Culpables
Lo más golfo
Golfos
Filmografia
-
►
2012
(56)
- ► septiembre (3)
-
►
2011
(55)
- ► septiembre (4)
-
►
2010
(73)
- ► septiembre (6)
-
►
2009
(93)
- ► septiembre (4)
Parque Temático
- 10 (1)
- 2 (6)
- 3 (7)
- 4 (16)
- 5 (30)
- 6 (84)
- 7 (100)
- 8 (44)
- 9 (11)
- Acción (88)
- Animación (25)
- Asia Extreme (17)
- asuntos internos (40)
- Aventuras (27)
- Ciencia-Ficción (67)
- Comedia (89)
- Cómic (20)
- Cortometrajes (9)
- Dario Argento (7)
- De Culto (26)
- destripando (104)
- Documental (7)
- Drama (135)
- Fantástico (64)
- Fotodrama (9)
- Gilliam (6)
- Gore (50)
- Hammer (4)
- Incunables (3)
- Informe (26)
- Lince Studios (14)
- Los 50 (1)
- LOS 60 (5)
- LOS 70 (13)
- LOS 80 (4)
- LOS 90 (3)
- Lynch (8)
- Musical (7)
- Nocturna 2013 (9)
- Nocturna 2014 (5)
- noticiero (21)
- Remake (11)
- SIGLO XXI (280)
- Sin Cabezas (4)
- Sitges 2010 (6)
- Sitges 2011 (8)
- Sitges 2012 (13)
- Terror (157)
- Thriller (73)
- Trailers (55)
- TV (1)
- Western (3)
- Zombies (5)
- Zombiexpress (198)
Eslabones
-
FELIZ NAVIDAD.Hace 1 año
-
-
-
NIGHTCRAWLER – Visionary (2020)Hace 4 años
-
-
-
maestrosHace 10 años
-
TERRITORIAL PISSINGSHace 10 años
-
Visionarios
11:38 |
Perpetrado por
Karba |
Editar entrada
CLOUD ATLAS / EEUU-Hong Kong-Singapur-Alemania / 2012
Dirección: Tom Tykwer, Andy Wachowski y Lana Wachowski
Guion: Tom Tykwer, Andy Wachowski y Lana Wachowski; basado en la novela de David Mitchell
Producción: Stefan Arndt y Grant Hill
Música: Tom Tykwer, Johnny Klimek y Reinhold Heil
Fotografía: John Toll y Frank Griebe
Montaje: Alexander Berner
Dirección artística: Uli Hanisch y Hugh Bateup
Vestuario: Kym Barrett y Pierre-Yves Gayraud
Interpretación: Tom Hanks (Dr. Henry Goose / Manager del hotel / Issac Sachs / Dermot Hoggins / actor / Zachry), Halle Berry (mujer nativa / Jocasta Ayrs / Luisa Rey / invitada a la fiesta hindú / Ovid / Meronym),Jim Broadbent (Capitán Molyneux / Vyvyan Ayrs / Timothy Cavendish / músico coreano),Hugo Weaving (Haskell Moore / Tadeusz Kesselring / Bill Smoke / enfermera Noakes /Boardman Mephi / viejo Georgie), Jim Sturgess (Adam Ewing / Huésped del hotel / padre de Megan / Highlander / Hae-Joo Chang / cuñado de Adam/Zachry), Doona Bae (Tilda / madre de Megan / mujer mexicana / Sonmi-451 / Sonmi-351 / prostituta),Ben Whishaw (grumete / Robert Frobisher / dependiente / Georgette / miembro de la tribu), Susan Sarandon (madame Horrox / Ursula Mayor / Yusouf Suleiman / abadesa), Hugh Grant (reverendo Giles Horrox / pesado del hotel / Lloyd Hooks / Denholme Cavendih / Seer Rhee / jefe Kona)
Son curiosas las sinergias de opinión que provienen de Hollywood y que llegan como tsunamis, dignas de estudio. Por ejemplo: ahora toca inflar de prestigio crítico y premios por doquier a una película tan apañada y funcional como ARGO, proclamar que esta peli tan entretenida es poco menos que una obra maestra y alabar sin medida su inteligencia en mimetizar los modos del thriller setentero, un ejemplo sólido de buen cine de estudio, pero que asume cero riesgos. Por otra parte, parece que también toca ignorar por completo (cuando no despreciar abiertamente) CLOUD ATLAS, titánico esfuerzo fruto de la marciana alianza entre los Wachowski Bros (ahora él y ella, Andy y Lana) y el germano Tom Tykwer, un ambicioso proyecto de financiación independiente tirando de coproducción internacional al margen de los grandes estudios yanquis, que a punto estuvo de cancelarse en dos ocasiones, y que sólo pudo salir adelante por el apoyo incondicional de Tom Hanks al frente de esta insólita película, que consiguió distribución de la Warner cuando parecía que todo se iba al garete. Resultado práctico: fracaso total de taquilla en los USA, cachondeo crítico por doquier, ninguneo completo en plena temporada de nominaciones y oropeles, y finalmente, desconcierto general de los fans de MATRIX (y hasta de SPEED RACER, que hay de todo en este mundo) ante una película que exige demasiado al espectador habitual de superproducciones de multisala, productos de usar y tirar y blockbusters en general.
