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 CARNE DE NEÓN / España / 2010
Paco Cabezas es un tipo bien curioso, y hasta cierto punto, una rara avis dentro de la cinematografía peninsular. Sus personales zarpas ya se han hecho notar en proyectos tan personales como APARECIDOS (su estimable estreno en el largo) o la demencial y muy divertida SEXYKILLER, aquí como guionista. CARNE DE NEON nace de un previo cortometraje homónimo y, al igual que sus otros proyectos, hinca la cabeza en géneros, digamos, marginales. Si APARECIDOS escarba en el cine de fantasmas con subtexto político-social y SEXYKILLER en el puro desparramo paródico y gore, CARNE DE NEÓN se encara con el thriller de acción trotón y cínico, con dos referentes nítidos y evidentes como estandartes que guían la función: las películas más gamberras de Guy Ritchie y la notable influencia de un primerizo Quentin Tarantino. Sin ser una operación de copia descarada, es evidente que Cabezas tiene la filmografía de ambos entre ceja y ceja: el ritmo sincopado de la narración, la presentación de personajes y cierta frescura general en las formas por el lado Ritchie; la caracterización de personajes, violencia desatada, cierta sordidez y esos diálogos y situaciones (algunos realmente "referenciales") por el lado Tarantino. Pero de nada serviría esta traslación de referentes foráneos a la industria nacional si la cosa chirría o se queda en un mero calco sin alma, y aquí llega la buena noticia: CARNE DE NEÓN funciona a casi todos los niveles. La película se defiende por sí misma con garra y energía, configurando un universo propio que logra, con algunos peros, sacar la cabeza por encima de su propia referencialidad y reivindicarse orgullosa. En vez de "españolizar" sus referentes, logra crear un tiempo y espacio indefinido, mezcla de muchas cosas, en la que sus criaturas se mueven con soltura cínica en ocasiones, y con tragedia sangrienta en otras. Cabezas no se amilana, caminando por la cuerda floja en no pocas ocasiones (bravo por él, molestando a los defensores del "buen gusto") y logra hacer que, en un reparto tan coral como éste, todos y todas estén estupendos, con mención especial para las chicas (Macarena Gómez, tan bien como siempre, Ángela Molina, estratosférica en su inolvidable papel) y que además logra obrar el milagro de que su prota, el imberbe e ídolo de quinceañeras Mario Casas, resulte el contrapunto ideal para tanto hijoputismo reinante en la película. Aunque tiene algunos problemas de tono y leves incoherencias (sobre todo entre su primera mitad y su último acto, que abandona casi por completo el sarcasmo en pos de la tragedia), aunque algunos de sus puntales tiran por la vía rápida y están muy poco currados (el personaje del Chino y el del policía, puro artificio y tópico), el conjunto resulta vibrante, cañero, entretenido y, curiosamente, deja cierto poso de humanidad y un cálido recuerdo más allá de la sobredosis de esputos, disparos, insultos, palizas y tremendismos varios. Muy recomendable. Siete cabezas para Cabezas, amigos.

- Lo mejor: lo bien que funciona en su conjunto, el buen trazo de personajes en general y la excelente labor de sus intérpretes

- Lo peor: los desequilibrios de tono hacia el final y la poca entidad propia de sus villanos


  CABEZAS


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