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LAST DAYS HERE/EEUU/2011
En breve seguiré con el particular repaso a Sitges 2012 (aún hay tela que cortar), pero antes debo hacer un receso fantastiquero para entrar en LAST DAYS HERE, el último rockumentary con el que me he topado, ese subgénero documental que se desvía hacia todas las mutaciones del rock más durete, pletórico en los últimos tiempos. Dejando de lado el punk, que tiene un par de obras de cabecera, ANVIL resulta, seguramente, la gran obra maestra del género, apasionante; LEMMY un documento encantador sobre el tipo más auténtico del universo; además hay brillantes estudios transversales como la dupla METAL: A HEADBANGER´S JOURNEY / GLOBAL METAL o GET THRASHED, por no hablar de irregulares análisis del black metal (el incompleto pero interesante UNTIL THE LIGHT TAKE US o el absolutamente amarillista SATAN RIDES THE MEDIA) o el revelador y muy célebre METALLICA: SOME KIND OF MONSTERS. Si tras toda esta caterva de personajes y sonidos furiosos ya nos hemos dado cuenta de que la mítica y tronchante SPINAL TAP se quedaba más bien corta, esperad a ver LAST DAYS HERE. Una película es genial cuando el qué y el cómo entran en simbiosis, en perfecta comunión. Un documentalista (que también es un cineasta, amigos) es genial cuando sabe sacarle lo máximo a una buena historia. Y, por diox, que la historia de LAST DAYS HERE es la bomba. Los que hemos deglutido con ansia viva todo ese proto-metal setentero ya conocíamos a PENTAGRAM (potentorros y carismáticos, pero eternos segundones) y a su líder espiritual, Bobby Liebling, figura central del documental. En especial tras la "resurrección" que Relapse Records hizo en 2001 de sus demos, la fenomenal recopilación FIRST DAZE HERE-THE VINTAGE COLLECTION. Sabíamos de su errática carrera y sus problemas adictivos, apenas nada en comparación con lo que narra este monumento.

El triunfo y la gloria deslumbra, pero rara vez emociona. La plenitud y la felicidad apestan, amigos. Y la historia vital de Liebling es tan extrema, tan exagerada, tan dura y desoladora que parece ficción. Parece escrita por un guionista cenizo tratando de rizar el rizo con cada nueva secuencia. Bigger than life, que dicen los yanquis. Ver cómo Bobby se ha convertido en un zombie adicto al crack que con cincuenta y pico años vive aislado en el sótano de sus padres, coqueteando cada día con la muerte, y que se cree víctima de una infección parasitaria de origen desconocido, no es un espectáculo ni agradable ni divertido ni ligerito para pasar la tarde. Pero ese es sólo el terrible punto de partida. Por extraño que parezca a priori, por mucho que la muerte siempre esté rondando, LAST DAYS HERE es un sincero y desgarrador retrato de vida pura. Tal cual. De amistad incondicional, de oportunidades perdidas, de amores truncados y reencontrados: del amor de los seres más cercanos, del amor por el rock y la energía sobrenatural que lleva implícito, de la búsqueda de un amor plenamente romántico, y de ese impulso vital tan difuso que hace que Bobby logre vivir otro día más. Rodeado de pentagramas satánicos (of course) y visiones apocalípticas, Bobby, junto con Argott y Fenton, dibujan un retrato humano de una autenticidad y una fragilidad estremecedora. Una historia tan apasionante y sincera, con tantos "giros de guión" y sorpresas (aquí lo improbable sucede), incluso con un emocionante climax final musical que hace de LAST DAYS HERE una de las experiencias cinematográficas más intensas de la temporada, una dura película llena de empatía y afecto y, como he leído por ahí, un sabio ensayo sobre la mala suerte, sobre el contubernio cósmico y el sabotaje personal. Una maravilla que, curiosamente, no te deja el cuerpo destrozado, sino que termina con una gratificante (y algo surrealista) imagen que hace que llegues al final del camino con una sonrisa. La vida se abre camino. Imprescindible.

- Lo mejor: el emocionante tratamiento cinematográfico del documental, con su desarrollo, nudo y desenlace, que potencia al máximo la ya de por sí potente historia que se narra

- Lo peor: se echa en falta un análisis más profundo de la escena musical de los setenta, para entender mejor el papel que jugaron Pentagram por entonces


  CABEZAS







Bobby, vivito y coleando, en 2011...

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