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SURVEILLANCE / EEUU-Alemania-Canadá / 2008
Dirección:
Jennifer Lynch.
Guión:
Jennifer Lynch y Kent Harper.
Producción:
Marco Mehlitz.
Música:
Todd Bryanton.
Fotografía:
Peter Wunstorf.
Montaje:
Daryl K. Davis.
Diseño de producción:
Sara McCudden.
Vestuario:
Cathy McComb y Sonja Clifton.
Interpretación: Bill Pullman (Sam Hallaway), Julia Ormond (Elizabeth Anderson), Ryan Simpkins (Stephanie), Pell James (Bobbi), French Stewart (Oficial Jim Conrad), Kent Harper (Jack Bennett), Cheri Oteri (madre), Michael Ironside (capitán Billings).


Día de Acción de Gracias de 2006, hogar paterno de los Lynch. Sobremesa. El esqueleto de un pavo descansa sobre la bandeja. David juguetea con las volutas de humo de su cigarro, que hacen formas extrañas al incidir sobre el costillar del ave. Saca una foto desenfocada con su Polaroid. Jennifer, su hija pequeña, se acerca silenciosa a la mesa y se sienta junto a su ensimismado progenitor, que sonríe entre dientes, divertido con el juego de siluetas evanescentes que dibuja la humareda entre los huesos del pavo.

- JENNIFER: Papá, ¿leiste mi guión?

- DAVID: ¿Surveillance?

- J: Claro.

- D: Sí, lo terminé anoche.

- J: ¿Y?

- D: Tienes que darle otra vuelta, hija.

- J: No me digas eso, llevamos un año y medio con esta historia, estoy harta, ¡quiero hacerla ya!

- D: Algunas ideas necesitan tiempo para madurar.

- J: Bueno, vale... ¿pero te ha gustado o no?

David sonríe y mira a su hija a los ojos durante un largo rato.

- D: ¿Bromeas?... Hace 15 años la habría filmado yo mismo.

Jennifer sonríe complacida y le da un beso en la mejilla.

- J: Lo sabía, es un thriller oscuro, de los que a tí te ponen cachondo.

- D: ¿Un thriller oscuro?... No, es casi una sitcom, una gran broma, un chiste macabro.

La mujer ríe. Excitada, comienza a hablar muy rápido mientras le quita un cigarro de la pitillera a David y se lo enciende. En unos instantes todo el comedor está invadido por un denso humo gris.

- J: Tengo un problema con el agente Sam Hallaway...

- D: Prueba con Bill Pullman. Cualquier problema que tengas con ese personaje, él te lo soluciona en el set, estoy seguro. Y para la agente Anderson tienes a Julia Ormond, nunca falla.

Jennifer apunta en una servilleta, frenética.

- J: ¿Me puedes recomendar algo para los créditos finales? He pensado varias cosas, pero no me convence nada.

- D: ¿Una canción?

- J: Sí.

- D: ¿Qué te parece"Speed Roadster"?

- J: ¡Es un título genial, perfecto! ¿Quién la canta?

- D: ¡Tu padre!... jajajajaja. La grabé hace años. Si te gusta, te la regalo. Para la secuencia del choque prueba con las Violent Femmes, son la bomba.

Jennifer sonríe de felicidad. Se levanta, nerviosa, y se dispone a salir del comedor. David agarra de nuevo su Polaroid, sonriente, y dirige su mirada de nuevo al cadáver del pavo.

- J: Otra cosá, papá...

- D: Dime.

- J: Me gustaría que estuvieses en la produción... no quiero cagarla otra vez...

David le guiña un ojo, cómplice. Su eterno tupé canoso se tambalea levemente, ahora parece un chaval de 20 años.

- D: Hecho. Estaré por ahí echando un vistazo...



