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I AM LEGEND / EE.UU. / 2007
Dirección: Francis Lawrence
Guión: Mark Protosevich y Akiva Goldsman; basado en la novela de Richard Matheson
Producción: Akiva Goldsman, James Lassiter, Erwin Stoff, David Heyman
Música: James Newton Howard
Fotografía: Andrew Lesnie
Montaje: Wayne Wahrman
Diseño de producción: Naomi Shohan
Vestuario: Michael Kaplsn
Interpretación: Will Smith (Robert Neville), Alice Braga (Anna), Dash Mihok (Macho Alpha), Salli Richardson (Zoë)



Paisaje después del Apocalipsis

SOY LEYENDA es uno de esos proyectos que llevan dando tumbos por Hollywood desde finales de los 80. Ya hubo dos versiones anteriores, la plomiza LAST MAN ON EARTH, protagonizada por Vincent Price allá por los 60 en un granuloso blanco y negro, un auténtico tostón, y la mediocre aunque muy kitch, setentera y disfrutable EL ÚLTIMO HOMBRE... VIVO (THE OMEGA MAN), a mayor gloria de un Charlton Heston desaforado marcando pectorales. Gente como Ridley Scott, James Cameron o Paul Verhoeven estuvieron a punto de hincarle el diente al asunto, todos con Arnold "Gobernator" Swarzennegger como prota (¿quién mejor para remakear a Charlton Heston?), allá cuando estaba en el cénit de su carrera actoral, que alguna vez lo estuvo, carajo, antes de dedicarse a anabolizar republicanos californianos. Michael Bay, "el pelma con el baile de San Vito" (ARMAGEDDON, LA ROCA, TRANSFORMERS... un horror) también jugó con la idea y propuso por vez primera a Will Smith como prota. Incluso el mamoncete de David Fincher también manoseó la magnífica novela de Richard Matheson con la idea de llevarla a su sucio, oscuro y lluvioso terreno, pero el esfuerzo fue en balde. Años más tarde, desempolvado y actualizado el guión de Mark Protosevich por el omnipresente y todopoderoso Akiva Goldsman, comienza la búsqueda de un mercenario dispuesto a ponerse detrás de las cámaras. El agraciado: Francis Lawrence, otro videoclipero más en nómina cuyo currículum cinematográfico se limitaba a CONSTANTINE, una rumbosa, divertida y fallera adaptación del cómic de culto HELLBLAZER, cuyo siniestro protagonista adoptaba la jeta del cada vez más inexpresivo y acartonado Keanu Reeves. Reelegido el graciosillo Will Smith como el flamante ¿heroe? de la función, un servidor lo único que podía esperar de esta nueva operación de mercadotecnia era un blockbuster navideño de usar y tirar que iba a destrozar y traicionar punto por punto cada uno de los grandes hallazgos de la desoladora obra de Matheson, reconvertida ahora en un catálogo de muecas y acción descontrolada a mayor gloria del actor más taquillero de los últimos años.


Swarzie quiere ser leyenda: no pudo ser...

Ah! Craso error amigos. Una vez cada 150 años, Hollywood da una agradable sorpresa, y ahora me toca tragarme, al menos en parte, mis bien asentados prejuicios, sobre todo cuando me sorprendo a mí mismo alucinando a mitad de película en la sala oscura, barruntando sesudos análisis estructurales del tipo: "joder, esta película es la puta hostia". Vale, quizás no sea para tanto, y desde luego esa sensación no aguanta hasta el final de la función, pero desde ya digo que SOY LEYENDA tiene, al menos, los 60 minutos más fascinantes y emocionantes que ha dado el cine comercial-palomitero-hollywoodiense de los últimos años, que no es poco. ¿La razón?: SOY LEYENDA es un hibrido extraño, una mutación entre especies antagónicas, la unión anti-natura del más puro y duro cine-espectáculo con las pretensiones reflexivas y emocionales del cine independiente, o algo parecido a lo que David Lynch se inventó (como tantas otras cosas) con la apoteosis de DUNE (también adaptación de otro clásico de la ciencia-ficción, por cierto): una maldita superproducción de arte y ensayo. Ahí queda eso.




