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MARTYRS / Francia-Canadá / 2008
Dirección y guión:
Pascal Laugier.
Producción: Richard Grandpierre.
Música: Alexis Cortés y Wilfried Cortés.
Fotografía: Stéphane Martin y Nathalie Moliavko-Visotzky.
Montaje: Sébastien Prangère.
Diseño de producción: Jean-André Landry.
Interpretación: Morjana Alaoui (Anna), Mylène Jampanoï (Lucie), Catherine Bégin (Mademoiselle), Robert Toupin (el padre), Patricia Tulasne (la madre), Juliette Gosselin (Marie), Xavier Dolan-Tadros (Antoine), Isabelle Chasse, Emilie Miskdjian, Mike Chute.

Joder con los franceses. MARTYRS es la penúltima muestra de lo que algunos han llamado con cierto cachondeo Nouvelle Horreur Vague, esa horda de talentosos nuevos bárbaros que, desde hace unos años, esputan al mundo sus brillantes muestras de salvajismo audiovisual, y que ya nos han dejado un buen puñado de obras, como mínimo, interesantes (y un par de genialidades también). Como ya os he dado la brasa repetidas veces con esta gente, pasemos directamente a MARTYRS. Espero que no hayais desayunado todavía.


"Provocación" es una de tantas palabras que, de puro uso injustificado, ha perdido significado. "Polémica" también. Ambas fueron de la mano en el pasado festival de Sitges antes y durante el estreno de MARTYRS, recordad: que si una ambulancia en la puerta de la sala, que si desmayos y deserciones masivas, que si hay que untar en brea y colgar en la plaza pública a su director... en fin, la historia de siempre fruto de unos responsables de marketing con poca imaginación... o no. Lo cierto es que han tenido que pasar 48 horas para que un servidor pueda escribir unas palabras acerca de esta nueva brutalidad gala escondida en un poster promocional tan insípido. Compadezco a los incautos que acudan al cine creyendo asistir a "una más" de terror, si es que esto se llega a estrenar alguna vez por aquí.


En cierto modo, MARTYRS supone una especie de "punto de no retorno" para esta nueva ola de cine galo, del mismo modo que el memorable BRAINDEAD de Peter Jackson supuso el fin de la comedia gore por puro exceso. Ahora mismo me resulta difícil imaginar que alguien se atreva a llegar más lejos (siempre dentro de unos estándares de calidad, se entiende) en el cine comercial que pretende llegar a un público más o menos amplio. Como bien indica su título, ésta es una película que teoriza y pone en práctica visual el concepto de "martirio". Sin ser nada nuevo, aunque no demasiado trillado, Pascal Laugier refuerza esta especie de teorema sobre el dolor con una intensidad rítmica y visual que deja sin aliento al respetable, y en una carambola narrativa, parece que nos ofrece dos películas por el precio de una, cambiando de tercio pero llevando su premisa a los límites de lo soportable en la última parte del film.


Intensidad extrema, ese podría ser el resumen de toda esta película. Durante su primera hora, uno podría darle al play en cualquier minuto del metraje para encontrarse con una secuencia que por su fuerza y su brutalidad, por su tremendo impacto, podría ser el clímax de cualquier otra peli de terror, así de simple. Esta acumulación inmisericorde de "momentos fuertes" deja sin respiración, apenas hay momentos de tranquilidad y muy pocas imágenes que inviten a relax o a la distensión, y por supuesto nada remotamente parecido a un alejamiento irónico o cómico de lo que se está narrando. Una montaña rusa de violencia y locura, una vez más orquestada por dos mujeres jóvenes (elemento común en la mayoría de las pelis de esta "nueva ola", por cierto) que, cual bola de nieve, va creciendo hasta estallar, o mejor dicho, implosionar en la jeta del espectador con un twist narrativo arriesgadísimo.

NOTA: si vas a ver MARTYRS, quizás no quieras leer lo que viene a continuación...