Obviamente, esta escena es pura invención. Quizás sea injusto recurrir a Lynch padre para comentar la película de Jennifer Lynch, ganadora del pasado Festival de Sitges, pero me es imposible obviar la alargada sombra paterna que la cubre. Siendo un ¿thriller? que derrocha una exquisita búsqueda de las texturas, que tiene un interesante tratamiento del sonido y la música (esos zumbidos...) y un brillante dominio del encuadre y la planificación, se podría concluir con que, efectivamente, SURVEILLANCE es una película lynchiana, y se permite incuso plagiar una secuencia completa de CORAZÓN SALVAJE, aquella de la "violación oral" entre Bobby Perú y Lula. Lamentablemente, el armazón con el que está construída esta historia se derrumba como un castillo de naipes a poco que uno sea perspicaz. El arranque, con ese interrogatorio a tres bandas y simultáneo que el personaje de Bill Pullman observa, no puede ser más interesante. Por narices me viene a la cabeza el magistral RASHOMON de Akira Kurosawa por la multitud de puntos de vista de la narración sobre un mismo hecho (violento, claro). Un curioso, esquinado, bastante negro sentido del humor lo impregna todo como petróleo. La historia inquieta y se sigue con mucho interés, los dos agentes del FBI, que parecen sacados del "reverso tenebroso" de TWIN PEAKS sostiene una tensión y una carga de ambigüedad que te mantiene alerta (inmenso Bill Pullman, sutil y enérgica Julia Ormond, siempre necesario Michael "cara de perro" Ironside). La historia, contada a través de múltiples flashbacks (algunos asombrosos, otros totalmente prescindibles), por fin explota violentamente al comenzar el tercer acto... y la cosa se desmadra. Intentando no destriparos la peli, os diré que el giro argumental (¡oh sorpresa!) que viene a continuación se ve a la legua, y lo que es peor, todo el tingladillo narrativo de las confesiones paralelas y el ovillo de mentiras se queda en poca cosa, no aporta nada en realidad, y parece más un recurso de estilo vacío que un buen armazón para la historia. Finalmente la peli se descubre como lo que es, un divertimento con corazón de serie B morbosilla, una especie de gran chiste genérico y juguetón que, dependiendo del humor que uno tenga, le puede parecer genial o una gran cagada. A mí me divirtió como un enano, sinceramente. Y a Bill Pullman también, seguro.


- Lo mejor: es muy entretenida, y Jennifer tiene muy buen ojo para la composición. Bill Pullman está tremendo.

- Lo peor: como soples un poco se te derrumba en las narices


CABEZAS




Como me han quitado "Speed Roadster" de Youtube, os dejo con el trailer.

Como hago de vez en cuando, vamos con un breve y caótico repaso a lo que más me ha interesado (de oídas y leídas) del recientemente finiquitado Festival de Cannes 2009.

- Michael Hanneke se lleva otra vez la Palma de Oro, ahora con EL LAZO BLANCO. Pues vale. Hay directores que parecen tocados por la fortuna o que hacen salivar a los jurados mucho más que el resto de los mortales, y el austríaco es uno de ellos. Sólo he visto suya FUNNY GAMES (la original, no su auto-remake yanqui) y bueno, está bien, pero me parece sobrevalorada.

- A pesar de lo que cuentan, no hubo polémica con el ANTICRISTO de Lars Von Trier: todos la consideran una película abominable. Mucho sexo sórdido (dicen que explicito) y mucho gore, y un zorro que habla y Williem Dafoe correteando desnudo por los bosques y reflexiones patafísicas sobre el ser y la nada. A mí el bueno de Lars lo mismo me aburre como una ostra (ROMPIENDO LAS OLAS) que me deja frío (DOGVILLE) que me emociona y me hace saltar de la butaca (BAILANDO EN LA OSCURIDAD) o me parece idiota (LOS IDIOTAS). Evidentemente, espero su peli satánica como agua de mayo. Y el trailer no está nada mal.



- Alejandro Amenabar presenta fuera de concurso su ÁGORA. El chaval quiere ser Kubrick de mayor, tocando todos los palos y sumando (supuestas) obras maestras una tras otra. Lo que he visto de su odisea greco-egipcia tampoco me motiva demasiado y así a botepronto me recuerda a algún peplum italiano de los 60, pero no soy nada objetivo: le tengo algo de manía.


