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Dirección: Darren Lynn Bousman.
Guión:
Darren Smith y Terrance Zdunich; basado en su obra teatral.
Producción:
Daniel Jason Heffner, Carl Mazzocone, Oren Koules y Mark Burg.
Música:
Darren Smith y Terrance Zdunich.
Fotografía:
Joseph White.
Montaje
: Harvey Rosenstock.
Diseño de producción:
David Hackl.
Vestuario:
Alex Kavanagh.
Interpretación:
Alexa Vega (Shilo Wallace), Anthony Stewart Head (Nathan Wallace/Repo Man), Sarah Brightman (Blind Mag), Paris Hilton (Amber Sweet), Nivek Ogre (Pavi Largo), Terrance Zdunich (ladrón de tumbas), Bill Moseley (Luigi Largo), Paul Sorvino (Rotti Largo), Sarah Power (Marni), Jessica Horn (Jessica), Briana Buckmaster (Sherrie).


Un servidor no es especialmente fanático de los musicales, y mucho menos de aquellos perpetrados en los últimos 10 años durante la supuesta "resurrección" del subgénero. Cosas como CHICAGO me aburren soberanamente, y megataquillazos como MOULIN ROUGE me provocan sarpullido inmediato. Las historias no me interesan, y las canciones me suelen parecer inanes y bobas, en el mejor de los casos. Que yo recuerde ahora, sólo PRISCILLA, REINA DEL DESIERTO, con su sana diversión megapetarda, y SWEENEY TODD, del gran Tim Burton, lograron dejarme pegado a la butaca en los últimos tiempos (y a ratos). Probablemente la grandiosa BLUES BROTHERS fue el último gran musical clásico, seguido quizás por BAILANDO EN LA OSCURIDAD de Lars Von Trier, aunque mis pulsiones con el cine de este elemento nórdico varían de un día a otro.


Curiosamente, el cine de terror (o el fantástico en su acepción más genérica) en raras ocasiones se ha mezclado con el musical. Desde luego el terror puro nunca como tal (y sería un interesante experimento), aunque la vasta iconografía del género ha tonteado varias veces con el asunto. La piedra de toque, evidentemente, la encontramos en la mítica THE ROCKY HORROR PICTURE SHOW, y es precisamente a esta pequeña maravilla de culto hacia donde REPO pretende mirar con nostalgia y reflejarse digitalmente en pleno s. XXI. Presentada con mucho rollo de marketing y medidas de seguridad en el pasado festival de Sitges, precedida por una rumorología subterránea, REPO llamó la atención moderadamente para luego pasar sin pena ni gloria por la taquilla, tanto yanqui como hispana, fagocitada por el absurdo aluvión de estrenos que semana tras semana inundan las salas (y los reproductores caseros). Tras tanta expectación, pasotismo absoluto, una pena para una peli que, aunque no le llegue a la suela de los zapatos en cachondeo, desparpajo, imaginación y poca vergüenza a su referente setentero, sí que resulta totalmente disfrutable, divertida e incluso brillante a ratos.


