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GRAN TORINO / EEUU / 2008
Dirección:
Clint Eastwood.
Guión: Nick Schenk; basado en un argumento de David Johannson y Nick Schenk
Producción: Clint Eastwood, Robert Lorenz y Bill Gerber
Música: Kyle Eastwood y Michael Stevens
Fotografía: Tom Stern
Montaje: Joel Cox y Gary D. Roach
Diseño de producción: James J. Murakami
Vestuario: Deborah Hopper
Interpretación: Clint Eastwood (Walt Kowalski), Christopher Carley (padre Janovich), Bee Vang (Thao), Ahney Her (Sue), Brian Haley (Mitch), Geraldine Hughes (Karen), Dreama Walker (Ashley), Brian Howe (Steve), John Carroll Lynch (Martin), William Hill (Tim Kennedy), Brooke Chia Thao (Vu).

El viejo Clint Eastwood no falla ni a propósito amigos. Alucino cómo este tío es capaz de rodar (casi) una peli por año y salir airoso en cada intento. Excepto BANDERAS DE NUESTROS PADRES, que me parece muy floja e irregular, y quizás EL INTERCAMBIO, que aún no he visto, el resto de sus películas de los últimos 10 años son, una tras otra, una demostración de sabiduría, cinematográfica y de la otra. Y GRAN TORINO no es una excepción.


Acabo de enterarme que Eastwood ha anunciado que GRAN TORINO es su última película como actor, y eso es una mala noticia. Es posible que ésta sea la interpretación y el papel más potente que nos ha regalado en años, que le encaja como un guante, y encima funciona como reflejo crepuscular de algunos de sus más clásicos personajes (pienso en Harry Callahan, pero también en el William Munny de SIN PERDÓN). Si esto es una despedida de la interpretación, me quito el sombrero varias veces. Un adios imposible de mejorar.


Veterano de Corea y mecánico de coches, Walt Kowalski se queda viudo justo al comienzo de esta historia. Sólo con su perra, en el ocaso de su vida y sin otra actividad de beber cerveza en el porche, ahora le toca enfrentarse a la soledad, a su vecindario mutante y a las profundas cicatrices dibujadas a fuego en su alma y en su rostro. Afortunadamente para todos Kowalski no es un anciano entrañable con pantuflas, sino un viejo huraño, malencarado, grosero y racista, un tipo que, literalmente, gruñe, un ser que se siente anacrónico, una vieja postal en blanco y negro de los años 50 gastando los últimos años de su vida en un barrio multirracial. No comprende a sus nietos, tiene una tensa y superficial relación con sus hijos (a los que tampoco entiende) y, en general, parece en guerra con el mundo, enclaustrado un su casa como en un viejo bunker mientras observa como el "enemigo" avanza escandalosamente a su alrededor. El intento de robo de su preciado Gran Torino por parte de su vecino adolescente, asiático, es la mecha, el inicio de la evolución que este hombre experimenta con el mundo, y de la transformación que provoca en otros, por supuesto. ¿Se convierte Kowalski entonces en una hermanita de la caridad? En absoluto. Su férreo individualismo contagia a la gente que le importa (y ya da igual de donde vengan), y descubre que es capaz de apreciar a sus vecinos asiáticos, no en el sentido ideológico-politizado de respetarles como representantes de una etnia o algo parecido, sino el respeto por las personas, una a una como entes individuales, en un fascinante toma y daca en el que entra casi sin darse cuenta en el ocaso de su existencia. A cambio, Kowalski endereza un par de vidas (y la suya propia) pagando un alto precio. Muchos críticos pseudo-progres siempre han disfrutado llamado "reaccionario" a Eastwood, cuando no "fascista". Allá ellos con sus tontunas y sus etiquetas idiotas, GRAN TORINO podría haber sido un típico caso de peli de "redención" con sobredosis de glucosa, pero como ya dije antes Eastwood destila sabiduría por todos los poros, se le desparrama e inunda toda la peli de arriba a abajo.


Emotiva más que emocionante, de ritmo fluído y sencillez que tira de espaldas, esta sabia película es transparente como el cristal a pesar de contar con muchos claroscuros. Teñida por completo con un cínico sentido del humor que nunca se sale de madre (los "concursos" de escupitajos con la vecina anciana o las secuencias con el peluquero son impagables), todo aquí es sutil pero intenso, sin grandes aspavientos, subrayados ni rollos melodramáticos (en muy escasos momentos supera la barrera razonable del "ternurómetro") es muy entretenida y se pasa como un suspiro. Y además tiene un gran final. GRAN TORINO. Gran película. Grande Eastwood.


- Lo mejor: casi todo, pero la clase de "hombría" para Thao con el peluquero, genial
- Lo peor: poca cosa... Bee Vang, el chaval que hace de Thao, bastante sosainas


CABEZAS





2 vituperios:

padawan dijo...

Así sí, Clint!!!! Vaya peliculón. Y vaya papelazo de Clint. Aquí hace el Sin Perdón de Harry Callahan, pero a la vez riéndose de un personaje tan anacrónico. En otras manos hubiera sido un telefilme cualquiera, pero hay que ver la maestría de Clint para coger una historia tan trillada y convertirla en una obra maestra

kILL_Yr_Ydols dijo...

Tan sencilla como grande... y con la capacidad de reconciliarte con parte del mundo. Un genio tratando personas y valores...
y el puto bastardo no tiene otra forma de jodernos que dejando de interpretar... ya decía yo que hacía un día maravilloso...