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Karba |
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INGLOURIOUS BASTERDS / EEUU / 2009
Dirección y guión: Quentin Tarantino
Producción: Lawrence Bender
Fotografía: Bob Richardson
Montaje: Sally Menke
Diseño de producción: David Wasco
Vestuario: Anna B. Sheppard
Interpretación: Brad Pitt (teniente Aldo Raine), Diane Kruger (Bridget von Hammersmark), Mélanie Laurent (Shosanna Dreyfus), Christoph Waltz (coronel Hans Landa), Michael Fassbender (Archie), Daniel Brühl (Frederick Zoller), Eli Roth (Donny), B.J. Novak (Smithson), Til Schweiger (Hugo Stiglitz), Gedeon Burkhard (Wilhelm Wicki), Julie Dreyfus (Francesca Mondino)
Con la celeridad que me caracteriza, vamos con la última (y polémica) obra de Quentin Tarantino y... eh... ¿por dónde empiezo? Es curioso, porque quizás más que nunca en su carrera, esta película ha polarizado del todo las encendidas opiniones habituales que siempre aparecen cuando este hombre estrena: o la consideras una indiscutible obra maestra, la cima de su obra, o te parece un desastre absoluto, lo peor de su filmografía. No voy a negar que creo que la peli requiere una digestión larga y algo pesada, pero en esta ocasión (y ya sabeis que muchas veces el entusiasmo me puede) voy a intentar ser ecuánime: ni una cosa ni otra. Vamos por partes.
Para empezar, creo que el mayor enemigo de Tarantino empieza a ser él mismo: las expectativas que se crean a su alrededor a menudo son exageradas, y es posible que empiece a ser presa de su propio estilo. De ahí que las exigencias con su cine, lo que se espera de él, estén por las nubes y casi siempre vayan en una dirección muy concreta. Por su parte, parece que al bueno de Quentin esto se la sopla, hace lo que le viene en gana en cada ocasión, sólo así puedo explicar el principal escollo al que se tiene que enfrentar el espectador a la hora de encarar MALDITOS BASTARDOS: la constante frustración de las expectativas creadas, secuencia tras secuencia, puede hacer a más de uno desesperar. Por contrapartida, la sorpresa, por lo inesperado del planteamiento, es continua. No es nuevo que Tarantino estructure una película a base de capítulos, pero nunca lo había hecho de forma tan radical, entendidos como partes practicamente independientes cuya unión con el resto es más bien escasa, por no decir arbitraria. No es nuevo que el tipo se explaye a gusto con sus aclamados diálogos, pero nunca había llegado a estos extremos minimalistas, vertebrando casi cada capítulo con una larguísima secuencia dialogada, secuencia que funciona, sobra decirlo, en función de la calidad del texto e interpretaciones. No es nuevo que Tarantino juegue a su antojo con los géneros cinematográficos, lo que es sorprendente es que los neutralice de una forma tan brutal, dinamitando sus constantes hasta llegar casi al punto de la abstracción, a la creación del "género Tarantino" por encima de todas las cosas. Se mire por donde se mire, puro riesgo.
Así pues: ¿funciona MALDITOS BASTARDOS con esta arriesgada propuesta? A ratos. La película es tan monumental y excesiva en metraje que lograr la cuadratura del círculo hubiese sido tarea imposible. Además, el ego de Quentin es tan enorme que nos cuela aquí y allá secuencias y momentos que cualquiera con dos dedos de frente hubiese desechado del montaje en un primer vistazo, a no ser qué tú seas su autor y pienses en tí mismo en términos de genialidad. Vamos por capítulos. El primero es, sencillamente, sensacional. Bien aprendida la lección de Sergio Leone, Tarantino se monta una minimalista secuencia en una granja al más puro estilo spaghetti-bélico cuyo pivote es una conversación de media hora alrededor de una mesa. Aparece Hans Landa, el "cazador de judíos" (memorable Christoph Waltz) y por el momento se lleva la película de calle. Una filigrana con un magistral uso del tempo y la tensión y un ajustadísimo diálogo, probablemente de lo mejor que ha escrito Tarantino. La cosa promete. Pasamos a los bastardos para descubrir algo sorprendente: en esta cinta, supuestamente bélica, las acciones militares están en off, apenas se vislumbran. Por lo tanto, no vemos a los bastardos en acción. Nada de "película de comandos con una peligrosa misión". Nos la han metido doblada. De nuevo, diálogo. Seguimos con un rollo spaghetti-belico, pero ahora en plan serie B. La presentación de los bastardos, genial. Brad Pitt como Aldo Raine, enorme. Una versión hilarante de un Hitler atacadísimo de los nervios irrumpe en la historia, muy divertido. Cuando finaliza el capítulo, un sólo pensamiento: me ha sabido a poco, quiero más bastardos, verles en acción, que me cuenten su historia, quiero saber por qué Aldo tiene una cicatriz en el cuello y de dónde ha salido el "Oso Judío" y por qué está tan cabreado. Lamentablemente, eso quedará para una secuela o precuela, porque nada más vamos a saber al respecto. Una pena. Pasamos a