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LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI / España / 2013
Dirección: Alex de la Iglesia
Guion: Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría
Producción: Enrique Cerezo
Fotografía: Kiko de la Rica
Dirección artística: Arturo García y Jose Arrizabalaga
Vestuario: Paco Delgado
Interpretación: Hugo Silva (José), Mario Casas (Antonio), Carmen Maura (Graciana), Terele Pávez (Marichu), Carolina Bang (Eva), Gabriel Delgado (Sergio), Jaime Ordóñez (Manuel), Secun de la Rosa (Pacheco), Pepón Nieto (Calvo), Macarena Gómez (Silvia), Javier Botet (Luismi), Carlos Areces (Conchi), Enrique Villén (deficiente mental), Santiago Segura (Miren)


Ya lo he comentado alguna vez por estos lares: me cuesta mucho ser analítico o mínimamente objetivo con Alex de la Iglesia. Su manera de ver el mundo y encararse con la realidad, en definitiva su cine, forma parte muy arraigada de mi pasión por el séptimo arte, de mi formación en general. Recién parida la década de los 90, unos cuantos andábamos leyendo cómics, jugando a rol, bebiendo como si no hubiera un mañana y escuchando a los Iron Maiden y a Pearl Jam en cassetes. El gusanillo del cine ya estaba ahí, pero en la industria española sólo parecían habitar lo que a nuestros tiernos ojos eran dinosaurios con inquietudes muy alejadas de nuestra voracidad audiovisual. Comedietas urbanas sin chispa, Saura con sus obsesiones folclóricas, otro dramón de posguerra... El cine español era aburrido. Eran tiempos de pasarse clandestinamente cintas VHS de EVIL DEAD, de rebuscar en el videoclub los viernes por la tarde. Y entonces irrumpieron un puñado de jóvenes cineastas (vascos en su mayoría) que voceaban por encontrar su público. Juanma Bajo-Ulloa, Julio Medem, Enrique Urbizu y, entre ellos, un tipo malencarado al lado de Almodovar que respondía al nombre de Alex de la Iglesia. Estaba rodando una cosa llamada ACCIÓN MUTANTE, en la que Antonio Resines hacía de Terminator. Sólo con el título y ver alguno de sus fotogramas mis colegas y yo comenzamos a salivar como el perro de Paulov. Para cuando se estrenó EL DÍA DE LA BESTIA ya estábamos rendidos: Alex era de los nuestros, nosotros éramos su público. Y desde entonces hasta hoy, con sus crisis, discusiones y malentendidos, una relación de amor creativo.

Los tiempos de ACCIÓN MUTANTE

Sin contar cortos, telefilms, mediometrajes y otros trabajos, LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI ya es su película número once, respetable trayectoria para un cineasta todavía joven al que le quedan muchas cosas que gritar. Alex ha tocado todos los palos (es uno de esos directores que fusionan la visión de autor con la militancia en el cine de género) mientras su cine se ha hecho, progresivamente, más oscuro, cínico y malencarado. Tras la brutal catarsis creativa y conceptual que supuso BALADA TRISTE DE TROMPETA (una obra maestra a tumba abierta que algún día ocupará el lugar que se merece), un Alex a medio gas estrenó LA CHISPA DE LA VIDA, su film más flojo, tibio y desganado. Supongo que siguiendo la teoría universal de la acción-reacción, LAS BRUJAS... es una auténtica inyección de anabolizantes y ritmo frenético, una comedia de acción-terror (aparentemente) descerebrada que mira de reojo a la desatada energía adolescente de sus primeras películas. De hecho, la estructura narrativa de LAS BRUJAS... remite directamente a EL DÍA DE LA BESTIA, y vista en conjunto sin duda es su hermana de sangre dentro de su filmografía. Doble placer pues comprobar que Alex de la Iglesia, veinte años después, sigue con las mismas obsesiones y pasiones que antaño. Como yo con los Maiden.


