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 [REC 2] / España / 2009
Al fin he vuelto a entrar en el edificio maldito de Barna, ya era hora. Secuela directísima del [REC] original, ese auténtico pelotazo asesino que aterró al respetable en todo el mundo, punto de partida de la única franquicia moderna del cine de terror patrio que incluso contó con QUARANTINE, su fotocopia yanqui, [REC 2] nos pone en situación exactamente allí donde nos dejaron con los belfos de corbata, sin introducciones ni contemplaciones: en 10 minutos ya estamos otra vez con la taquicardia. El ente bicéfalo Balageró-Plaza es consciente de que no pueden clonar de nuevo el elemento sorpresa (eso es imposible) así que juegan a la inteligente baza de la multiplicación: más personajes, más carreras, más acción, más sangre y, sobre todo, más cámaras. Si en la original una de las grandes angustias del relato era precisamente el único punto de vista, un prodigio de planificación secuencial, en esta el punto de vista se disocia en diversos focos: no sólo la cámara de uno de los geos que entran a saco en el edificio (algo bastante inverosimil, pero efectivo) sino las microcámaras de los cascos de cada uno de los soldados y la irrupción por sorpresa de unos chavales con su videocámara doméstica. El dueto creativo sabe sacar petróleo de una fórmula tan acotada y cuadriculada como la original, a sabiendas de que el factor sorpresa ya está muerto, por lo que optan por hacer disfrutar al respetable pasándose por el forro la estricta verosimilitud de la que hacía gala la primera parte. Ningun problema. Decididamente volcada ya hacia el género fantástico y la serie B verbenera, hecha por y para el disfrute del aficionado, además la película da una vuelta de tuerca hacia el origen mismo de la plaga: de infectados a poseídos en un minuto, los entes babeantes ya no son zombies rabiosos, son demonios peliculeros que recuperan el don de la palabra, imitan voces y sueltan blasfemias cochinas, y que me recordaron a los entrañables DEMONS de aquella caspa italiana ochentera. Hasta tenemos a un imposible sacerdote gritón recortada en mano. [REC] fue una peli tan furiosa, valiente y única que es imposible de superar, ni siquiera de igualar. Así pues, todas estas pequeñas novedades son bienvenidas para oxigenar un poco la repetitiva función, porque sobra decir que la estructura misma del relato es clavada a la original, un paseo por ese maldito infierno que, otra vez, culmina en el ático, un escenario cuyos recovecos, puertas, escaleras y trampillas ya son del todo familiares para el aficionado. He leído por ahí que [REC 2] ocupa el mismo lugar que ALIENS ocupó en su propia saga, y algo de eso hay, sin duda. Incluso tenemos una aparición especial (espectacular) de Manuel Velasco  ya en plan Ripley desatada que encierra la sorpresa gorda de la función. Digna, vibrante y disfrutable al 100%, con momentos de auténtica angustia y terror, una inteligente continuación que, no obstante, ya presenta muestras de agotamiento de su propia fórmula en la repetición de situaciones y esquemas argumentales, por lo que sorprende, emociona y entusiasma mucho menos que la original, pero aún así una virguería  visual que explota a tope todos los recursos disponibles dentro de sus estrictos parámetros.

- Lo mejor: la inventiva para exprimir y flexibilizar el concepto original todo lo posible, y la violenta planificación visual, brillante

- Lo peor: las propias normas que dictaron la original pesan como una losa sobre esta secuela, y como en la primera, algunos actores siguen chirriando

