mayoría de diálogos demasiado forzados y grises. Por lo demás, la película se deja ver con cierta indiferencia y no aburre, pasando a engrosar la lista de adaptaciones de cómics de tamaño medio que podrían haber dado bastante más de sí y que ya han sido olvidadas (en la liga de JONAH HEX y DYLAN DOG: DEAD OF NIGHT, por ejemplo). Por supuesto, estaba pensada para abrir franquicia, cosa que seguramente no va a ocurrir. Prescindible.

- Lo mejor: Jeff Bridges a su puta bola

- Lo peor: todo lo demás, soso, predecible y con poca chispa

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FRANKENSTEIN´S ARMY / Holanda / 2013

Es oficial: estoy hasta los belfos de la cámara en mano con el baile de San Vito, del "metraje encontrado" (repitan conmigo: found footage). Me da la sensación de que la mitad del cine que veo últimamente va de este palo y provoca epilepsia. Y eso que FRANKENSTEIN´S ARMY no es de las peores. Procedente de Holanda y precedida por cierta expectación desde hace meses, con una divertida campaña de posters vintage, la ópera prima de Richard Raaphorst ha sido bendecida por los honores del hype, amigos. Sí, es cierto que su ambiente bélico y su protagonismo ruso-stalinista tiene su punto exótico, y que el argumento es razonablemente delirante (aunque nada original en el fondo), pero la película se queda a medio camino de lo que parece que quiere ser. Los nazis dan mucho juego, eso lo sabe todo el mundo, y mezclados con el elemento sobrenatural ya son la bomba. Desde INDIANA JONES pasando por HELLBOY (cómic con el que FRANKENSTEIN´S ARMY tiene algo de remota conexión), los experimentos nazis son un clásico del género, ficción un punto morbosa que nunca podrá acercarse al horror real ni por asomo. Quizás por eso, como catarsis psicológica de masas, funcionan tan bien. La peliculita de Raaphorst, sin embargo, promete bastante más de lo que acaba dando. Confieso que hasta la secuencia de la iglesia y lo que allí encuentran (quizás el único monstruo que de verdad inquieta algo en toda la película) me esperaba lo mejor, pero a partir de ahí la cinta se convierte en un sinsentido que ni acaba de entrar de lleno en la serie B más loca ni en el delirio freak que todos esperábamos. La película es aburrida, amigos. Aunque los diseños de los monstruos nazis son molones y muy steampunk, sus ataques caen, involuntariamente, en lo risible: son lentos, torpones y francamente poco prácticos. Ni siquiera la esperada aparición del mad doctor (pariente del Frankenstein original, por supuesto, filtrado por un Herbert "Reanimator" West de segunda fila) está a la altura de lo prometido, por lo que la cosa se queda en tierra de nadie. Falta desenfreno, diversión y locura, falta ritmo y desarrollo. Falta lo que, por ejemplo, DEAD SNOW nos regaló en cantidades industriales, o ese punto canalla en plan REANIMATOR que tanto nos hace disfrutar. Así pues, aprobado justito para una propuesta que pudo ser memorable pero que se ha quedado en, simplemente, una curiosidad.

- Lo mejor: su ambientación general, muy lograda, y algunas secuencias aisladas. Los monstruos, más allá de su inutilidad como ejército, son muy chulos

- Lo peor: su carencia de sentido del humor macarra, que era lo que pedía a gritos, y su repetitiva estructura narrativa, que acaba siendo aburrida. No haberla rodado en ruso, sino en inglés con acento ruso (¿?)

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De propina, alguno de los teaser posters promocionales. ¿No son encantadores?