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THE DIVIDE / EEUU / 2011

Seguimos con la segunda oleada franchute. Tras la grata sorpresa de THE TALL MAN y la relativa decepción de LIVIDE (en breve en Sesión Golfa), llega la primera incursión yanqui del amigo Xavier Gens, artífice de uno de los puntales que conmocionaron al aficionado hace unos años, la barbárica FRONTIERE´S. Por entonces ya me pareció que Gens era el más norteamericanófilo de la panda (perdón por el palabro, pero también tiene una cosa llamada HITMAN que...), tanto en estilo visual (muy potentorro, of course) como en influencias, que miraban básicamente al survival setentero pasado por un tamiz videoclipero, todo ello con un trasfondo que buscaba, dicho finamente, llamar la atención (y es que los nazis rurales siempre son muy resultones). Tras visionar THE DIVIDE, sigo pensando lo mismo, aunque con un nuevo matiz: Gens busca la polémica y el escándalo a toda costa, y su discurso unidireccional tiene cierto componente amarillista un tanto chusquero. Sería el SÁLVAME DELUXE de la nouvelle horreur vague, para entendernos. ¿Razones? THE DIVIDE presenta un escenario de sobras conocido, un encierro postnuclear en un bunker blindado. Nada que no hayamos visto ya mil veces, rodado con nervio (buen prólogo), tensión y garra, aunque el dibujo de personajes se diluye en lo de siempre: Gens lleva la consabida máxima "el hombre es un lobo para el hombre" a su paroxismo, pero sin verdadera reflexión al respecto, tomando en exclusiva el tren de las bajas pulsiones, la demencia y el horror más puro. O dicho de otro modo: una misantropía que, insisto, no nace de la reflexión sino de las vísceras, y probablemente de las ganas de llamar la atención. Es una visión respetable, por supuesto, y bien coherente en sí misma (que ella tenga que revolcarse literalmente en mierda propia y ajena para salvar el culo es paradigmático), pero todo es muy sesgado e, insisto, nace del evidente deseo de epatar a toda costa. Dicho esto, que me resulta algo mosqueante, la película es una nueva muestra del ojo clínico de esta peña para el impacto inmediato y la oscura belleza de lo infame y lo sórdido. Densa y asfixiante en su primer tramo, el mejor, comandado por un magnético y troglodita Michael Biehn, Gens tira por la vía rápida para que el proceso de degradación de esta comuna humana aislada sea lo más espectacular y repugnante posible, hasta en lo físico. Progresivamente demencial, la película trata de jugar al "más salvaje todavía, amigos" cada quince minutos lo que, en realidad, le acaba restando impacto al invento. Así pues, film para amantes de las emociones fuertes y estómagos curtidos, blanco perfecto para mojigatos y escandalizados de serie, pero muy bien armada y ejecutada en general aunque, al final, resulta de lo más epidérmica en su conjunto y superficial en su tratamiento del horror humano, del que, sospechosamente, Gens acaba haciendo espectáculo. Curiosamente, su hermoso epílogo, brillante por su sencillez de concepto y por puro contraste con lo anterior, cuenta lo mismo que todo el metraje precedente sin necesidad de alaridos, tiroteos, desmembramientos, violaciones ni cucarachas mutantes. Sin ser una maravilla, merece la pena echarle un vistazo. 

- Lo mejor: aunque tiene un discurso muy sensacionalista, en intensidad, furia y atrevimiento está a años luz de sus mojigatas hermanas yanquis, y eso es para aplaudir

- Lo peor: esa sensación de cortometraje estirado que gravita sobre toda la película

  CABEZAS


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