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BALADA TRISTE DE TROMPETA / España - Francia / 2010
Dirección y guión: Álex de la Iglesia 
Producción: Gerado Herrero y Mariela Besuievsky
Música: Roque Baños 
Fotografía: Kiko de la Rica
Montaje: Alejandro Lázaro
Diseño de producción: Eduardo Hidalgo
Vestuario: Paco Delgado
Interpretación: Carlos Areces (Javier), Carolina Bang (Natalia), Antonio de la Torre (Sergio), Manuel Tallafé (Ramiro), Fernando Guillén Cuervo (capitán miliciano), Enrique Villén (Andrés), Santiago Segura (padre del payaso tonto), Sancho Gracia (coronel Salcedo), Juan Luis Galiardo (Ring Master), Manuel Tejada (jefe de pista), Gracia Olayo (Sonsoles)


Para mucha gente, entre la que me incluyo, la irrupción de Alex de la Iglesia en el cine, cual ariete descontrolado arremetiendo contra los cimientos de tanto celuloide rancio, acomodado e inane, supuso una revelación cuasi generacional. No os voy a dar la brasa con el tema otra vez porque ya traté de explicarlo en la reseña de LOS CRÍMENES DE OXFORD, película, por cierto, causante de que bastantes de sus incondicionales le dieran la espalda (yo no) y que otros tantos agoreros anunciaron como el comienzo de su caída en picado (tampoco me incluyo). El celuloide rancio, acomodado e inane producido por estos lares sigue existiendo a paladas, sólo hace falta mirar las pelis con las que comparte cartelera y sonrojarse con los trailers patrios que nos endosaron en el cine: más de lo mismo. Con este panorama, la dolorosa e intensa patada en los cojones para el respetable y la industria que supone BALADA TRISTE DE TROMPETA merece, sin otras consideraciones, un atronador aplauso desde ya mismo.

Alex de la Iglesia: visión distorsionada

En negro unas risas infantiles se desparraman por la sala. Unos esforzados payasos tratan de entretener a unos críos mientras las bombas que estallan alrededor hacen temblar la pista y a los asustados rostros de los pequeños, que se alternan entre el pánico y la carcajada. Los milicianos republicanos irrumpen  por la fuerza en el sórdido escenario y llaman a filas a los payasos ante el estupor de los niños: se acabó el espectáculo, el horror ya está aquí. Una de las criaturas, el hijo del Payaso Tonto, se queda sólo en medio de la pista, paralizado por el terror entre el polvo de las bombas. Un leon se acerca y se sienta junto a él, construyendo una imagen casi mitológica Comienzan los créditos, sucesión de fotografías de una guerra, de un tiempo oscuro, de una exaltación del miedo y la miseria mientras un quejido flamenco, una saeta, un requiem, te comienza a desgarrar el alma. Franco se alterna con Fu-Manchu, un obispo y el rostro del demonio, atentados de ETA y los Payasos de la Tele, fusilamientos y Massiel cantando el La-La-La... Los pelos de punta, la piel de gallina. Reconozco a Alex de la Iglesia en todo esto, pero esto a la vez es muy distinto: un viraje hacia el dolor, un sesgo dramático casi inédito hasta ahora. No hace falta mucho más, y apenas ha empezado la película: BALADA TRISTE DE TROMPETA no va a ser un viaje fácil ni complaciente, ni siquiera para sus fieles.