- Por primera vez en la historia, el festival se abre con una película de animación: UP!, la nueva de Pixar. Estos sí que no fallan ni a propósito. Probablemente uno de los equipos creativos más creativos del cine mundial en estos momentos.



- Tarantino deja un poco frío al personal con INGLORIOUS BASTERDS, su epopeya bélica. Tiene tantas ganas de pillar cacho en Cannes otra vez que por lo visto montó su película tan rápido que la presentó a medio hacer. Me da igual. Es Tarantino, me puede entusiasmar más o menos, pero nunca defrauda del todo. Ahí va el trailer en español.



- Isabel Coixet es muy pesada, casi tanto como sus películas y los títulos de sus películas, y le pasa algo raro cuando le toca hablar en público. MAPA DE LOS SONIDOS DE TOKIO (¡toma castaña!) se lleva un galardón al sonido. A un servidor, sólo le gustó de lo suyo LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS (¡toma castaña v.02!), todo lo demás... buff...

- Y por supuesto dejo para el final lo mejor: a mi adorado Terry Gilliam y su nueva peli, THE IMAGINARIUM OF DR. PARNASSUS, que ya será recordada para siempre como la peli post-mortem de Heath Ledger. Os cuento un poco: rodados dos tercios del film, a Ledger se le va la mano con las pastillas y tiene la mala baba de fenecer de una sobredosis. A cualquier otro, que muera tu protagonista en mitad de tu rodaje le podría suponer un asunto insalvable, pero estamos hablando de Gilliam amigos, el cineasta "maldito", en su más literal acepción del término. Se replantea la película y decide que al personaje de Ledger no le sustituye otro actor, no, sino ¡tres actores!: Jude Law, Colin Farrel y, por supuesto, Johnny Depp, interpretan el papel que el pobre Ledger dejó vacante. Y no sólo eso, sino que Tom Waits interpreta al Diablo, (a quien Gilliam considera "el más grande poeta norteamericano vivo") y la cosa va de una fábula circense y pactos con el Maligno. Y en tono de comedia. Tú si que eres grande, Terry.

MARTYRS / Francia-Canadá / 2008
Dirección y guión:
Pascal Laugier.
Producción: Richard Grandpierre.
Música: Alexis Cortés y Wilfried Cortés.
Fotografía: Stéphane Martin y Nathalie Moliavko-Visotzky.
Montaje: Sébastien Prangère.
Diseño de producción: Jean-André Landry.
Interpretación: Morjana Alaoui (Anna), Mylène Jampanoï (Lucie), Catherine Bégin (Mademoiselle), Robert Toupin (el padre), Patricia Tulasne (la madre), Juliette Gosselin (Marie), Xavier Dolan-Tadros (Antoine), Isabelle Chasse, Emilie Miskdjian, Mike Chute.

Joder con los franceses. MARTYRS es la penúltima muestra de lo que algunos han llamado con cierto cachondeo Nouvelle Horreur Vague, esa horda de talentosos nuevos bárbaros que, desde hace unos años, esputan al mundo sus brillantes muestras de salvajismo audiovisual, y que ya nos han dejado un buen puñado de obras, como mínimo, interesantes (y un par de genialidades también). Como ya os he dado la brasa repetidas veces con esta gente, pasemos directamente a MARTYRS. Espero que no hayais desayunado todavía.


"Provocación" es una de tantas palabras que, de puro uso injustificado, ha perdido significado. "Polémica" también. Ambas fueron de la mano en el pasado festival de Sitges antes y durante el estreno de MARTYRS, recordad: que si una ambulancia en la puerta de la sala, que si desmayos y deserciones masivas, que si hay que untar en brea y colgar en la plaza pública a su director... en fin, la historia de siempre fruto de unos responsables de marketing con poca imaginación... o no. Lo cierto es que han tenido que pasar 48 horas para que un servidor pueda escribir unas palabras acerca de esta nueva brutalidad gala escondida en un poster promocional tan insípido. Compadezco a los incautos que acudan al cine creyendo asistir a "una más" de terror, si es que esto se llega a estrenar alguna vez por aquí.