CLOUD ATLAS es una historia de historias que suceden en distintos escenarios espacio-temporales. Seis relatos entrecruzados que por su propia naturaleza engloban todos los géneros posibles, y el género que los engloba a todos: la fantasía. CLOUD ATLAS no quiere ser experimental, pero mucho menos complaciente. Su prólogo da buena prueba de ello: el desconcierto amenaza al respetable, un caudal de información visual y sensaciones que arrancan las seis historias por su final a ritmo frenético, para entonces replegarse, desacelerar y presentar cada una de ellas de la forma más clara posible. En esta constante y creciente tensión entre clasicismo y ruptura, entre verdad y artificio, reside el grandioso poder magnético de CLOUD ATLAS. Mientras se desarrollan sus historias, los lazos entre ellas se estrechan y el tiempo subjetivo, el nuestro, pasa como un suspiro, pegado a la pantalla como una lapa. Podemos tener la sensación de estar asistiendo simultáneamente a una especie de teatro de máscaras y narices de goma y a un delicado relato audiovisual que supura honestidad y pasión dentro del artificio. La historia va ganando en densidad, cohesión y tensión a la vez que transcurre con desarmante ligereza durante sus tres horas de hipnótico metraje. La sensación de asistir a una representación, una especie de "teatro de la vida", tal y como lo contaban "los antiguos", es oro puro. Y llegado el tercio final, nos percatamos de que las seis historias son sólo una, que CLOUD ATLAS, por arte de magia, ha enfilado su conclusión fusionando los relatos a través de un montaje cada vez más violento (un curro de diez, empalmando y alternando lineas temporales mediante voces solapadas, bruscos cortes y audaces planos-contraplanos), resonando cada uno dentro de los demás como un todo. Un eco milenario que redunda en la idea de arquetipo que plantea la película, una humanidad que se encuentra en un constante eterno retorno de lucha contra sí misma, una interminable batalla colectiva en la que determinados valores universales inherentes al ser humano siempre hay que volver a pelearlos y alcanzarlos, una y otra vez. Una película que también habla de responsabilidad individual, de igualdad y de pequeñas revoluciones y también, por supuesto, de belleza, otro arquetipo que planea sobre la historia con la forma de la composición musical que la titula. Todo esto mientras los actores hacen hasta seis personajes cada uno, con muchas narices de goma.
Afortunadamente, tanto el magnífico reparto como todos los apartados técnicos acompañan en la aventura. El elenco al completo está a la altura de las circunstancias, cada uno entregándose a su(s) papel(es) con renovadas energías (todos estupendos, mención especial para Tom Hanks y Jim Broadbent), y sacando de su registro habitual a otros cuantos (atención a lo que llega a hacer aquí Hugh Grant), en un trabajo coral tan excéntrico como apasionante una vez que asumes, efectivamente, lo de las narices de goma. Mola ver a toda esta panda de ellas y ellos (también travestidos) perfectamente alineados con el tono del proyecto y disfrutando a manos llenas, como si estuvieran en la obra de teatro escolar más grande y cara de la historia. Entre todos, junto con la indistinguible labor de los tres directores, perfectamente acompasada en sus historias y entre sí, obran el raro artefacto que es esta película, en suma una honesta reivindicación del mismo placer de contar historias en torno al fuego desde los tiempos de las cavernas, como bien se visualiza en su hermoso prólogo y epílogo, un relato que va desde la prehistoria hasta las estrellas.
CLOUD ATLAS es una historia de historias que suceden en distintos escenarios espacio-temporales. Seis relatos entrecruzados que por su propia naturaleza engloban todos los géneros posibles, y el género que los engloba a todos: la fantasía. CLOUD ATLAS no quiere ser experimental, pero mucho menos complaciente. Su prólogo da buena prueba de ello: el desconcierto amenaza al respetable, un caudal de información visual y sensaciones que arrancan las seis historias por su final a ritmo frenético, para entonces replegarse, desacelerar y presentar cada una de ellas de la forma más clara posible. En esta constante y creciente tensión entre clasicismo y ruptura, entre verdad y artificio, reside el grandioso poder magnético de CLOUD ATLAS. Mientras se desarrollan sus historias, los lazos entre ellas se estrechan y el tiempo subjetivo, el nuestro, pasa como un suspiro, pegado a la pantalla como una lapa. Podemos tener la sensación de estar asistiendo simultáneamente a una especie de teatro de máscaras y narices de goma y a un delicado relato audiovisual que supura honestidad y pasión dentro del artificio. La historia va ganando en densidad, cohesión y tensión a la vez que transcurre con desarmante ligereza durante sus tres horas de hipnótico metraje. La sensación de asistir a una representación, una especie de "teatro de la vida", tal y como lo contaban "los antiguos", es oro puro. Y llegado el tercio final, nos percatamos de que las seis historias son sólo una, que CLOUD ATLAS, por arte de magia, ha enfilado su conclusión fusionando los relatos a través de un montaje cada vez más violento (un curro de diez, empalmando y alternando lineas temporales mediante voces solapadas, bruscos cortes y audaces planos-contraplanos), resonando cada uno dentro de los demás como un todo. Un eco milenario que redunda en la idea de arquetipo que plantea la película, una humanidad que se encuentra en un constante eterno retorno de lucha contra sí misma, una interminable batalla colectiva en la que determinados valores universales inherentes al ser humano siempre hay que volver a pelearlos y alcanzarlos, una y otra vez. Una película que también habla de responsabilidad individual, de igualdad y de pequeñas revoluciones y también, por supuesto, de belleza, otro arquetipo que planea sobre la historia con la forma de la composición musical que la titula. Todo esto mientras los actores hacen hasta seis personajes cada uno, con muchas narices de goma.
