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LA HERENCIA VALDEMAR / España / 2009  
Dirección, guión y producción: José Luis Alemán
Producción ejecutiva: Íñigo Marco 
Música: Arnau Bataller 
Fotografía: David Azcano 
Montaje: Frank Gutiérrez 
Dirección artística: Luis Valles 
Vestuario: Bina Daigeler
 Interpretación: Daniele Liotti (Lázaro), Óscar JaenadaLaia Marull (Leonor Valdemar), Silvia Abascal (Luisa Lorente), Rodolfo Sancho (Eduardo), Ana Risueño (Dra. Cerviá), Paco Maestre (Aleister), Ana Bullón (Beatriz), Norma Ruiz (Ana), Paul Naschy (Jervás), Eusebio Poncela (Maximilian)


Voy a intentarlo. Voy a tratar de no ser cruel y hacer una crítica constructiva de LA HERENCIA VALDEMAR. Sé muy bien que no es fácil hacer este tipo de cine en España, y menos cuando se aboga abiertamiente por una "vuelta al clasicismo". No hay nada negativo en ser ambicioso para levantar un proyecto de la (supuesta) embergadura de este film, y menos sin contar con ayudas de la administración, aunque otro tema es si eso es una virtud en sí misma, como el tal Alemán nos lo ha hecho saber cansinamente en la campaña promocional. Y por supuesto, desde Sesión Golfa se sigue con voracidad cualquier cosa que, remotamente, huela a Lovecraft, asunto que también ha sido repetido hasta la saciedad por el equipo de la película, aunque ahora dudo si por verdadera devoción al maestro de Providence o porque su firma está libre  de derechos desde hace años. El problema es que las buenas intenciones no levantan por sí solas una buena película, y LA HERENCIA VALDEMAR es una muestra evidente, y hasta cierto punto dolorosa. Vamos por partes.

 Ese bastón es lo más lovecraftiano que vais a ver en esta peli...

Para empezar, esto no es una película, es media película, en el sentido más literal del concepto. Ninguna de las tramas y subtramas que se plantean llegan siquiera remotamente a cerrarse, su validez como obra independiente es nula, y a cualquier espectador no avisado le va a provocar una fuerte frustración, o directamente un cabreo supino. No me extraña. El abrupto corte que precede a los créditos deja al respetable en un estado de incredulidad fruto de una desconcertante estructura interna: la historia, o mejor, las historias, que para más inri tratan de abarcar presente y pasado en paralelo, están planteadas y desarrolladas de una forma tosca y pueril, yuxtaponiendo fragmentos narrativos que funcionan como bloques de hormigon, totalmente impermeables entre sí y muy, muy pesados. No hay sensación de conexión entre el ominoso pasado y el inquetante presente, tan solo una cansina voz de off en la que un personaje cuenta la historia a otro, sin dinamismo y escasa interactividad. Una historia que bebe de cien mil clásicos de la literatura de género (de los que Lovecraft es sólo uno de ellos, ojo) pero que es incapaz de transcurrir con fluidez en su conjunto, a pesar de algunos ocasionales diálogos bien trabajados, más bien poco frecuentes. En resumen, un guión mediocre que necesitaba unas cuentas vueltas más para pulirlo y darle brillo.


Seguimos con las interpretaciones, que basculan entre lo correcto y lo patético, o dicho de otra forma, los buenos intérpretes hacen bien su trabajo, el resto están abandonados a su suerte, da la sensación de que no hay una dirección de actores en curso, incluso el tono entre ellos choca por su variedad de registros. Silvia Abascal y Laia Marull cumplen con sus esforzados papeles, dramáticos y realistas; Paco Maestre se lo pasa pipa interpretando a un Aleister Crowley verbenero que no hay dios que se crea que es inglés, está en otra película; Paul Naschy resulta entrañable sólo por el cariño que nuestros ojos depositan en él; Daniel Liotti cambia de acento en cada escena; Eusebio Poncela, con imposible peinado y personaje, actúa en la misma peli que Maestre; Jimmy Bartanán, absurdo como periodista decimonónico, parece estar en una parodia de Alex de la Iglesia, y los secundarios... bueno, excepto alguna excepción, sólo provocan verguenza ajena. Un lastre muy pesado para una película con vocación coral.


