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THIRST / COREA DEL SUR / 2009
Dirección: Park Chan-wook
Producción: Park Chan-wood y Ahn Soo-hyun
Música: Cho Young-wuk
Fotografía: Chung Chung-hoon
Montaje: Kim Sang-bum y Kim Jae-bum
Diseño de producción: Ryu Seong-hie
Vestuario: Cho Sang-kyung
Dirección: Park Chan-wook
Producción: Park Chan-wood y Ahn Soo-hyun
Música: Cho Young-wuk
Fotografía: Chung Chung-hoon
Montaje: Kim Sang-bum y Kim Jae-bum
Diseño de producción: Ryu Seong-hie
Vestuario: Cho Sang-kyung
Interpretación: Song Kang-ho (Sang-hyun), Kim Ok-vin (Tae-ju), Kim Hae-sook (Mrs. Ra), Shin Ha-kyun (Kang-woo), Park In-hwan (cura), Oh Dal-soo (Young-du), Song Young-chang (Seung-dae), Mercedes Canral (Evelyn)
Recuerdo vivamente mi encontronazo con el cine de Park Chan-Wook. Fue de la mano de OLD BOY y de mi colega Emil, en pantalla grande. La borrachera de sensaciones con la que salí fue tal que necesité unas cuantas birras y minutos de conversación para volver a la realidad. Supuso una revelación brutal: una pulsión sobrenatural que me hizo creer por unos minutos que este director coreano había descubierto el cine, que él se lo había inventado, que sus recursos y mecanismos se proyectaban en una pantalla por vez primera, tal era la descomunal fuerza de sus imágenes. El deslumbramiento (y ese pensamiento tan pasional) poco a poco se fue mesurando, pero la sensación siguió (sigue) ahí. Hablando claro, el cine de Park Chan-Wook es un tipo de cine que me pone cachondo, que excita mis neuronas, ganglios, vísceras y terminaciones nerviosas. Así pues, esta reseña va especialmente dedicada a Emil, hermano en tantas andanzas.Como bien sabreis, THRIST supone la irrupción del coreano en el cine de terror, concretamente en una de sus más célebres y codificadas variantes: los vampiros. Sin embargo, y como era de esperar, la personal visión del género (del mundo) de Park Chan-Wook se lleva por delante como una apisonadora cualquier atisbo de complacencia con la mitología del chupasangres y evita transitar demasiado por los terrenos comunes. No, THIRST no es una película de terror, es la arrebatada y pasional historia de amor entre un sacerdote católico que reniega de su fe (y de su celibato, mayormente) y una muchacha traumada cuya existencia es poco menos que un purgatorio sin esperanza. Un melodrama a tres bandas con un pie en el costumbrismo y otro en la magia, con un hálito poético que, como es menester en el cine de este portento, bascula todo el rato entre la reflexión y el sarcasmo, entre el silencio y el estruendo, entre la agitación y la meditación, entre lo carnal y lo espiritual... con violentos arrebatos sangrientos, por supuesto.
Sin embargo, el bueno de Wook tampoco juega a la desmitificación del no-muerto per se, más bien utiliza lo que todo espectador sabe acerca del chupasangres para llevarlo a su terreno. De cadencia lenta y casi musical, la primera parte de la película (es un film con muchos tramos) se toma su tiempo en plasmar la "infección" y elude mostrar el icono por excelencia del género: los colmillos. No amigos, los vampiros de THIRST no tienen colmillos, pero el acto mismo del mordisco, sustancial en la existencia del vampiro, vuelve a ser algo entre erótico y brutal, con una carga sexual que no se veía en pantalla desde los míticos tiempos de Christopher Lee y la Hammer (aquello sí que eran auténticas penetraciones, yeah). Es la transformación del protagonista, no por casualidad un "hombre de fé", lo que vertebra en realidad toda la película: el despertar de los sentidos es lo que da sentido a la existencia, por encima de todas las cosas, y la parsimonia y dedicación con la que Park Chan-Wook rueda los dos primeros encuentros sexuales de la pareja dan buena cuenta de ello, una verdadera preciosidad.
Como no podía ser menos, la película no se queda aquí. Superados los dos primeros tramos de "transformación" y "pasión", la película da un giro en el que se introducen dos nuevos elementos que van a conducirla, literalmente, hasta el abismo: la completa conversión de la amante por un lado, y el resultante crimen pasional por otro, que libera a la chavala de sus cadenas de un modo brutal, y que además sirve al director para juguetear un poco con el tercer elemento en discordia de la película, el sentimiento de culpa, siguiendo un poco el modelo de CRIMEN Y CASTIGO, aunque las "apariciones" del difunto, en este caso, resultan descacharrantes del todo, dentro de un contexto costumbrista-pop digno de Pedro Almodóvar, cuando Almodóvar sabía desparramar (o rozando a John Waters, si preferís). Finalmente (y quizás no quieras leerlo si no la has visto), todo termina con una de esas largas secuencias minimalistas tan geniales de coreano que se mueven entre la tragedia y la comedia, dos personajes, un coche, un acantilado y un único final posible, hermoso final pero que, y esto es un punto flaco, ya hemos visto unas cuantas veces en el cine de vampiros, en BLADE 2 o 30 DÍAS DE OSCURIDAD, por ejemplo. Así pues, THIRST es una película-río de esas en las que hay que sumergirse sin condiciones y cuyos meandros y torrencial caudal sensorial pueden desorientar a más de uno, pero que, sin duda, confirma que Park Chan-Wook es una de las voces más personales del cine mundial, y que, sin ser una película redonda o magistral (como lo es OLD BOY), es una experiencia única, hermosa y apasionada. Una película de Park Chan-Wook, y por lo tanto, imprescindible.
- Lo mejor: la tremenda sensualidad y pasión que desparrama la película
- Lo peor: tantos cambios de tono y giros en la historia pueden marear al más experto
CABEZAS
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1 vituperios:
Aquí la tengo esperando su momento... (estoy pensando fingir esa ausencia de pleura, no ir a currar y verla ya)...
Gracias bro!
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