  CABEZAS


 INK / EEUU / 2009
Sigo poniéndome al día con todo lo que me perdí en 2009. Hoy le toca el turno a una de las propuestas más bizarras y curiosas de la temporada pasada, una película absolutamente independiente y autoproducida (ni siquiera cuenta con el respaldo de una distribuidora conocida), con un presupuesto ínfimo (unos 250 mil dólares), que es obra de un debutante y que, además, logró cierta repercusión exclusivamente a través de la red. Gracias a entusiastas reseñas de blogs como este, del boca a boca y a las descargas "piratas" de una versión filtrada, el gran interés que despertó la película fuera de los circuitos comerciales pilló a sus creadores desprevenidos, y en lugar de que INK acabase muriendo en un cajón, esta sinergia virtual respaldó que sus autores pudieran estrenarla en algunos cines y comercializar sus correspondientes versiones en DVD y Blu-Ray, algo que en un inicio ni siquiera se habían planteado, todo ello al margen de la industria. Los vociferantes piquetes antipiratería que todos conocemos deberían tomar nota y dejar de vivir en la edad media cultural. Volviendo a la película en sí, INK es una de esas obras que es muy difícil definir, y mucho menos etiquetar. Fantasía neo-gótica con un pie en la realidad y otro en los sueños, a medio camino entre el  barroco empaque visual de Terry Gilliam,  los multiversos de MATRIX, los tics visuales de Darren Aronofsky (como ese montaje-hip-hop tan característico o el tratamiento de la música) y una épica retro-medieval que me recordó a CRISTAL OSCURO, INK acaba resultando una película fascinante por su extrañeza y osadía, algo desconcertante en su inicio pero con un tramo final tan emotivo que me pilló por sorpresa. Aunque hay algunos elementos en la peli que, personalmente, no me convencen del todo (ese look tan digital no acaba de gustarme, la planificación de la acción me parece confusa) y la película tiene algunos de los pasotes típicos de las operas primas entusiastas (querer contar demasiadas cosas y manejar demasiados conceptos, algunos pesonajes poco definidos), Jamin Winans sabe sortear los enormes escollos a los que se enfrenta (principalmente presupuestarios) a base de ingenio, talento y un buen elenco de actores, evitando todo lo posible el rollo amateur y fijando unas coordenadas personales que transitan a la vez por terrenos épicos e íntimos, oníricos y terrenales. Una peli muy pequeña pero con amplitud de miras que no se amilana ante nada y que, pese a sus defectos y falta de síntesis, resulta una propuesta de lo más sugestiva para cualquier interesado en ver algo distinto y, repito, con una carga emotiva que va creciendo según avanza el metraje. Imagino que Jamin Winans será fagocitado en breve por la gran industria y su creatividad reconducida a los cauces mainstream, pero siempre quedará INK para el recuerdo, una pequeña gema que demuestra que la voluntad creativa puede estar por encima de otros factores. Ya se están haciendo películas de género al margen de los cauces establecidos, echadle un vistazo al trailer. Esto es sólo el principio...

- Lo mejor: su libertad de concepto, el talento visual de su director y su intensa carga emocional

- Lo peor: demasiadas cartas en juego

  CABEZAS






MOON /Inglaterra / 2009
Dirección: Duncan Jones
Producción: Stuart Fenegan y Trudie Styler
Música: Clint Mansell
Fotografía: Gary Shaw
Montaje: Nicolas Gaster
Diseño de producción: Tony Noble
Vestuario: Jane Petrie
Interpretación: Sam Rockwell (Sam Bell), Kevin Spacey (voz de Gerty), Dominique McElligott (Tess Bell), Kaya Scodelario (Eve Bell), Benedict Wong (Thompson), Matt Berry, Malcolm Stewart
Guión: Nathan Parker; basado en un argumento de Duncan Jones


Todavía estoy recuperando esas pelis que se me escaparon el año pasado, y carajo, MOON es de las gordas. La ópera prima de Duncan Jones, tipo al que habrá que seguir la pista a partir de ahora (y como dato anecdótico, hijo de David Bowie), apuesta por un relato íntimo, minimalista y de pura ciencia ficción, o como dicen ahora, hard sci-fi, for the glory of my mother. En otras palabras, ese tipo de ciencia ficción cuya espectacularidad se sostiene sobre conceptos, no sobre efectos especiales y trucos de magia. Rebosante de ideas y de talento narrativo y visual, con una pizca de provocación y otro poco de homenaje, sin duda MOON es un festín para los amantes del género un poco hasta los belfos de fuegos artificiales y estruendo sideral.


