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 LOS OJOS DE JULIA / España / 2010
Sigo rescatando cosas del 2010, en especial las producciones patrias que se me escaparon. Turno para LOS OJOS DE JULIA, la entrega anual de miedo con absoluto protagonismo de Belén Rueda, producida otra vez por el ubicuo Guillermo del Toro, y segunda peli de Guillem Morales tras su prestigiosa EL HABITANTE INCIERTO, que aún no he visto. Y sí, cierto prestigio sobrevuela sobre estos ojos con nombre de mujer, como si hubiese un cine de género "serio", el que disfruta del respeto del respetable, y el resto fuese carne de frikis sin cerebro. Pues bueno, pues vale, pues me alegro. Me parece muy bien que, año tras año, en las españas triunfe EL ORFANATO y LOS OJOS DE JULIA, de verdad, lo celebro, pero son películas que, en el primer caso, me gusta pero no me apasiona, y en el segundo... mejor entremos en materia. LOS OJOS DE JULIA es una película formalmente impoluta, por momentos brillante, pero nada apasionante, y mucho menos memorable. Puede ser que los ojos de Karba estén ya demasiado fogueados por miles de terrores varios, pero los de Julia tienen muchas trampas, y todas huelen a kilómetros. El amigo Morales picotea de demasiados referentes con la intención de epatar al espectador, de mantenerle en un constante asombro y tensión, pero lo único que consigue es provocar la confusión y, lo que sí que resulta terrorífico, el aburrimiento. Me explico. La cosa comienza con misterio bien medido, oscuridad, juego de dobles y ambiente sobrenatural. Jugamos en terrenos orientales, jugamos a THE EYE o DARK WATER, sentimos esa atmósfera nublada y una amenaza difusa, nada que objetar. Algún momentazo aislado en el mejor tramo de la película, con diferencia, ideas claras y pulso firme (la incursión en los vestuarios de las ciegas). Pero dura poco. Demasiado pronto comenzamos a olernos algo extraño: esas pistas falsas que no llevan a ningún sitio, y lo descubrimos según nos tiran el anzuelo, mal rematadas al final y con prisas (las llaves, la niña...). Guillem que de pronto quiere ser Dario Argento sobre todas las cosas, y no se acerca ni de lejos. Irritantes decisiones visuales en este tramo (¿para qué ocultar el rostro de un asesino cuya identidad es irrelevante en términos narrativos?) y último tercio con un psicópata pesadísimo (¿plastópata?) con una motivación entre absurda y delirante, que pretende un profundo juego psicológico con la  protagonista, rematado por un giro final sencillamente ridículo. Para rematar el desaguisado, último plano con ínfulas de poesía metafísica tan gratuíto como inútil. Y dejo a parte a Belén Rueda. No voy a cargar contra su interpretación, sentida y currada, nada fácil, pero sí contra la decisión de casting: Belén Rueda ya me aburre en este registro, me carga. Un poco más de riesgo, carajo, ¿qué tal Emma Suarez o Leonor Watling como Julia? Y es precisamente eso, riesgo de verdad,  atrevimiento, lo que le falta a esta peli, que siempre se queda en la corrección neogótica más absoluta, queriendo ofrecer de todo en pequeñas dosis, buscando el aplauso y el respeto general, y que al final no sabe a nada. Truñete al canto, amigos.

- Lo mejor: su primer tercio

- Lo peor: su indigestión de referencias, su plastópata en acción, se hace eterna

  CABEZAS


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