En cierto modo, MARTYRS supone una especie de "punto de no retorno" para esta nueva ola de cine galo, del mismo modo que el memorable BRAINDEAD de Peter Jackson supuso el fin de la comedia gore por puro exceso. Ahora mismo me resulta difícil imaginar que alguien se atreva a llegar más lejos (siempre dentro de unos estándares de calidad, se entiende) en el cine comercial que pretende llegar a un público más o menos amplio. Como bien indica su título, ésta es una película que teoriza y pone en práctica visual el concepto de "martirio". Sin ser nada nuevo, aunque no demasiado trillado, Pascal Laugier refuerza esta especie de teorema sobre el dolor con una intensidad rítmica y visual que deja sin aliento al respetable, y en una carambola narrativa, parece que nos ofrece dos películas por el precio de una, cambiando de tercio pero llevando su premisa a los límites de lo soportable en la última parte del film.


Intensidad extrema, ese podría ser el resumen de toda esta película. Durante su primera hora, uno podría darle al play en cualquier minuto del metraje para encontrarse con una secuencia que por su fuerza y su brutalidad, por su tremendo impacto, podría ser el clímax de cualquier otra peli de terror, así de simple. Esta acumulación inmisericorde de "momentos fuertes" deja sin respiración, apenas hay momentos de tranquilidad y muy pocas imágenes que inviten a relax o a la distensión, y por supuesto nada remotamente parecido a un alejamiento irónico o cómico de lo que se está narrando. Una montaña rusa de violencia y locura, una vez más orquestada por dos mujeres jóvenes (elemento común en la mayoría de las pelis de esta "nueva ola", por cierto) que, cual bola de nieve, va creciendo hasta estallar, o mejor dicho, implosionar en la jeta del espectador con un twist narrativo arriesgadísimo.

NOTA: si vas a ver MARTYRS, quizás no quieras leer lo que viene a continuación...

Como un extraño mazazo, el ritmo endiablado, la tensión acumulada y la violencia salvaje, explosiva, se contiene en un falso remanso de paz para dar paso al último tercio de la película, y con ello esa larguísima secuencia de casi 25 minutos que hizo que algunos espectadores huyesen despavoridos de la sala de proyección. Todo lo que hasta ese momento no ha sido más que sugerido, mostrado a retazos, el mismo origen de esta salvaje historia de venganza, se materializa ante los asombrados ojos del espectador: Laugier nos reta a visionar el largo, promenorizado, detallado proceso de martirio que sufre la amiga de la (supuesta) protagonista, a su vez víctima traumatizada de un proceso de degradación similar en el pasado. El ritmo se ralentiza hasta asfixiar en secuencias en las que la palabra pierde todo valor, y asistimos mudos a la tortura sistemática y planificada de un ser humano, curiosamente sin ninguna connotación sexual, sino desde un punto de vista frío, científico, casi burocrático. La más absoluta anulación del ser a través del dolor físico y la humillación hasta transportarlo a un estado de "transfiguración" en una última fase del proceso sencillamente atroz. Para sustentar este final, Laugier se monta un tinglado argumental que resulta, con mucho, lo más discutible de la película. Llegados a este punto, para más inri, la película regala unos instantes de paz (los únicos) con una carga de ambigüedad y un final-sorpresa que, supongo, ha sido lo que a muchos les ha hecho considerar a esta película algo inmoral, indigno y repugnante, enarbolando una vez más la bandera de la censura.

NOTA: fin del destripe.


