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Karba |
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THE YAKUZA / EEUU / 1974
Director: Sydney Pollack
Guión: Paul Schrader y Robert Towne, basado en una historia de Leonard Schrader
Productores: Michael Hamilburg y Sydney Pollack
Fotografía: Kozo Okazaki
Montaje: Don Guidice y Thomas Standford
Música: Dave Grusin
Intérpretes: Robert Mitchum, Ken Takakura, Brian Keith, Herb Edelman, Keiko Kishi, Eiji Okada, James Shigeta
Director: Sydney Pollack
Guión: Paul Schrader y Robert Towne, basado en una historia de Leonard Schrader
Productores: Michael Hamilburg y Sydney Pollack
Fotografía: Kozo Okazaki
Montaje: Don Guidice y Thomas Standford
Música: Dave Grusin
Intérpretes: Robert Mitchum, Ken Takakura, Brian Keith, Herb Edelman, Keiko Kishi, Eiji Okada, James Shigeta
El guión de YAKUZA estuvo dando vueltas por los despachos del "nuevo Hollywood" de los 70 durante una buena temporada. Paul Schrader (futuro guionista de TAXI DRIVER, más tarde también director) se había aprovechado de las vivencias de su hermano Leonard, (también guionista), que residía en Japón, para robarle vilmente la idea. Echando mano del prestigioso Robert Towne (autor, entre otras, de CHINATOWN), reescribió el libreto original de su hermano, relegándolo a un mísero 10% del salario y truncando sus posibilidades de prosperar en el negocio. Lo mismo ocurrió con MISHIMA, lo que definitivamente hundió la posible carrera de Leonard en Hollywood. Así era Paul, un tipo ególatra de mente inestable y carácter violento, aficionado a las armas de fuego y con peligrosas tendencias suicidas.
Esto viene al caso porque, ante todo, YAKUZA es una película "de guión", uno de esos casos raros en el mundillo hollywoodiense, cuando todo se circunscribe a películas "de autor" o "de productor". Martin Scorsese, recién salido de su tremenda MALAS CALLES, se interesó rápidamente por esta historia de lealtades y traiciones extremas, pero Schrader lo vetó. El pequeño italoamericano no le caía nada bien, dos personalidades demasiado fuertes chocando en un mismo tren. Él quería a su colega Brian De Palma, pero esta vez fue el estudio quien no tragaba con el radical (por entonces) De Palma. Finalmente se llegó a un acuerdo, y Sydney Pollack tomó las riendas del proyecto, un tipo en la periferia de los nuevos valores pero mucho más integrado en la industria, y bastante más manejable. Pollack asumió el reto con entusiasmo, sabía que el guión que tenía entre manos era extraordinario, tanto que se arriesgó a coproducir, medió entre el paranoico Schrader y el estudio, y finalmente logró hacer su mejor película. Y qué película señores...
Probablemente uno de los thrillers más infravalorados de los 70, mucho menos conocido que otras célebres películas de su director, y sin duda la mejor historia que ha salido de las manos de Schrader (junto con TAXI DRIVER, of course), el guión de YAKUZA tiene el don de la solidez a prueba de bombas, una especie de equilibrio perfecto entre el exotismo oriental y el pragmatismo occidental, entre la tradición y la modernidad, entre esos estallidos de acción física y una arrebatadora melancolía que lo tiñe absolutamente todo. La peli toma como núcleo central el ferreo código de honor y lealtad de los yakuzas, pero no para desmitificarlo o parodiarlo, sino paradójicamente para ofrecerle respeto a través de la mirada de los "occidentales" de la trama. Lo que no se ve en la película es tan importante como lo que se ve: un hecho en el pasado que no se nos revela hasta el final une a los protagonistas en una tela de araña de lealtades y traiciones que hace que comprendamos en los minutos finales ese aura de nostalgia, de decadencia, de suave tragedia que colorea cada fotograma. Por ello es imposible no destacar el trío protagonista, a la postre el verdadero corazón de esta película: Robert Mitchum está simplemente sensacional como ese hombre tranquilo con un turbio pasado dibujado a coces en el rostro y en la mirada. Qué mirada amigos. Keiko Kishi construye sin fisuras a una mujer de sentimientos contenidos que trata de sobrellevar una pesada carga. Bellísimo y emocionante el reencuentro de ambos en el bar, tratando de templar sus sentimientos. Y Ken Takakura (la cara del yakuza por excelencia) rubrica magistralmente a un ser humano atado por las tradiciones de una cultura por la que se siente maniatado, incapaz de vivir en armonía con los seres a los que ama. En las secuencias que Mitchum y Takakura comparten, especialmente en el tercio final de la cinta, saltan chispas, una demostración palpable de lo que se suele llamar "química" entre dos actores en estado de gracia. Por no hablar de la secuencia (casi) final frente a frente, donde no es la palabra sino el gesto (el símbolo) el que prevalece, sellando para siempre y sin aspavientos una de las más hermosas historias de profunda amistad que he visto en mucho tiempo.
Afortunadamente, Pollack está alerta en todo momento y sabe llevar las riendas sin perder fuelle en el apartado visual, elegante y clásico, a veces enérgico, a veces más sombrío. Los momentos más melancólicos son punteados por deliciosos acordes de jazz que emocionan, hasta el punto de que en varios momentos recordé el tono, el ambiente, la atmósfera de BLADE RUNNER y sus paraguas y neones callejeros. Cuando la cosa se pone violenta, se pone muy violenta (amputaciones varias, y al loro con Mitchum repartiendo cera con una recortada, o los planos de su rostro manchado de sangre) la planificación es vibrante, con momentos muy brillantes (ese plano cenital de Takakura avanzando con su katana por una mesa), posteriormente sableados (nunca mejor dicho) y exagerados por Tarantino en sus KILL BILL. Para disfrutar una y otra vez. Un peliculón con todas las letras. Un clásico.