Como un extraño mazazo, el ritmo endiablado, la tensión acumulada y la violencia salvaje, explosiva, se contiene en un falso remanso de paz para dar paso al último tercio de la película, y con ello esa larguísima secuencia de casi 25 minutos que hizo que algunos espectadores huyesen despavoridos de la sala de proyección. Todo lo que hasta ese momento no ha sido más que sugerido, mostrado a retazos, el mismo origen de esta salvaje historia de venganza, se materializa ante los asombrados ojos del espectador: Laugier nos reta a visionar el largo, promenorizado, detallado proceso de martirio que sufre la amiga de la (supuesta) protagonista, a su vez víctima traumatizada de un proceso de degradación similar en el pasado. El ritmo se ralentiza hasta asfixiar en secuencias en las que la palabra pierde todo valor, y asistimos mudos a la tortura sistemática y planificada de un ser humano, curiosamente sin ninguna connotación sexual, sino desde un punto de vista frío, científico, casi burocrático. La más absoluta anulación del ser a través del dolor físico y la humillación hasta transportarlo a un estado de "transfiguración" en una última fase del proceso sencillamente atroz. Para sustentar este final, Laugier se monta un tinglado argumental que resulta, con mucho, lo más discutible de la película. Llegados a este punto, para más inri, la película regala unos instantes de paz (los únicos) con una carga de ambigüedad y un final-sorpresa que, supongo, ha sido lo que a muchos les ha hecho considerar a esta película algo inmoral, indigno y repugnante, enarbolando una vez más la bandera de la censura.

NOTA: fin del destripe.


No resulta fácil defender una película como esta. Muchos consideran que es una demostración gratuíta y vacía de pura violencia, una especie de porno sangriento sustituyendo sexo por salvajismo, placer por puro sufrimiento, gemidos por alaridos de horror. Eso existe en el género de terror, evidentemente, casi siempre a través de infames producciones de serie Z sin talento ninguno que pretenden simplemente epatar o provocar el vómito, pero amigos, éste no es el caso, ni mucho menos. La caligrafía visual de la película es absolutamente impecable, brillante. La puesta en escena tan impactante como brutal. El ritmo sencillamente magistral, incluso en esa última parte de minisecuencias estructuradas a base de fundidos, cuando hasta la música desaparece para sumergir al respetable en el estado mental que el director requiere. Las interpretaciones, en especial de las dos chicas, intensas hasta el paroxismo. MARTYRS no es una película para todos los paladares cinéfilos, sobra decirlo, pero resulta algo tan al límite y asume tantos riesgos con un exquisito dominio formal que sólo me queda quitarme el sombrero por su arrojo y valentía, a pesar de la (muy discutible) subtrama que sostiene el fondo de la historia. Cuando el bueno de Mel Gibson estrenó LA PASIÓN, una película (bastante más explícita) que tiene mucho en común con esta, nadie se planteó la posibilidad de censurarla, quemar los negativos o colgar a su director. Si hubiese sido francesa, la habrían titulado THE JERUSALEM CRUCIFIXION MASSACRE, o algo así, y su director ya estaría en la picota. Supongo que la excusa religiosa pesa, y sólo eso ya otorga respeto. MARTYRS no la tiene, pero es una película notable. Están locos estos galos.


- Lo mejor: su valentía y su estimable poderío visual, y su capacidad para poner a prueba al espectador secuencia tras secuencia sin tomarle el pelo nunca

- Lo peor: el tingladillo argumental neo-sectario


CABEZAS



3 vituperios:

Unknown dijo...

Vaya pedazo de pepinos de peliculas que comentas, ole ole y ole, gran gusto el tuyo...saludos, enorme blog

Anónimo dijo...

me hizo llegar a buscar mas datos sobre ella y supongo que eso es lo que haces cuando una pelicula te impresiona y t egusta tanto
me sorprendio...
definitvamente no es otra pelicula tipo hostal o saw...

si hay una trama.


(Y)

Anónimo dijo...

Me gustaria saber por que se suicida la abuela del final, por que despues de saber que hay despues de la muerte no quiere vivir mas ni sacarlo a la luz.