No resulta fácil defender una película como esta. Muchos consideran que es una demostración gratuíta y vacía de pura violencia, una especie de porno sangriento sustituyendo sexo por salvajismo, placer por puro sufrimiento, gemidos por alaridos de horror. Eso existe en el género de terror, evidentemente, casi siempre a través de infames producciones de serie Z sin talento ninguno que pretenden simplemente epatar o provocar el vómito, pero amigos, éste no es el caso, ni mucho menos. La caligrafía visual de la película es absolutamente impecable, brillante. La puesta en escena tan impactante como brutal. El ritmo sencillamente magistral, incluso en esa última parte de minisecuencias estructuradas a base de fundidos, cuando hasta la música desaparece para sumergir al respetable en el estado mental que el director requiere. Las interpretaciones, en especial de las dos chicas, intensas hasta el paroxismo. MARTYRS no es una película para todos los paladares cinéfilos, sobra decirlo, pero resulta algo tan al límite y asume tantos riesgos con un exquisito dominio formal que sólo me queda quitarme el sombrero por su arrojo y valentía, a pesar de la (muy discutible) subtrama que sostiene el fondo de la historia. Cuando el bueno de Mel Gibson estrenó LA PASIÓN, una película (bastante más explícita) que tiene mucho en común con esta, nadie se planteó la posibilidad de censurarla, quemar los negativos o colgar a su director. Si hubiese sido francesa, la habrían titulado THE JERUSALEM CRUCIFIXION MASSACRE, o algo así, y su director ya estaría en la picota. Supongo que la excusa religiosa pesa, y sólo eso ya otorga respeto. MARTYRS no la tiene, pero es una película notable. Están locos estos galos.


- Lo mejor: su valentía y su estimable poderío visual, y su capacidad para poner a prueba al espectador secuencia tras secuencia sin tomarle el pelo nunca

- Lo peor: el tingladillo argumental neo-sectario


CABEZAS





LAT DEN RÄTTE KOMMA IN /SUECIA / 2008
Dirección:
Tomas Alfredson.
Guión:
John Ajvide Lindqvist; basado en su novela.
Producción:
John Nordling y Carl Molinder.
Música:
Johan Söderqvist.
Fotografía:
Hoyte Van Hoytema.
Montaje:
Dino Jonsäter y Tomas Alfredson.
Diseño de producción:
Eva Norén.
Vestuario:
Maria Strid.
Interpretación: Kåre Hedebrant (Oskar), Lina Leandersson (Eli), Per Ragnar (Håkan), Henrik Dahl (Erik), Karin Bergquist (Yvonne), Peter Carlberg (Lacke), Ika Nord (Virginia), Mikael Rahm (Jocke), Anders T. Peedu (Morgan), Pale Olofsson (Larry).


Ocurre tan pocas veces y es tan difícil de explicar que uno se siente como si hubiese vivido un milagro. Que una película te acompañe y siga viva horas, días después de haberla visto y que sus imágenes y sensaciones vengan a la cabeza con insistencia, traspasando la frontera de lo que uno ha visto y adentrándose en lo que uno a experimentado, eso es pura magia. DÉJAME ENTRAR es una de esas amigos, una joya brillante y delicada, gélida y llena de pasión, puro cine.