Del apartado técnico, aleluya, sólo cosas positivas. Ambientación, tanto presente como pasada, muy lograda, efectivos decorados, un rico vestuario, y buen juego de luces y tonos cromáticos apropiados para cada parte del relato. Excelentes efectos de maquillaje, bien creados y dosificados a lo largo del metraje, correctos detalles de mattes digitales, que dan algo de profundidad a las escenas que lo requieren y buen uso del sonido. Todo muy profesional, excepto por una banda sonora mal elegida y, ante todo, muy mal editada, que en la primera mitad de la peli me resultó cargante e innecesaria con sus molestos subrayados, demasiado chirriante en los momentos de tensión (la tasación de la mansión) que lo que pedían a gritos era silencio, no estruendo y violines con epilepsia.


Finalmente, una fea conclusión que empapa toda la película. Revisando los créditos, LA HERENCIA VALDEMAR tiene un responsable último, director, guionista y productor, de nombre Jose Luis Alemán. Suya es la paternidad total de la obra, y mi opinión, llegado a este punto, es clara: no está a la altura de sus ambiciosas intenciones, ni es capaz de manejar con solvencia el embolado que tiene entre manos. Quizás movido por un exceso de confianza (o por no dejarse aconsejar), la película da la sensación de tener a un gran equipo detrás pero a un capitán muy verde en sus tareas al que la empresa que acomete le viene muy grande. Todo lo que a él le incumbe está cogido por los pelos, y la labor de dirección pura, de puesta en escena y ritmo, adolece también de un toque amateur que chirría frente a la solvencia del resto de apartados.  Hay secuencias que funcionan (la aparición del no-muerto en la casa), pero el conjunto es desigual, arbitrario y poco cohesionado. Parece un gran juguete puesto en unas manos aún muy inexpertas. Para acometer un proyecto de las características de LA HERENCIA VALDEMAR con el hándicap de ser una ópera prima hay que derrochar mucho talento, o al menos haberse fogueado a base de bien en miles de cortos, y Alemán no disfruta de ninguna de las dos condiciones. No hay un estilo definido más allá de la quimérica "búsqueda  del clasicismo". Prometo aquí y ahora que si su segunda parte (más bien su segunda mitad) funciona como es debido, si de una maldita vez alguien tiene las agallas de zambullirse en los inframundos lovecraftianos, me tragaré mis palabras en público, aunque dado que todo se rodó a la vez, tampoco tengo mucha confianza en ello. Lo que más me jode es que un proyecto tan a priori sugestivo como LA HERENCIA VALDEMAR, al final, será tomado a chufla (es otra manera de disfrutarlo) y que, como mucho, quizás se convierta en una peli de culto psicotrónica por parte de los amantes patrios del género más frikis, porque en el fondo la peli lo acaba siendo. Algo, desde luego, muy alejado de sus pretensiones. Una pena.


Ah, por cierto, y de Lovecraft... más bien poco, por mucho que se nos prometa que el grandote de los tentáculos tendrá su aparición especial en la segunda parte. Sólo rastros, citas y algún concepto aislado, lo de siempre.


- Lo mejor: el trabajo técnico en su conjunto, algunos diálogos puntuales y la interpretación kamikaze de Paco Maestre

- Lo peor: la tosca estructura del guión, la falta de personalidad visual y un 75% de los actores

  CABEZAS




2 vituperios:

Lolo dijo...

demasiada benevolencia?
yo esta no pienso verla porque ya se a lo que me enfrento...

Unknown dijo...

Yo la tengo que ver obligado, auqnue sea solamente por el desparecido Naschy... pero eso sí, prisa no tengo ninguna...je je je