Hay que decirlo ya: la primera media hora larga de LAS BRUJAS... es antológica. Como bien recomendaba Hitchcock, una película tiene que arrancar por todo lo alto. El frenético (y demencial) robo a la casa de empeños en plena Puerta del Sol de Madrid y la posterior huida (¡en taxi!) te deja pegado a la butaca como una babosa, entre sorpresas y carcajadas. Alex rueda en plan kamikaze, cámara en mano y con estética feista y granulada (muy en plan Rob Zombie, por cierto). Se nota y mucho el feliz regreso de Jorge Guerricaechevarría a su puesto de coguionista, sobre todo en los chispeantes diálogos disparados a la velocidad de la luz, catarata de réplicas y contrarréplicas casi imposible de pillar del todo en un primer visionado. El gusto de ambos por el esperpento y su amor compartido por lo grotesco se despliega en todo su esplendor, metiendo en una situación lamentable a una serie de personajes variopintos (todos masculinos, de momento) a los que todo les viene muy grande, justo la esencia conceptual de lo que tiene que ser una buena comedia. Vertebran la comedia, por supuesto, con ribetes de acción (Alex sigue siendo uno de los pocos cineastas españoles que saben cómo rodar un tiroteo o una persecución) y la sazonan con exóticas especias que provienen del fantastique más clásico (¡brujería!), e incluso del survival-horror setentero (sep, muy en plan la "cena con el abuelo" de LA MATANZA DE TEXAS).


Lo que hasta la llegada al pueblo maldito (Zugarramurdi, por supuesto) era una comedia de acción para disfrutar y aplaudir hasta con las orejas, poco a poco se transforma en... el gran desmadre pagano. Sin llegar a regalarnos un "dos por uno" de una manera tan radical como ocurrió, por ejemplo, con ABIERTO HASTA EL AMANECER (aquí otra referencia esencial), sí que hay un segundo tramo y climax final que a más de uno le pueda parecer excesivo. Lo cierto es que la peli progresivamente se va acercando al caos (algo bastante alexdelaiglesiano, por otra parte), tanto narrativo como conceptual, y quizás, como digo, hay riesgo de empacho cuando uno encara el tercer acto, pero en el fondo no es más que simple cuestión de gusto. Es posible que queden en nuestras memoria antes las conversaciones en el taxi (cuatro actores dentro de un coche, nada más sencillo) que el desparramo final con la diosa pagana devorando incautos, pero es innegable que LAS BRUJAS... es coherente de principio a fin incluso en su marciano epílogo (¿un homenaje a LA FAMILIA ADDAMS?), que deja una frase final pronunciada por Carmen Maura que es puro veneno.


Por supuesto, el reparto al completo está glorioso. Aunque hay un par de llamativos secundarios que son una pura frikada amiguetil sin más enjundia (Segura y Areces, mano a mano con los rulos puestos), todos los demás están estupendos y estupendas. Las tres generaciones de brujas encarnadas por Terele Pávez, Carmen Maura y Carolina Bang funcionan como un cañón en conjunto. Nada que decir de estas dos veteranas que ya forman parte del universo propio de Alex (impagable esa Carmen Maura pasando el plumero a las lámparas mientras pasea por el techo), pero sí quiero resaltar el esforzado trabajo de Carolina Bang, capaz de sacar brillo y derrochar encanto con su brujita punkarra, más allá de su evidente atractivo físico (la chavala está como un queso). Ellos, por su parte, componen una caterva de tronchantes inadaptados, una panda de hombres manejados, apaleados y atontados, pero finalmente redimidos. Si Hugo Silva cumple en su papel protagonista, Mario Casas se lleva la película de calle, amigos. Cierto es que su personaje tiene, probablemente, las mejores lineas de diálogo (sin dejar de ser un secundario, ojo), pero es que el chaval es capaz de construir un personaje en la antípodas de sus machos alfa mojabragas para adolescentes, dando una lección constante de timing que es pura comedia. Lo llevo diciendo desde que le vi en CARNE DE NEON: Casas está muy lejos de los demás efebos intercambiables con los que comparte generación televisiva. Aquí hay actor para rato.


Gozoso regreso pues de Alex de la Iglesia al terreno que mejor conoce y domina, con lo que en el fondo es su peculiar visión acerca de la eterna "guerra de sexos" (suponiendo que tal cosa exista). Hombres (padres) muy desorientados contra mujeres (madres) que controlan el cotarro (son unas brujas). No han faltado, por cierto, voces que han acusado a LAS BRUJAS... de machista (algo con lo que incluso se bromea en la propia película). Allá ellos y ellas y su naftalina cerebral. LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI, con sus vaivenes y desajustes y arritmias, es la enésima celebración de uno de los cineastas más potentes, personales e intransferibles del planeta Tierra. Ni más ni menos y por muchos años. Alex, sigues siendo de los nuestros.


- Lo mejor: la gozosa energía cuasi adolescente y jovialidad que transmite la película, un entretenimiento embrutecido y envenenado en el que Alex está presente en cada fotograma

- Lo peor: la tendencia a la incontinencia visual de su último tramo, que demuestra que a veces "mucho más" no es sinónimo de "mucho mejor"


  CABEZAS 




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