Creo que ya lo he comentado alguna vez, y una vez más lo constato: es posible que todas las historias ya estén contadas, así que el valor de una peli es el "cómo" está contada, a todos lo niveles, algo tan indefinible y multiforme como lo es el punto de vista sobre el mundo de cada ser humano. Lo entiendo, resulta muy difícil de tragar para alguien que no la haya disfrutado, pero DÉJAME ENTRAR es un cuento de vampiros tan sumamente original y absorbente que parece que el propio mito nace con ella. No desde un punto de vista de ruptura con el género, de dismitificación vía lo grotesco o lo paródico, ni de profundización intelectual ni nada de eso, no... más bien supone una mirada absolutamente personal e intransferible sobre el tan sobado cliché que tiene algo de creación, de renacimiento. De hecho, el bueno de Alfredson sigue pauta por pauta todas las características del vampiro clásico, a excepción, quizás, de la iconografía religiosa asociada, lo que, en el contexto en el que transcurre este cuento, es un completo acierto. No es totalmente original trasladar el arquetipo a un entorno que roza el "realismo sucio", por decirlo de alguna manera, despojando al ser nocturno de toda su parafernalia pseudo-gótica y su rollete post-romántico y decadente para dejarlo vagar por el mundo real, el del resto de los mortales. Cosas como la estupenda LOS VIAJEROS DE LA NOCHE ya lo tantearon. Lo que deja sin aliento de la película es su arrebatadora sensibilidad, el interés casi enfermizo por dejar al descubierto los sentimientos, la humanidad y el dolor del vampiro, y por ende los de los seres que le rodean, utilizando un aliento poético de una belleza tan intensa que casi duele. DÉJAME ENTRAR poco a poco se va abriendo como una gélida flor en medio de un páramo helado, dejando al descubierto decenas de capas de significado y emoción que, unas sobre otras, dan forma y fondo a una fábula moderna que hurga sin compasión pero con delicadeza en los los más profundos sentimientos humanos. La atroz soledad de Eli es también la de Oskar, y su encuentro una maniobra del azar que ata sus destinos para siempre. La necesidad de afecto, de caricias, de contacto, de calidez de Oskar es también la de Eli, maldita para la eternidad, vagando sin rumbo por el mundo. La brutal ansia por sobrevivir de Eli es la necesidad de Oskar por mantener su dignidad y aprender a defenderse de las humillaciones. Lo que entre ellos se va forjando es una magnética historia de amor (con matices) que desemboca en el único final lógico, estremecedor por sus connotaciones pero radicalmente hermoso. Sí, historia de amor con mayúsculas entre dos niños de 12 años, arriesgada exploración tan precoz del sentimiento universal de "pertenencia" al otro, plasmado con la hermosa dedicación de la cámara de Alfredson a los rostros de sus protagonistas, acariciando sus gestos, su mirada... su piel y su cálido aliento, hecho carne en dos actores infantiles cuyo trabajo me parece, sencillamente, asombroso, sobrenatural.


Al estar trabajando con un material de este calibre, Tomas Alfredson logra lo que parece imposible: que su puesta en escena, su mirada, encaje como un guante en algo tan delicado. Contada y estructurada a partir de sutiles pinceladas en forma de secuencias (que no burdos brochazos, como hacen otros cuando quieren "romper" la linealidad de una historia), llama la atención el increíble gusto por el detalle visual y sonoro, en ocasiones casi impeceptible, casi subliminal. Los caracteres vampíricos de Eli se dejan caer para el que los quiera descubrir desde el principio: en el primer encuentro de ambos amantes, ella al bajar del columpio parece flotar levemente durante el salto; su presencia o ausencia en las ventanas (de la casa, del hospital) viene precedida por un suave aleteo; sus pupilas brillan por un instante en la oscuridad, antes de que su iris vertical se dilate... Todo, excepto los míticos colmillos, que nunca vemos (otro gran acierto), está ahí en pantalla, no hay engaño que valga. Cada plano y secuencia está colocado en su sitio para hace avanzar la historia, plagado de sugerencias apenas pronunciadas o por ideas apenas entrevistas. Conceptos que pivotan aquí y allá, como la naturaleza exacta de la relación de Eli con su "protector", el propio origen de la niña e incluso su misma sexualidad flotan como una sórdida neblina que enriquece en sabor este delicioso plato, pero ojo, no hay respuestas fáciles ni explicaciones laboriosas de nada (tan parcos en palabras estos suecos, como siempre), las preguntas quedan en el aire listas para el debate o la conversación, algo que espero disfrutar pronto con mi vampirófila favorita, que ya me habló de la novela original hace un tiempo. La constante mezcla entre inocencia y perversión, entre delicadeza y brutalidad (la secuencia de la piscina, de las que no se olvidan) rubrican con valentía el armazón de esta asombrosa maravilla.


En definitiva, me causa una alegría y un placer enorme afirmar que para un servidor DÉJAME ENTRAR es una de las mejores películas que he tenido ocasión de ver en meses, quizás años. Y un verdadero placer decir que la mejor peli de la temporada es de terror poético, real o con aliento fantástico, cada cual que tome partido, pero una peli de género al fin y al cabo. El tiempo es implacable y pone a cada cual en su sitio, y mucho me tengo que equivocar si esta maravilla nórdica no tendrá en unos años el estatus de clásico, o como mínimo, de obra de culto con una legión de seguidores. Un verdadero alarde de sensibilidad y belleza, de emoción pura sin sensiblería, una película hermosa, única, imprescindible.

