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 SANTOS/España-Chile/2008
En su momento, hace un par de años, todo el mundo andaba hablando de SANTOS, la segunda película del chileno Nicolás López. Tras su moderado éxito en algunos festivales, y, sobre todo, por una entusiasta reseña de Alejandro Jodorowsky (probablemente colgado de ayahuasca en esos momentos), la expectación no hizo más que crecer... y luego el olvido total. Ni siquiera sé, a ciencia cierta, si esta película ha llegado a estrenarse por estos lares. Una pena, porque SANTOS es un caso prototipo de que intenciones y resultados muchas veces no van de la mano. Ahí están los ingredientes, sí, pero el potaje resultante es, siendo benévolo, indigesto y escaso. Dirigida a un target muy definido y concreto, que aglutina al universo freak de devoradores de cómics de superhérores y películas gamberras con un punto soez (hablemos de Robert Rodriguez quizás), y usando como gancho los rostros de Willy Toledo, Leonardo Sbaraglia y Elsa Pataki, la película naufraga estrepitosamente en casi todos sus apartados. Por un lado, el guión en sí no logra levantar vuelo en practicamente ningún momento, abusando de la repetición y la patochada preadolescente con demasiada frecuencia (sí, nos queda claro que al antropomosca le gusta la mierda), tratando además de dotar a la historia de una especie de "seriedad subliminal" que ni funciona ni necesita una hipotética macarrada como esta. Por otro, los actores pululan por ahí con un constante estado de desubicación mental. Obviando a la Pataki, de vergüenza ajena, Toledo sólo funciona a pleno rendimiento cuando  se suelta e improvisa, con resultados divertidos (o sea, cuando se sale del personaje), y el pobre Sbaraglia, actor extraordinario, aquí no sabe si está interpretando un Hamlet o un Chavo del Ocho, todo esto debido a una insuficiente (por no decir caótica) dirección de actores. El único que se salva, aleluya, es su protagonista, Javier Gutierrez, que logra asentar su personaje y darle cierta coherencia con detalles sutiles y buena vis cómica. Por último, SANTOS quiere deslumbrar visualmente, pero se queda a medio camino de todo, y el abuso de los efectos digitales, mattes y trabajo de postproducción oscila entre lo aceptable y lo aberrante, con algunos planos de parvulario de resultados horripilantes. No digo yo que con la guardia baja y algunas sustancias tóxicas en el cuerpo uno no pueda distraerse con SANTOS, verla incluso con cierta simpatía, y soltar alguna sonrisa cómplice (las referencias pop, os podeis imaginar, a miles), pero la película fracasa en todo lo demás. Estoy seguro que sobre el papel, SANTOS funcionaba mucho mejor. Una pena.

- Lo mejor: algunos momentos aislados, sobre todo referentes a Willy Toledo, y la firmeza con la que Javier Gutierrez defiende su personaje

- Lo peor: la distancia entre las intenciones y los resultados es abismal

  CABEZAS



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