La suma de ingredientes de MOON es de lo más excitante. Jones tiene las agallas de tomar como referente principal, estético y visual, incluso en tempo y cadencia, la obra maestra definitiva del género, 2001, ese milagro que hoy, cuarenta y pico años después de su estreno, aún sigue adelantado a su época. No es una copia (eso sería suicida), es un sólido referente. Picotea de otros maestros, sobre todo al genial polaco Stanislaw Lem y algunas ideas sabiamente plasmadas en su imprescindible DIARIO DE LAS ESTRELLAS, aquellas que retratan la soledad del astronauta y sus desvaríos, perfiladas con una pizca del SOLARIS del mismo autor, y lo sazona con unas gotitas del Philip K. Dick más paranoico y detalles que son puro Isaac Asimov. No está nada mal. Pero Duncan Jones es un hombre de su tiempo y redondea el sabroso guiso con un tono general bastante indie que en esta ocasión es del todo estimulante, algo inaudito en una película de ciencia ficción, apoyado sin duda por la constante presencia de su absoluto protagonista, un Sam Rockwell en estado de gracia.



Punto y a parte merece la interpretación de Sam Rockwell desde luego. Suya es la responsabilidad de hacer, en última instancia, que una peli tan espartana y minimalista se sostenga sin flaquear, un one-man-show perfectamente orquestado que al fin otorga a este extraordinario actor el protagonista que se merece. Habitual secundario en multitud de productos gafapasteros, un roba-planos como la copa de un pino en cualquiera de sus registros (aunque bastante proclive al esperpento), en MOON tiene la surrealista y nada sencilla tarea de competir en muchos planos... consigo mismo, el terror de cualquier actor mediocre, y además otorga a la película un plus de fragilidad que consigue evitar la grandilocuencia, ese estigma que persigue a este tipo de películas como una funesta sombra. Pese a la insistencia de productores para elegir a una estrella de renombre para tan estelar papel, y la insistencia de Kevin Spacey por llevarse el gato al agua, la elección de Jones es perfecta. Al final el bueno de Spacey tuvo que conformarse con ser la voz de Gerty, el compasivo ordenador de la base lunar, y único partenaire del atribulado Sam en su periplo existencial. Gerty es otro de los aciertos de la película, que prescinde de lo previsible (la "máquina malvada") para construir uno de los ejemplos más fascinantes de lo que podría dar de sí un imposible "ordenador bondadoso", cuya directriz principal en su programación es "estoy aquí para ayudarte", visualizado con un delicioso diseño retro cuyos estados de ánimo se plasman con sencillos emoticonos. 


Como en cualquier peli de género, el diseño de producción es vital para hacer creíble la historia, y también en este apartado MOON acierta. Un rollo muy retro basado en lo pragmático frente a lo fashion, y visualizado con abundancia de maquetas frente a los frios píxeles (genial), un trabajo de efectos que en ningún momento resulta ni agobiante ni un pasote, sino que, como debe ser, ayuda a crear la atmósfera necesaria en este cuento sobre la soledad, la búsqueda de la identidad y la noción de humanidad, temas todos clásicos en la literatura y el cine de ciencia ficción desde siempre. Mención especial también a la banda sonora de Clint Mansell, habitual de Darren Aronofsky, un puto genio que ya tiene en su haber al menos dos obras maestras de la música para el cine: la estremecedora REQUIEM POR UN SUEÑO y la bellísima THE FOUNTAIN