BALADA es una película hecha desde las entrañas, una película tan visceral que obliga al espectador a una respuesta en la misma medida. Una obra febril, excesiva, un esperpento grotesco en la que la risa se te congela como una cicatriz en la cara. El humor de BALADA no es que sea negro, es un vacío doloroso al que arrojarse y en el que la risa, si brota, lo hace como un esputo de sangre y saliva. Ese esperpento, ya presente desde los tiempos de ACCIÓN MUTANTE, abandona casi por completo su aire festivo y muta en algo mucho más profundo y tremendo. En esta película no hay risas fáciles, de hecho, apenas hay risas. Ni siquiera diría que es una película divertida en el sentido más superficial, es la historia de un payaso triste que no sabe hacer reir, de su imposibilidad para amar y de la España fratricida, absurda y confusa en la que le ha tocado vivir. Un cuadruple salto mortal sin red en el que Alex de la Iglesia se arroja como un kamikaze contra su propia película en una especie de lúcida, clarividente enajenación mental. Por ejemplo, los ganchos de Santiago Segura o Carlos Areces en el reparto, ambos con unas trayectorias tan marcadas y reconocibles en la comedia, transmutan en sendos personajes más trágicos que dramáticos, en especial Areces, con una interpretación que provoca mucho más que sorpresa, más bien admiración. Un cambio de registro tan brutal y seco como un sopapo en media cara. Y así, toda la troupe habitual de la casa transita por la pantalla con sus glorias y miserias, en especial Carolina Bang, el juguete roto y partido por la mitad, una mala actriz de imponente presencia a la que el bueno de Alex sabe sacar emoción y verdad, y un Antonio de la Torre en estado de gracia y representando algo más que un personaje, una porción de nuestra violenta historia reciente, incapaz ya de ocultar su rostro deforme y lleno de cicatrices.


BALADA es una película desequilibrada en todos los sentidos, imperfecta en su grandeza, que avanza a hostias sin misericordia, con secuencias inacabadas y tramos que se hunden en el delirio, algo que hubiese sido un completo desastre en otras manos menos diestras, porque Alex, aunque no lo parezca, sabe exactamente hacia donde quiere dirigirla. Algo tan personal e intransferible que por primera vez firma el guión en solitario. Su incontestable poderío visual y su nervio narrativo está aquí desbocado, libre y sin ataduras, regalando algunas de las imágenes y los momentos del año que se quedan grabados en la retina a fuego. Un compendio de toda su filmografía pero con una claridad de ideas que, dentro de este caos, funciona como un reloj, eso sí, con una mirada mucho más amarga (y sabia). Ecos de Fellini, de Kusturica, de Gilliam, del FREAKS de Tod Browning, de Berlanga (por supuesto), de Tarantino, todo ello pasado por la turmix Alex de la Iglesia, porque este tipo sigue siendo un cineasta único, y esta su película más atrevida, difícil, valiente e inaudita, sin duda. Una bofetada de honestidad descarnada, de sinceridad brutal; una "obra de madurez" (odio esta expresión) con todas las letras, pero más kamikaze que ninguna. Una tragicomedia ultraviolenta, durísima, descarnada y alucinada en la que da la sensación de que su director se ha vaciado por completo. Una obra catártica y, por tanto purificadora, pero sin contemplaciones ni concesiones. Si el año pasado tuvimos a Terry Gilliam con su IMAGINARIUM, éste 2010 nos ha regalado una triste BALADA para el recuerdo. La representación postmoderna y en movimiento más lúcida y tremebunda de aquel DUELO A GARROTAZOS de Goya. Maldita sea la gracia.


 - Lo mejor: la honestidad y el atrevimiento de esta película tan bárbara y a contracorriente

- Lo peor: se echa de menos la mano de Jorge Guerricaechevarría en los diálogos

  CABEZAS



5 vituperios:

Unknown dijo...

Simplemente se me hace la boca cataratas solamente de pensar que el Miércoles estaré en el cine viendo esta obra maestra...

Lolo dijo...

ultimamente estoy leyendo malisimas criticas hacia esta peli, tendré que ir a verla para poder decir. Felices fiestas Karba

Pablo Hernández Delgado dijo...

sep, andaba yo leyendo malas críticas también =( pero bueh, veo que te ha gustado y teniendo en cuenta que tenemos gustos similares en un 87% es como para asumir el riesgo.

Unknown dijo...

Histriónica obra mestra capaz de superar por momentos a Acción Mutante en sus momentos más freaks, recuperación total del De la Igleasia más radical y despreocupado con la crítica... toma sablazo.

Pablo dijo...

Acabo de verla y chapeau, bravo alex.