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CONCURSANTE/España/2007
Hay veces que las películas tienen vida propia. Hace cuatro años nadie hizo ni puñetero caso a CONCURSANTE, ópera prima de Rodrigo Cortés, hoy aclamado en medio mundo por BURIED. Los meses pasaron sin pena ni gloria para una peli que parecía abocada al olvido total, pero los caminos del señor son inexcrutables, amigos. Con la obscena crisis financiera mundial en plena expansión, sus causantes directos disfrutando de pingües dividendos y parte de la masa social ciudadana comenzando a desperezarse y esputar verdades como puños, CONCURSANTE parece haber resucitado por motu propio, transformando su esencia de película minoritaria y escondida (seguramente a pesar de los deseos de su director) en un privilegiado status de culto, citada y recomendada en cientos de foros y redes sociales a la luz de los acontecimientos generados por el 15 M. La relevancia de CONCURSANTE es hoy notable, y si se hubiese estrenado ayer, parecería incluso una película oportunista, tal es su actualidad. Cortés, tipo listo, supo posicionarse con un pie en la lucidez, otro en el cinismo y el cerebro esputando mil imágenes y conceptos por segundo. Porque CONCURSANTE es una película netamente postmoderna, espídica, abasalladora, fragmentada, satírica, videoclipera, martinscorsesiana por momentos, davidfincheriana en otros, enérgica siempre y multimedia en su concepto. La mera anécdota argumental, sobre un tipo que gana tropecientos millones en un concurso, lo que supone el inicio de su destrucción como ser humano, se convierte en toda una tesis analítico-cocainómana sobre el funcionamiento financiero mundial, cómo se mantiene y las causas que hacen que el ciudadano asuma sus grilletes sin articular queja alguna. O sea, el mismo meollo de la economía especulativa, también llamado capitalismo a secas. Tan ilustrativa en sus pretensiones como extenuante en su exposición, sus apenas 90 minutos sobran para lanzar a la palestra el mensaje, como un adoquín envuelto con un periódico que emerge en medio del gas en una carga policial. Pedagógica a le vez que frenética (algunos momentos parecen manufacturados por un Michael Moore hasta el culo de speed), todo el caos que transmite la película, en ocasiones excesivo y algo gratuíto, se sostiene sin embargo por la tremenda y paradójica sencillez de su trasfondo, sencillez en la que lo obvio son verdades como puños, y lo que se deduce de ello... como poco interesante. Uno de esos casos en los que el argumento está a servicio de una tesis (y no al revés), con la feliz anormalidad de que el lenguaje (audiovisual) que se utiliza está muy lejos del academicismo al uso. Si uno es capaz de pasar por alto los habituales desequilibrios de una primera película (querer contarlo todo y querer contarlo ya), y un argumento por momentos algo inverosimil, lo que nos queda es una rara avis dentro del panorama nacional, bastante única en realidad, que ya es de culto pero que se merece mucho más. Recomendada para cualquiera con ojos conectados al cerebro. Bravo.

- Lo mejor: tenerlo tan claro y contarlo así

- Lo peor: esa larga secuencia final... hum...

  CABEZAS


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