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WORLD WAR Z / EEUU / 2013
Dirección: Marc Foster
Guion: Matthew Michael Carnahan, Drew Goddard y Damon Lindelof; basado en la novela de Max Brooks, adaptada por Matthew Michael Carnahan y J. Michael Straczynski
Producción: Brad Pitt, Ian Bryce, Dede Gardner y Jeremy Kleiner
Música: Marco Beltrami
Fotografía: Ben Seresin
Montaje: Matt Chesse y Roger Barton
Diseño de producción: Nigel Phelps
Interpretación: Brad PittMireille EnosDaniella KerteszJames Badge DaleMatthew FoxDavid Morse
WORLD WAR Z tiene mucho más valor por lo que significa que por lo que es. Por primera vez (corregidme si me equivoco) el gran blockbuster veraniego de desmesurado presupuesto ha sido una de zombies. Ya llevan años de moda (a lo que ha ayudado, y mucho, THE WALKING DEAD, la serie) pero con esta película los muertos vivientes ya están en la gran liga, en la serie A. Los entrañables comecerebros (ahora "infectados") son un producto de consumo masivo. Es oficial. Sí, quizás la saga RESIDENT EVIL (mucho más modesta) ha sido lo más cercano, pero la diferencia de magnitud y presupuesto es abismal. Recordad aquellos tiempos queridos cinéfagos... No hace mucho el género zombie existía subterráneo dentro de las procelosas aguas del terror más pringoso. Cine de tripas saltarinas de bajo presupuesto que, paradojas de la vida, en ocasiones lograba ser arriesgado, y algunas veces molesto. En sus mejores ejemplos, los muertos vivientes siempre han sido el subgénero del terror con mayor lectura social y política. Una suerte de cine de guerrilla muy ligado al criminal capitalismo consumista, que ponía su foco en los marginados, los desposeídos, los del otro lado del muro. En el fondo, los zombies somos nosotros. Como a cualquier tendencia más o menos minoritaria (digamos underground), el sistema ha terminado por fagocitar sus señas de identidad, asimilarlas y devolverlas convenientemente pulidas, sin excesivas aristas. El género zombie, sí amigos, se ha domesticado y se ha convertido en un espectáculo palomitero. Lejos quedan ya las punzantes y dolorosa reflexiones del maestro George A. Romero en su larga serie de los muertos. Incluso en los últimos tiempos, los resortes de la comedia han copulado con los pútridos para parir eso que ahora llaman zombedy (comedia de zombies, of course), todo un sub-sub-género ya en sí mismo. Hasta hemos visto una comedia romántica zombie adolescente (WARM BODIES).
Así pues, pasando por encima de los pobres reanimados, la fórmula poco mágica de WORLD WAR Z viene a ser la de siempre para garantizar taquilla, la de cualquier blockbuster: estrella (Brad Pitt, carismático a pesar de todo) + director polivalente con cierto prestigio (Marc Foster, bastante torpe con la cámara al hombro) + tema de moda (infectados) + tropecientos millones de dólares (aquí superando los 200) + excusa literaria para embellecer un poco el asunto (la novela de Max Brooks). Y eso es lo que hay, ni más ni menos. Con una trama raquítica (Brad Pitt corre perseguido por los zombies por medio planeta para que luzca el presupuesto, descubre la cura de la infección in extremis, o algo parecido, y salva a su familia y al mundo, por ese orden) y con un guión que es el de un videojuego (hay que salir vivo de New York, Corea del Sur, Jerusalen y Escocia, por ese orden), obra y gracia, entre otros, del peligroso Damon Lindelof. No hay en realidad nada que suponga algo nuevo o sorprendente aquí. Sí, los zombies plusmarquistas parecen un enjambre de insectos y hacen castellets (podrían haber sido alienígenas, demonios o polillas mutantes, da igual) y todo es la ostia de espectacular, porque la única diferencia de WORLD WAR Z reside en una cuestión de escala. Planos aéreos generales impresionantes de caos y destrucción, masas humanas y no humanas en constante movimiento, explosiones y muerte... pero sin sangre. Aséptica como mandan los cánones "para toda la familia", la película de Marc Foster luce limpia y pulida, las vísceras están en off y las pequeñas gotas de sangre de diseño favorecen el bello rostro de Brad Pitt, que sufre lo justo para estar viviendo un apocalipsis.
WORLD WAR Z, además, pasa de puntilla por las connotaciones estratégicas, políticas, militares, sanitarias y sociológicas del apocalipsis global que presenta la cinta. Apenas un par de apuntes ingeniosos: la brutal solución de Corea para detener la infección (en la jeta del siempre estimulante David Morse) y la poco sutil metáfora del gran muro de Israel siendo asediado y conquistado por los muertos. ¿Y qué queda entonces de la brillante y absorbente novela de Max Brooks? La respuesta es NADA. Y no estoy exagerando. Inadaptable como film de ficción o de acción (lo suyo hubiese sido un falso documental), las múltiples voces del libro, su riqueza y perspicacia, desaparecen por completo. En pocas ocasiones una adaptación ha sido una excusa tan flagrante y vacía como aquí.
Así pues, nos queda un taquillazo veraniego la mar de entretenido con algunas imágenes realmente espectaculares, una película de acción mainstream disfrazada de terror y apta para todos los públicos que, curiosamente, tiene sus mejores momentos cuando abraza tímidamente el cine de género sin artificios (el anticlimático tramo final). Por lo demás riesgo cero. Completamente inofensiva. Inane. Del montón.

- Lo mejor: los alucinantes planos de masas y la "fase" final en la base científica

- Lo peor: su clara voluntad conformista, superficial trama y mecánica narrativa, por no hablar de su título, que es igualito que una novela de Max Brooks...

  CABEZAS



1 vituperios:

Raúl Cifuentes dijo...

Muy de acuerdo con tu comentario de la película, para que mentir. Y reconozco que a mi me gustó, pero más allá de lo comercial, facilón, etc... de la película, lo que realmente me pasó es que me supo a poco. Curioso cuanto menos.

Un saludo!!!