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STOKER / EEUU / 2012
Que el surcoreano Park Chan-wook iba a dar el salto a Hollywood era algo que estaba cantado, la única duda era concretar el cuándo y el cómo. Por mi parte, trato de no prejuzgar: ni bueno ni malo a priori, todo depende del resultado. Aunque todavía persisten industrias estatales muy potentes, el cine cada vez es más transnacional, y dentro de poco la nacionalidad de una película será algo imposible de discernir. Como debe ser. Vista STOKER, lo que es un misterio para mí es por qué uno de los cineastas más personales del planeta (y no son tantos, oiga) se decidió para su periplo hollywoodiense precisamente por este guión. Y lo subrayo porque STOKER es una película esquizofrénica: el trabajo de Park Chan-wook es, sencillamente, arrebatador y exquisito, pero de vez en cuando se escuchan voces en el devenir de sus dolorosamente hermosas imágenes, voces de un guión infinitamente mediocre, una serie de diálogos inanes escritos por un tal Wentworth Miller que, siendo benévolos, en otras manos serían pasto de un soporífero telefilm de sobremesa de tercera regional. La historia, que pretende ser hitchcockiana (digo yo), analizada en frío es una amalgama de suspense chusco y miradas al infinito que no llevan a ninguna parte. Pero ahí llega nuestro coreano favorito para agarrar al toro por los cuernos y, desde la primera secuencia, llevarse el pastel a su poético, erótico y oscuro universo. Si STOKER no es un descalabro, y no lo acaba siendo, es gracias, una vez más, a la mirada del cineasta. Park Chan-wook es esa clase de directores que, con cada nueva obra, parecen reinventar el cine: no desde una perspectiva histórica, claro está, sino desde el flujo de sensaciones que es capaz de transmitir, desde la poética de su mirada, que convierte la belleza y el enigma de sus imágenes en significado no verbal, en puro arrebato sensorial, y tirando del tópico, en puro cine. Haced la prueba: las mejores secuencias de STOKER son aquellas en las que no hay una sola linea de diálogo, no las necesitamos, pues el discurso creativo del coreano va por otros derroteros, apoyado por la habitual pavisosa Mia Wasikowska, que rubrica aquí su mejor interpretación hasta la fecha. Repele un poco Nicole Kidman, más que nada por el incomprensible destrozo que se ha hecho en la cara (pelirroja, eras una de mis actrices favoritas, ¿por qué esa máscara de bótox?) y la tercera pata de la historia, Matthew Goode (el garrafal error de casting de WATCHMEN), cumple con su papel. Así pues, sí STOKER es una película notable (que no sobresaliente) lo es sólo y exclusivamente por el trabajo de Park Chan-wook, que vuelve a demostrar que de un mal guión sí puede salir una buena película. Aun siendo su obra menos potente (os recomiendo rescatar la anterior y algo olvidada THIRST), es una película de Park Chan-wook. Y eso ya es mucho. 

- Lo mejor: la demostración palmaria de que el trabajo de un cineasta tras la cámara puede levantar una película que en otras manos habría sido infumable

- Lo peor: el guión

  CABEZAS




2 vituperios:

Carolina (Nienor) dijo...

Una vez más, queda patente que una buena dirección hace milagros.
A mí, Stoker, ni frío ni calor, la verdad. Pasé un buen rato, nada más. De este director, prefiero la mencionada Thirst y Simpatía por MrVenganza. Confiemos en que la próxima sea mejor.
Un saludo.

Karba dijo...

Entiendo que te haya dejado algo frio pero Park Chan-wook es de esos cineastas en los que hasta sus peores películas siempre son dignas de verse. Seguro que la próxima vuelve a levantar el listón.
Un saludo Nienor.