- Lo mejor: todas las secuencias que comparten Eli y Oskar, asombrosas.
- Lo peor: el ataque de los gatos, un tanto fuera de lugar.


CABEZAS




Dirección: Darren Lynn Bousman.
Guión:
Darren Smith y Terrance Zdunich; basado en su obra teatral.
Producción:
Daniel Jason Heffner, Carl Mazzocone, Oren Koules y Mark Burg.
Música:
Darren Smith y Terrance Zdunich.
Fotografía:
Joseph White.
Montaje
: Harvey Rosenstock.
Diseño de producción:
David Hackl.
Vestuario:
Alex Kavanagh.
Interpretación:
Alexa Vega (Shilo Wallace), Anthony Stewart Head (Nathan Wallace/Repo Man), Sarah Brightman (Blind Mag), Paris Hilton (Amber Sweet), Nivek Ogre (Pavi Largo), Terrance Zdunich (ladrón de tumbas), Bill Moseley (Luigi Largo), Paul Sorvino (Rotti Largo), Sarah Power (Marni), Jessica Horn (Jessica), Briana Buckmaster (Sherrie).


Un servidor no es especialmente fanático de los musicales, y mucho menos de aquellos perpetrados en los últimos 10 años durante la supuesta "resurrección" del subgénero. Cosas como CHICAGO me aburren soberanamente, y megataquillazos como MOULIN ROUGE me provocan sarpullido inmediato. Las historias no me interesan, y las canciones me suelen parecer inanes y bobas, en el mejor de los casos. Que yo recuerde ahora, sólo PRISCILLA, REINA DEL DESIERTO, con su sana diversión megapetarda, y SWEENEY TODD, del gran Tim Burton, lograron dejarme pegado a la butaca en los últimos tiempos (y a ratos). Probablemente la grandiosa BLUES BROTHERS fue el último gran musical clásico, seguido quizás por BAILANDO EN LA OSCURIDAD de Lars Von Trier, aunque mis pulsiones con el cine de este elemento nórdico varían de un día a otro.


Curiosamente, el cine de terror (o el fantástico en su acepción más genérica) en raras ocasiones se ha mezclado con el musical. Desde luego el terror puro nunca como tal (y sería un interesante experimento), aunque la vasta iconografía del género ha tonteado varias veces con el asunto. La piedra de toque, evidentemente, la encontramos en la mítica THE ROCKY HORROR PICTURE SHOW, y es precisamente a esta pequeña maravilla de culto hacia donde REPO pretende mirar con nostalgia y reflejarse digitalmente en pleno s. XXI. Presentada con mucho rollo de marketing y medidas de seguridad en el pasado festival de Sitges, precedida por una rumorología subterránea, REPO llamó la atención moderadamente para luego pasar sin pena ni gloria por la taquilla, tanto yanqui como hispana, fagocitada por el absurdo aluvión de estrenos que semana tras semana inundan las salas (y los reproductores caseros). Tras tanta expectación, pasotismo absoluto, una pena para una peli que, aunque no le llegue a la suela de los zapatos en cachondeo, desparpajo, imaginación y poca vergüenza a su referente setentero, sí que resulta totalmente disfrutable, divertida e incluso brillante a ratos.