Casi todo en esta fabulosa pelicula encaja en su sitio (recordemos: es una ópera prima), y la labor de Duncan tras la cámara también, nunca con subrayados innecesarios ni pasotes visuales, manteniendo una cadencia casi musical en la mayor parte del metraje de un sólido guión que sabe dosificar la información cuando otros hubiesen esperado a uno de esos giros finales epatantes para mostrarte el pastel, cuyo único punto flaco, quizás, sea que cuando todas las cartas se han puesto sobre la mesa la película llega  a su tramo final con cierta falta de aliento o intensidad. No obstante, la trabajada ligereza del conjunto, que esconde muchas capas de significación, consigue salvar el escollo con notable alto. Un tono más trascendente o alambicado, más plomizo, hubiese sido la muerte de la película, que tiene el acierto de lanzarnos estímulos para la reflexión sin hacer nunca demasiado hincapié en ellos. Una verdadera delicia para cualquier aficionado al cine, y de visionado obligatorio para los amantes de la ciencia-ficción, que seguro que van a encontrar en MOON más de un momento de gozo, y otro de esos casos en los que me he tenido que morder la lengua para no fastidiarle a nadie la función. Duncan, has puesto el listón muy alto, te estaremos vigilando...


- Lo mejor: su arriesgada apuesta por un tipo de ciencia-ficción bastante en desuso, y que la jugada salga redonda

- Lo peor: un tramo final un tanto arrítmico y algo apático

  CABEZAS




LA HERENCIA VALDEMAR / España / 2009  
Dirección, guión y producción: José Luis Alemán
Producción ejecutiva: Íñigo Marco 
Música: Arnau Bataller 
Fotografía: David Azcano 
Montaje: Frank Gutiérrez 
Dirección artística: Luis Valles 
Vestuario: Bina Daigeler
 Interpretación: Daniele Liotti (Lázaro), Óscar JaenadaLaia Marull (Leonor Valdemar), Silvia Abascal (Luisa Lorente), Rodolfo Sancho (Eduardo), Ana Risueño (Dra. Cerviá), Paco Maestre (Aleister), Ana Bullón (Beatriz), Norma Ruiz (Ana), Paul Naschy (Jervás), Eusebio Poncela (Maximilian)


Voy a intentarlo. Voy a tratar de no ser cruel y hacer una crítica constructiva de LA HERENCIA VALDEMAR. Sé muy bien que no es fácil hacer este tipo de cine en España, y menos cuando se aboga abiertamiente por una "vuelta al clasicismo". No hay nada negativo en ser ambicioso para levantar un proyecto de la (supuesta) embergadura de este film, y menos sin contar con ayudas de la administración, aunque otro tema es si eso es una virtud en sí misma, como el tal Alemán nos lo ha hecho saber cansinamente en la campaña promocional. Y por supuesto, desde Sesión Golfa se sigue con voracidad cualquier cosa que, remotamente, huela a Lovecraft, asunto que también ha sido repetido hasta la saciedad por el equipo de la película, aunque ahora dudo si por verdadera devoción al maestro de Providence o porque su firma está libre  de derechos desde hace años. El problema es que las buenas intenciones no levantan por sí solas una buena película, y LA HERENCIA VALDEMAR es una muestra evidente, y hasta cierto punto dolorosa. Vamos por partes.

 Ese bastón es lo más lovecraftiano que vais a ver en esta peli...

Para empezar, esto no es una película, es media película, en el sentido más literal del concepto. Ninguna de las tramas y subtramas que se plantean llegan siquiera remotamente a cerrarse, su validez como obra independiente es nula, y a cualquier espectador no avisado le va a provocar una fuerte frustración, o directamente un cabreo supino. No me extraña. El abrupto corte que precede a los créditos deja al respetable en un estado de incredulidad fruto de una desconcertante estructura interna: la historia, o mejor, las historias, que para más inri tratan de abarcar presente y pasado en paralelo, están planteadas y desarrolladas de una forma tosca y pueril, yuxtaponiendo fragmentos narrativos que funcionan como bloques de hormigon, totalmente impermeables entre sí y muy, muy pesados. No hay sensación de conexión entre el ominoso pasado y el inquetante presente, tan solo una cansina voz de off en la que un personaje cuenta la historia a otro, sin dinamismo y escasa interactividad. Una historia que bebe de cien mil clásicos de la literatura de género (de los que Lovecraft es sólo uno de ellos, ojo) pero que es incapaz de transcurrir con fluidez en su conjunto, a pesar de algunos ocasionales diálogos bien trabajados, más bien poco frecuentes. En resumen, un guión mediocre que necesitaba unas cuentas vueltas más para pulirlo y darle brillo.