Proyecto personal de su director, un tipo tan poco personal que en su currículum sólo destacan unas cuantas secuelas de la célebre franquicia de gorno SAW (lo siento, me quedé en la 2ª), REPO: THE GENETIC OPERA es una autoadaptación de un cortometraje previo basado en una obra de teatro. ¿Las claves del asunto? Muy sencillo: construir una auténtica opera-rock con una estética adaptada a los tiempos que corren, y seguir a pies juntillas las convenciones de género añadiendo unos toquecillos gore. Si por algo destaca REPO, desde luego, es por ser un musical puro, tan puro que, al contrario que en la mayoría de casos, en los que las canciones irrumpen en la narración, generalmente de forma bastante tosca, aquí un 99% de la película está cantada y musicada. Toda ella. De principio a fin. Cada diálogo forma parte de un (en ocasiones) denso entramado musical que nunca se detiene, mutando de secuencia en secuencia según las necesidades de cada acto. Todos los actores/personajes expresan sus vivencias y emociones mediante canciones, algo tan arriesgado que por momentos amenaza con saturar al pobre espectador, bastante saturado ya con la multiforme y pastichera estética visual. Es una ópera-rock porque lo que vamos a escuchar, mayormente, es rock en muchas formas y texturas. Desde un inofensivo aunque resultón punk-pop tipo Avril Lavigne (la energética "Seventeen") hasta devaneos pseudo-industriales ("Zydrate Anatomy"), pasando por arrebatos gótico-metálicos con voces operísticas ("At the opera tonight") y cachondas desviaciones techno-cabareteras o alardes electro-dark casi bailongos (la estupenda "Chase de morning", columna vertebral de una de las mejores secuencias de la peli). Todo moderadamente oscurillo, neogótico y sexy, dando forma y fondo a una especie de entorno retro-futurista abigarrado y bacorro que lo mismo bebe de Terry Gilliam que de cualquier video-clip de NINE INCH NAILS o juguetea con iconografía soviética e imágenes de cómic animado. Aunque la textura digital no funciona todo lo bien que debiera por su ocasional (y feo) aspecto sintético, Darren se las arregla con mucho ingenio para hacer que casi todo luzca como tiene que lucir. Aunque no hay grandes coreografías (al modo hollywoodiense), la planificicación y puesta en escena es lo suficientemente efectiva para que uno se vaya tragando número tras número hasta llegar a una curiosa parte final en la que, sorprendentemente, todo ocurre encima de un escenario, literalmente, en una nueva y arriesgada carambola metaliguística que acaba resultando tan extraña como hipnótica.


Para dar de comer aparte son los actores, todos entregados a sus papeles con una pasión digna de mención, a pesar de lo ridículo y bizarro de algunas situaciones. Y todos y todas cantan de verdad, señores. La pequeña Alexa Vega (la chavalita de los SPY KIDS de Robert Rodriguez) sostiene sofre sus frágiles hombros el mayor peso dramático de la peli, rodeada (literalmente) por un elenco perfecto. Anthony Head borda a su padre, ese Repo con doble identidad y traumático pasado, Terrance Zdunich alardea de cuerdas vocales y poderío en cada una de sus set-pieces como ladrón de tumbas, Paris Hilton (sí, ella) se pasea con modelitos sadomaso arriba y abajo con total naturalidad hasta que, al fin, nos muestra su verdadera (y repugnante) cara, pero dejo a Paul Sorvino para el final... increíble. Actor de prestigio y carácter, este orondo sexagenario defiende su crucial papel con una energía (y unas cuerdas vocales) digna de un quinceañero, lanzándose a la piscina de cabeza y dándolo todo, y además matizando su personaje poco a poco hasta llevarlo a terrenos muy cercanos al drama en esa tremenda coda final en la que la historia al fin muestra sus cartas como lo que quiere ser: una tragedia familiar de tintes clásicos. Toma castaña. Por ello, y para sorpresa del respetable, REPO se va olvidando paulatinamente de toda la parafernalia genérica y argumental en un futuro distópico (tráfico de órganos, operaciones de cirugía ilegales, megacorporaciones en la sombra) para centrarse por completo en los tres personajes principales y en su triste historia.


No tengo ni idea si REPO: THE GENETIC OPERA será recordada de alguna manera dentro de unos años o si logrará ese evidente estatus de peli de culto que vorazmente parece perseguir, pero os puedo asegurar que, pese a sus aristas y devaneos, es una obra bastante atípica, fresca, disfrutable y con una banda sonora y canciones muy currada, creativa y muy muy por encima de la media en un musical moderno al uso. Merece la pena echarle un vistazo.

- Lo mejor: las canciones, menos mal
- Lo peor: no desparrama tanto como debiera


CABEZAS




Os dejo con el trailer, para abrir boca...

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