terrenos urbanos de la Francia ocupada, y la película cambia de registro. La cosa se afrancesa del todo (y el listón de interés baja preocupantemente) y recuperamos dos personajes del capítulo inicial. Por si no había quedado claro, esta película trata sólo y exclusivamente sobre un tema: la venganza, obsesión particular de Tarantino desde los dos KILL BILL y DEATH PROOF. El cine como concepto, como arma (literal) aparece en primer plano, y Tarantino nos hace saber una y otra vez la de pelis que ha visto y lo versado que está en la materia, hasta el punto de colarnos secuencias absurdas como la protagonizada por Mike Meyers, el soldado crítico de cine y un improbable Churchill, totalmente prescindible, falta de ritmo y gracia y muy aburrida, un acto de onanismo injutificable que tendría que haber acabado en la papelera de la sala de montaje a la primera de cambio. Diez minutos perdidos. Retomamos el ambiente militar (que no bélico) para el siguiente capítulo: una excesiva y larguísima secuencia en un bar, un tour de force en la puesta en escena, una vez más minimalista, cuyo mayor problema es, otra vez, la desmesura de Tarantino. Los equívocos del idioma (alemán, inglés, francés) y el buen in-crescendo se ven lastrados por demasiado diálogo inútil entorpeciendo una secuencia que podría haber sido genial. Estallido de violencia final (muy bien rodado) para pasar al último tramo, quizás el más variado y variopinto de la función: la resolución de las dos venganzas. Esta es la parte de la película, digamos, más convencional. Varias tramas paralelas que confluyen en ese estreno al que acude la plana mayor del Reich, Hitler incluído. La presencia de los bastardos, haciéndose pasar por italianos, es tronchante (Brad Pitt está tremendo), y al cacao idiomático unimos el italiano. El atentado, y sus preliminares, son soberbios: momentazo íntimo bajo la voz de David Bowie y el posterior rostro de Shoshanna en la pantalla riendo mientras las llamas devoran la imagen y los nazis son acribillados, una imagen para el recuerdo. Giro de guión que incumbe al tremento Hans Landa (de lo mejor de la función, sin duda) y epílogo cachondo. Fin.
Si alguien esperaba una película bélica "de Tarantino" se habrá quedado con un palmo de narices. No lo es. Apenas hay un par de momentos de acción en dos horas y media. La guerra está escamoteada, siempre en off, porque a Tarantino le interesan otras cosas. MALDITOS BASTARDOS es más bien su venganza personal hacia la Historia usando la única arma que tiene en sus manos: el cine y su modo de entenderlo, quizás algo frívolo o incluso un punto infantil, pero perfectamente válido. Excesiva e irregular, pero con momentos magistrales e interpretaciones sobresalientes, sobre la película pesa el nombre de su autor por encima de todas las cosas. Estoy seguro de que si hubiese estrenado con pseudónimo el punto de vista de mucha gente hacia la película habría cambiado, probablemente para mejor. Porque no nos engañemos: haga lo que haga, la nueva película de Quentin Tarantino siempre está entre lo destacable del año. ¿O no?
- Lo mejor: las partes buenas son magistrales, las interpretaciones también
- Lo peor: la tendencia al onanismo verbal sin control, la poca autocrítica de Tarantino con su propio trabajo y que los bastardos dejan con muchas ganas de más
CABEZAS
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2 vituperios:
· A mi en conjunto la película me gustó bastante.
Es cierto que las expectativas que despertó en su momento no se cumplieron del todo, pero creo que se debió sobre todo a la promoción engañosa. Solo con ver el trailer ya esperas que sea una película violenta, cruda y sangrienta y nada más lejos, los bastardos como bien dices tienen poco protagonismo. Una pena porque eran de lo más interesante (Hugo Stiglitz buenísimo).
Lo mejor para mi: Hans Landa. Se lleva todo el peso de la película con una interpretación espectacular que eclipsa incluso a Aldo (y eso que Brad Pitt está tremendo también, como ya es habitual en él).
Y bueno, estoy de acuerdo en que la escena inicial, a pesar de su media hora de duración, es una maravilla pero los demás diálogos llegan a hacerse pesados. Quizá Tarantino se confunde un poco en su genialidad, lo mismo pero más corto puede ser incluso mejor.
Pues coincidimos prácticamente en todo Nhaya. Es posible que el concepto "Tarantino" haya pesado mucho para que haya un amplio sector que esta peli no le haya gustado nada de nada, pero me da que es el propio Tarantino el que está buscando su camino y su voz, y eso le hace probar cosas nuevas, con las que puede o no acertar y que pueden gustar más o menos.
De todos modos, sigo pensando que tiene muy poco autocontrol en algunos aspectos, no sólo en esta sino en otras de sus pelis. Diálogos eternos que el considera geniales a menudo son bastante farfulleros y pesaditos.
Saludos!
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