Seguimos con las interpretaciones, que basculan entre lo correcto y lo patético, o dicho de otra forma, los buenos intérpretes hacen bien su trabajo, el resto están abandonados a su suerte, da la sensación de que no hay una dirección de actores en curso, incluso el tono entre ellos choca por su variedad de registros. Silvia Abascal y Laia Marull cumplen con sus esforzados papeles, dramáticos y realistas; Paco Maestre se lo pasa pipa interpretando a un Aleister Crowley verbenero que no hay dios que se crea que es inglés, está en otra película; Paul Naschy resulta entrañable sólo por el cariño que nuestros ojos depositan en él; Daniel Liotti cambia de acento en cada escena; Eusebio Poncela, con imposible peinado y personaje, actúa en la misma peli que Maestre; Jimmy Bartanán, absurdo como periodista decimonónico, parece estar en una parodia de Alex de la Iglesia, y los secundarios... bueno, excepto alguna excepción, sólo provocan verguenza ajena. Un lastre muy pesado para una película con vocación coral.


Del apartado técnico, aleluya, sólo cosas positivas. Ambientación, tanto presente como pasada, muy lograda, efectivos decorados, un rico vestuario, y buen juego de luces y tonos cromáticos apropiados para cada parte del relato. Excelentes efectos de maquillaje, bien creados y dosificados a lo largo del metraje, correctos detalles de mattes digitales, que dan algo de profundidad a las escenas que lo requieren y buen uso del sonido. Todo muy profesional, excepto por una banda sonora mal elegida y, ante todo, muy mal editada, que en la primera mitad de la peli me resultó cargante e innecesaria con sus molestos subrayados, demasiado chirriante en los momentos de tensión (la tasación de la mansión) que lo que pedían a gritos era silencio, no estruendo y violines con epilepsia.


Finalmente, una fea conclusión que empapa toda la película. Revisando los créditos, LA HERENCIA VALDEMAR tiene un responsable último, director, guionista y productor, de nombre Jose Luis Alemán. Suya es la paternidad total de la obra, y mi opinión, llegado a este punto, es clara: no está a la altura de sus ambiciosas intenciones, ni es capaz de manejar con solvencia el embolado que tiene entre manos. Quizás movido por un exceso de confianza (o por no dejarse aconsejar), la película da la sensación de tener a un gran equipo detrás pero a un capitán muy verde en sus tareas al que la empresa que acomete le viene muy grande. Todo lo que a él le incumbe está cogido por los pelos, y la labor de dirección pura, de puesta en escena y ritmo, adolece también de un toque amateur que chirría frente a la solvencia del resto de apartados.  Hay secuencias que funcionan (la aparición del no-muerto en la casa), pero el conjunto es desigual, arbitrario y poco cohesionado. Parece un gran juguete puesto en unas manos aún muy inexpertas. Para acometer un proyecto de las características de LA HERENCIA VALDEMAR con el hándicap de ser una ópera prima hay que derrochar mucho talento, o al menos haberse fogueado a base de bien en miles de cortos, y Alemán no disfruta de ninguna de las dos condiciones. No hay un estilo definido más allá de la quimérica "búsqueda  del clasicismo". Prometo aquí y ahora que si su segunda parte (más bien su segunda mitad) funciona como es debido, si de una maldita vez alguien tiene las agallas de zambullirse en los inframundos lovecraftianos, me tragaré mis palabras en público, aunque dado que todo se rodó a la vez, tampoco tengo mucha confianza en ello. Lo que más me jode es que un proyecto tan a priori sugestivo como LA HERENCIA VALDEMAR, al final, será tomado a chufla (es otra manera de disfrutarlo) y que, como mucho, quizás se convierta en una peli de culto psicotrónica por parte de los amantes patrios del género más frikis, porque en el fondo la peli lo acaba siendo. Algo, desde luego, muy alejado de sus pretensiones. Una pena.