SOY LEYENDA atrapa por muy diversos motivos, todos sorprendentes. Para empezar, es una película (supuestamente) de acción que apuesta por el silencio, una apuesta francamente suicida. El silencio es peligroso en un producto de esta naturaleza por una simple razón: cuando el estruendo cesa, las neuronas del espectador se liberan y comienzan a maquinar, lo que generalmente supone la muerte de la propia película. Si el espectador consigue salir de la muerte cerebral inducida por el volumen de las explosiones y el montaje epiléptico, se encuentra con el vacío, en la mayor parte de los casos...



Una terrible reflexión sobre el vacío, sobre el silencio, una tesis sobre el estado de ánimo del día después del apocalipsis, todo eso es lo que pretende ser, en sus dos terceras partes, esta última versión de SOY LEYENDA. Impresiona, impresiona de veras ese Nueva York abandonado, en silencio, devorado por la naturaleza salvaje, librada por esta vez del yugo humano. Impresiona la pequeñez de Robert Neville y Sam, su fiel compañera canina, caminando por sus calles desoladas, tratando de mantener la cordura en un camino sin retorno hacia la desesperación y la locura. Impresionan los recursos de un ser humano para tratar de sentirse acompañado en esa megaurbe fantasma, de fabricar compañía, de lograr un improbable contacto con algún superviviente, de suplicar por una voz o un saludo casual en un video-club abandonado. Impresiona la rutina diaria de este hombre solo, la repetición del día a día, las conversaciones con su perra mientras la baña, la desolación de sus comidas y de sus cenas, y la permanente presencia de una amenaza constante en las sombras. Will Smith, el payasete rapero, rubrica su única interpretación 100% dramática hasta el momento, un trabajo de una clase, humanidad y delicadeza que un servidor ni en broma hubiese esperado de este tipo, que soporta sobre sus hombros todos y cada uno de los planos de la película con una entereza, una dignidad y una sensibilidad dignas de quitarse el sombrero. Y sin chistes. Memorable la primera aparición de los mutantes en una secuencia de tensión cortante y horror sugerido. Emocinante hasta la médula (aviso: ahora viene un spoiler como la copa de un pino) la dramática muerte fuera de plano de la perra Sam en los brazos de su amo, que da paso a la última reflexión inteligente de la película, que golpea como un mazazo sobre el espectador: Robert Neville, ahora SÍ estás completamente solo. Lamentablemente, ahí se acaba la película que estábamos viendo, amigos. Apaga y vámonos.


Inexplicablemente, justo en el clímax dramático, en el intento de suicidio de Neville, con el que termina el segundo acto de lo que era una maravilla audiovisual hasta ese momento, todo se va al garete. La potente masa encefálica del guión se agota y el tandem Goldsman/Protosevich abre la caja de los fuegos artificiales y de las pretensiones patrióticas, religiosas y místico-falleras. La película da un giro absurdo hacia el convencionalismo más plano con la aparición de la chavala y el niño, hay alguna secuencia de verguenza ajena (la de SHREK, concretamente), el departamento de f/x toma las riendas con las hordas de mutantes atacando, una fea sensación de deja-vu barato se apodera de la función, el final es tan precipitado como absurdo y el epílogo resulta vomitivo. Un auténtico despropósito que empaña gravemente lo que podría haber sido, y no exagero, una película de sobresaliente.


Te vi a comé to lo negro...

- Lo mejor: cuando el estruendo da paso al silencio... la desolación en la mirada de Will Smith

- Lo peor: el fallido y verbenero tercio final, y su epílogo, indigno, que traiciona a la propia película y al espíritu de la novela


CABEZAS

3 vituperios:

kILL_Yr_Ydols dijo...

Aaaaaaaahhhh!!!!
Yo que estuve en el festival de tunning de Socuéllamos siempre pensé que un spoiler era un sinónimo de alerón!!!!
aaaaayyyyy (atención, que aquí viene un spoiler...) el perro!!!!

Karba dijo...

también tenemos a nuestra disposición blockbuster, boxoffice y por supuesto los clásicos splatter, slasher y artgore, además de innovaciones de nuevo cuño marca de la casa como remaker y duduáshit

¿para cuando VIAJE A DARGELING?

Sandra dijo...

Totalmente de acuerdo con esta crítica, de principio a fin.

Hace ya bastante que la vi, pero recuerdo que el final me dejó con cara de...¿por qué? fue un poco decepcionante.