Proyecto personal de su director, un tipo tan poco personal que en su currículum sólo destacan unas cuantas secuelas de la célebre franquicia de gorno SAW (lo siento, me quedé en la 2ª), REPO: THE GENETIC OPERA es una autoadaptación de un cortometraje previo basado en una obra de teatro. ¿Las claves del asunto? Muy sencillo: construir una auténtica opera-rock con una estética adaptada a los tiempos que corren, y seguir a pies juntillas las convenciones de género añadiendo unos toquecillos gore. Si por algo destaca REPO, desde luego, es por ser un musical puro, tan puro que, al contrario que en la mayoría de casos, en los que las canciones irrumpen en la narración, generalmente de forma bastante tosca, aquí un 99% de la película está cantada y musicada. Toda ella. De principio a fin. Cada diálogo forma parte de un (en ocasiones) denso entramado musical que nunca se detiene, mutando de secuencia en secuencia según las necesidades de cada acto. Todos los actores/personajes expresan sus vivencias y emociones mediante canciones, algo tan arriesgado que por momentos amenaza con saturar al pobre espectador, bastante saturado ya con la multiforme y pastichera estética visual. Es una ópera-rock porque lo que vamos a escuchar, mayormente, es rock en muchas formas y texturas. Desde un inofensivo aunque resultón punk-pop tipo Avril Lavigne (la energética "Seventeen") hasta devaneos pseudo-industriales ("Zydrate Anatomy"), pasando por arrebatos gótico-metálicos con voces operísticas ("At the opera tonight") y cachondas desviaciones techno-cabareteras o alardes electro-dark casi bailongos (la estupenda "Chase de morning", columna vertebral de una de las mejores secuencias de la peli). Todo moderadamente oscurillo, neogótico y sexy, dando forma y fondo a una especie de entorno retro-futurista abigarrado y bacorro que lo mismo bebe de Terry Gilliam que de cualquier video-clip de NINE INCH NAILS o juguetea con iconografía soviética e imágenes de cómic animado. Aunque la textura digital no funciona todo lo bien que debiera por su ocasional (y feo) aspecto sintético, Darren se las arregla con mucho ingenio para hacer que casi todo luzca como tiene que lucir. Aunque no hay grandes coreografías (al modo hollywoodiense), la planificicación y puesta en escena es lo suficientemente efectiva para que uno se vaya tragando número tras número hasta llegar a una curiosa parte final en la que, sorprendentemente, todo ocurre encima de un escenario, literalmente, en una nueva y arriesgada carambola metaliguística que acaba resultando tan extraña como hipnótica.


Para dar de comer aparte son los actores, todos entregados a sus papeles con una pasión digna de mención, a pesar de lo ridículo y bizarro de algunas situaciones. Y todos y todas cantan de verdad, señores. La pequeña Alexa Vega (la chavalita de los SPY KIDS de Robert Rodriguez) sostiene sofre sus frágiles hombros el mayor peso dramático de la peli, rodeada (literalmente) por un elenco perfecto. Anthony Head borda a su padre, ese Repo con doble identidad y traumático pasado, Terrance Zdunich alardea de cuerdas vocales y poderío en cada una de sus set-pieces como ladrón de tumbas, Paris Hilton (sí, ella) se pasea con modelitos sadomaso arriba y abajo con total naturalidad hasta que, al fin, nos muestra su verdadera (y repugnante) cara, pero dejo a Paul Sorvino para el final... increíble. Actor de prestigio y carácter, este orondo sexagenario defiende su crucial papel con una energía (y unas cuerdas vocales) digna de un quinceañero, lanzándose a la piscina de cabeza y dándolo todo, y además matizando su personaje poco a poco hasta llevarlo a terrenos muy cercanos al drama en esa tremenda coda final en la que la historia al fin muestra sus cartas como lo que quiere ser: una tragedia familiar de tintes clásicos. Toma castaña. Por ello, y para sorpresa del respetable, REPO se va olvidando paulatinamente de toda la parafernalia genérica y argumental en un futuro distópico (tráfico de órganos, operaciones de cirugía ilegales, megacorporaciones en la sombra) para centrarse por completo en los tres personajes principales y en su triste historia.


No tengo ni idea si REPO: THE GENETIC OPERA será recordada de alguna manera dentro de unos años o si logrará ese evidente estatus de peli de culto que vorazmente parece perseguir, pero os puedo asegurar que, pese a sus aristas y devaneos, es una obra bastante atípica, fresca, disfrutable y con una banda sonora y canciones muy currada, creativa y muy muy por encima de la media en un musical moderno al uso. Merece la pena echarle un vistazo.

- Lo mejor: las canciones, menos mal
- Lo peor: no desparrama tanto como debiera


CABEZAS




Os dejo con el trailer, para abrir boca...