- Lo mejor: la acumulación de momentos memorables en el tercio final
- Lo peor: algún secundario sin sustancia
CABEZAS
Esto viene al caso porque, ante todo, YAKUZA es una película "de guión", uno de esos casos raros en el mundillo hollywoodiense, cuando todo se circunscribe a películas "de autor" o "de productor". Martin Scorsese, recién salido de su tremenda MALAS CALLES, se interesó rápidamente por esta historia de lealtades y traiciones extremas, pero Schrader lo vetó. El pequeño italoamericano no le caía nada bien, dos personalidades demasiado fuertes chocando en un mismo tren. Él quería a su colega Brian De Palma, pero esta vez fue el estudio quien no tragaba con el radical (por entonces) De Palma. Finalmente se llegó a un acuerdo, y Sydney Pollack tomó las riendas del proyecto, un tipo en la periferia de los nuevos valores pero mucho más integrado en la industria, y bastante más manejable. Pollack asumió el reto con entusiasmo, sabía que el guión que tenía entre manos era extraordinario, tanto que se arriesgó a coproducir, medió entre el paranoico Schrader y el estudio, y finalmente logró hacer su mejor película. Y qué película señores...
Probablemente uno de los thrillers más infravalorados de los 70, mucho menos conocido que otras célebres películas de su director, y sin duda la mejor historia que ha salido de las manos de Schrader (junto con TAXI DRIVER, of course), el guión de YAKUZA tiene el don de la solidez a prueba de bombas, una especie de equilibrio perfecto entre el exotismo oriental y el pragmatismo occidental, entre la tradición y la modernidad, entre esos estallidos de acción física y una arrebatadora melancolía que lo tiñe absolutamente todo. La peli toma como núcleo central el ferreo código de honor y lealtad de los yakuzas, pero no para desmitificarlo o parodiarlo, sino paradójicamente para ofrecerle respeto a través de la mirada de los "occidentales" de la trama. Lo que no se ve en la película es tan importante como lo que se ve: un hecho en el pasado que no se nos revela hasta el final une a los protagonistas en una tela de araña de lealtades y traiciones que hace que comprendamos en los minutos finales ese aura de nostalgia, de decadencia, de suave tragedia que colorea cada fotograma. Por ello es imposible no destacar el trío protagonista, a la postre el verdadero corazón de esta película: Robert Mitchum está simplemente sensacional como ese hombre tranquilo con un turbio pasado dibujado a coces en el rostro y en la mirada. Qué mirada amigos. Keiko Kishi construye sin fisuras a una mujer de sentimientos contenidos que trata de sobrellevar una pesada carga. Bellísimo y emocionante el reencuentro de ambos en el bar, tratando de templar sus sentimientos. Y Ken Takakura (la cara del yakuza por excelencia) rubrica magistralmente a un ser humano atado por las tradiciones de una cultura por la que se siente maniatado, incapaz de vivir en armonía con los seres a los que ama. En las secuencias que Mitchum y Takakura comparten, especialmente en el tercio final de la cinta, saltan chispas, una demostración palpable de lo que se suele llamar "química" entre dos actores en estado de gracia. Por no hablar de la secuencia (casi) final frente a frente, donde no es la palabra sino el gesto (el símbolo) el que prevalece, sellando para siempre y sin aspavientos una de las más hermosas historias de profunda amistad que he visto en mucho tiempo.
Afortunadamente, Pollack está alerta en todo momento y sabe llevar las riendas sin perder fuelle en el apartado visual, elegante y clásico, a veces enérgico, a veces más sombrío. Los momentos más melancólicos son punteados por deliciosos acordes de jazz que emocionan, hasta el punto de que en varios momentos recordé el tono, el ambiente, la atmósfera de BLADE RUNNER y sus paraguas y neones callejeros. Cuando la cosa se pone violenta, se pone muy violenta (amputaciones varias, y al loro con Mitchum repartiendo cera con una recortada, o los planos de su rostro manchado de sangre) la planificación es vibrante, con momentos muy brillantes (ese plano cenital de Takakura avanzando con su katana por una mesa), posteriormente sableados (nunca mejor dicho) y exagerados por Tarantino en sus KILL BILL. Para disfrutar una y otra vez. Un peliculón con todas las letras. Un clásico.
- Lo mejor: la acumulación de momentos memorables en el tercio final
- Lo peor: algún secundario sin sustancia
CABEZAS
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4 vituperios:
Tiene muy buena pinta, tendré que ponerla en la lista de pendientes. Es una pena que se me haya pasado la programación de la filmoteca este mes, echaron Mishima el día 8
Peliculón... espero que las dos cabezas que le has birlado a la puntuación sea por los trajes que gastan...
Más que nada por las solapas y los pantalones paqueteros... aunque también hay alguna patilla desbocada que ha contribuído...
La vi el otro día, he de reconocer que tenía muchas expectativas puesta en ella, y por eso me supo a poco... He de reconocer que me gustó, sobre todo al final, cuando desvelan todo el culebrón que habían ido perfilando durante la peli, pero, no sé, me esperaba algo más, un poco más violento.
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