Afortunadamente, tanto el magnífico reparto como todos los apartados técnicos acompañan en la aventura. El elenco al completo está a la altura de las circunstancias, cada uno entregándose a su(s) papel(es) con renovadas energías (todos estupendos, mención especial para Tom Hanks y Jim Broadbent), y sacando de su registro habitual a otros cuantos (atención a lo que llega a hacer aquí Hugh Grant), en un trabajo coral tan excéntrico como apasionante una vez que asumes, efectivamente, lo de las narices de goma. Mola ver a toda esta panda de ellas y ellos (también travestidos) perfectamente alineados con el tono del proyecto y disfrutando a manos llenas, como si estuvieran en la obra de teatro escolar más grande y cara de la historia. Entre todos, junto con la indistinguible labor de los tres directores, perfectamente acompasada en sus historias y entre sí, obran el raro artefacto que es esta película, en suma una honesta reivindicación del mismo placer de contar historias en torno al fuego desde los tiempos de las cavernas, como bien se visualiza en su hermoso prólogo y epílogo, un relato que va desde la prehistoria hasta las estrellas.
Pero lo importante con CLOUD ATLAS es que esta mañana me he levantado con sus imágenes y sensaciones aún revoloteando en mi cabeza, un bálsamo de belleza mientras un presidente del gobierno hundido daba una rueda de prensa sin prensa tratando de negar la evidencia. Otra patada en los cojones de desoladora realidad, otro escalón más en la podredumbre totalitaria. Pero las suaves notas de piano de la preciosa banda sonora de Tom Tykwer resonaban en espiral y lograron disipar el nubarrón: la belleza gana la batalla amigos, y el tipo de azul se hacía cada vez más pequeño e insignificante frente a mí, perdido en su pequeño universo intrascendente. Es posible que esté un poco blandito amigos, o aún ligera y agradablemente intoxicado, pero todo eso carece de importancia cuando una peli te llega por sorpresa, te agarra, se esconde dentro de tí y te acaricia la patata. Y eso no es algo que suceda todos los días, precisamente. Si una película quizás parcialmente fallida como CLOUD ATLAS puede fascinar tanto es que camina por la delgada linea roja de la genialidad, en el borde mismo de lo que podría ser un despropósito. No me extraña de Andy y Lana hayan roto su cripticismo habitual y ahora se dediquen a hacer el ganso en los photocalls, regalar sonrisas y hacer entrevistas ingeniosas llenas de orgullo por su criatura. Ya pueden estar orgullosos. Aunque CLOUD ATLAS necesitará el veredicto del tiempo (y de un segundo visionado) para calibrarla como una puñetera obra maestra o un bluff sin sustancia, aquí y ahora me ha dado el mayor subidón cinéfago de lo que llevamos de año. Para mi sorpresa, y sin acabar de entenderlo muy bien, resulta que adoro esta película.
- Lo mejor: la demostración palpable de algo que puede ser fallido y genial,pretencioso y honesto, profundo y ligero, todo a la vez
- Lo peor: la acumulación de narices de goma puede distraer un poco al principio, y el tufillo New Age de algunas lineas puede intoxicar a algunos
CABEZAS
El atlas casi al completo: de izquierda a derecha Susan Sarandon, Tom Twkyer, Lana y Andy Wachowski, Tom Hanks, Halle (ñamñam) Berry, Doona Bae y... Hugh Grant a lo suyo |
- Lo mejor: la demostración palpable de algo que puede ser fallido y genial,pretencioso y honesto, profundo y ligero, todo a la vez
- Lo peor: la acumulación de narices de goma puede distraer un poco al principio, y el tufillo New Age de algunas lineas puede intoxicar a algunos
CABEZAS
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 vituperios:
Gracias colega. Supongo que será la reacción ante lo insólito, o lo que no se espera. A veces las cosas más sublimes (no digo exactamente que ésta lo sea... todavía) suscitan ese tipo de reacciones. Risas nerviosas lo llaman, jejeje. Un saludo.
Gran reseña, y gran película.
Publicar un comentario