Ah, por cierto, y de Lovecraft... más bien poco, por mucho que se nos prometa que el grandote de los tentáculos tendrá su aparición especial en la segunda parte. Sólo rastros, citas y algún concepto aislado, lo de siempre.


- Lo mejor: el trabajo técnico en su conjunto, algunos diálogos puntuales y la interpretación kamikaze de Paco Maestre

- Lo peor: la tosca estructura del guión, la falta de personalidad visual y un 75% de los actores

  CABEZAS





Sepan que he añadido la sección ESLABONES  al fondo a la izquierda, donde bastantes de ustedes se encuentran reflejados/as. Si por algún motivo alguien quiere que el enlace sea eliminado, Sesión Golfa lo seccionará por la base del cráneo con premura. Y con esto, ahora sí, doy por finiquitadas las labores de desescombro del blog. Como siempre, gracias a todos y todas por estar ahí.

  
PANDORUM / EEUU-Alemania / 2009

Si PANDORUM se hubiese estrenado hace 20 años, estaríamos hablando de una entrañable y efectiva película de ciencia-ficción de serie B. Como parece que la serie B ya sólo existe en los reductos directos a DVD, y que lo que se estrena se enmascara con sofisticados oropeles tecnológicos para ganar en impacto y pretensiones, no queda más remedio que incluir la tercera obra del alemán Christian Alvart en la misma liga que HORIZONTE FINAL, SUPERNOVA o SUNSHINE, cintas de las que, en mayor o menor medida, PANDORUM sablea imágenes y conceptos sin misericordia, referencias que a su vez nos llevan directamente al ALIEN primigenio de Ridley Scott, esa obra maestra de la ciencia-ficción y el terror espacial que, más de 30 años después de su estreno, aún despliega sus tentaculares aciertos como el primer día. Con esto bastaría para clausurar la reseña, la verdad, pero debo añadir que PANDORUM empieza realmente bien, con las dosis justas de inquietud y misterio y una sobresaliente atmósfera claustrofóbica, a lo que ayuda la imaginativa puesta en escena de Alvart y el extraordinario diseño de producción y escenografía de la nave (de lo mejor de la película). En su tramo central, cuando la amenaza se hace explícita y los mutantes circenses empiezan con sus cabriolas, la cinta se vuelve de lo más trillado y vulgar y se convierte en un pastiche de baja estofa, usando recursos propios de la verbena postmoderna que tanto nos ha tocado sufrir a los aficionados al género: una ridícula eco-bióloga imitando a Lara Croft, un vagabundo caníbal que nos "explica" la película en un par de secuencias porque los guionistas no han sabido hacerlo de otra manera, y un montón de patadas voladoras y "misiones imposibles" mientras el bueno de Dennis Quaid se limita a apretar botones en la otra punta de la nave. Afortunadamente, en el último acto (que los yanquis siguen a rajatabla sus propios manuales de guión, oiga) la cosa retoma en buen rumbo y nos ofrece un plus de inteligencia y sentido, y un hermoso final que cualquier aficionado a la ciencia-ficción más pura seguro que aplaude con entusiasmo. Así pues, una pelicula irregular y errática, que no acaba de decidirse por un tono definido porque pretende abarcar demasiado (ahora soy de acción discotequera, ahora de terror claustrofóbico, ahora de sci-fi especulativa) pero que en conjunto resulta muy entretenida y perfectamente disfrutable para los que hemos gozado como enanos con los referentes arriba mencionados.

- Lo mejor: la nave, la claustrofobia, los aislados momentos de brillantez conceptual

- Lo peor: su voracidad comercial la hace transitar por la mediocridad en demasiados momentos

 CABEZAS


Efectivamente, tras dos días de intensos experimentos, he conseguido revivir el blog  sin destrozarlo del todo, con un buen lavado de cara para esta nueva década y un par de detalles absurdos que he sido incapaz de corregir. Para celebrarlo, ya podeis votar en la encuesta que teneis a la izquierda, golfos, a ver qué os apetece leer próximamente de los informes que os propongo. También os invito a opinar sobre este nuevo diseño y soltar todos los vituperios que se os pasen por la mente.