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CANADÁ / 2006
Dirección: Andrew Currie
Guión: Robert Chiomak, Andrew Currie y Dennis Heaton;
basado en un argumento de Dennis Heaton
Producción: Blake Corbet y Mary Anne Waterhouse
Música: Don Macdonald
Fotografía: Jan Kiesser
Montaje: Roger Mattiusi
Diseño de producción: Rob Gray
Vestuario: Mary E. McLeod
F/X maquillaje: Todd Masters
Interpretación: Carrie-Anne Moss (Helen), Billy Connolly (Fido), Dylan Baker (Bill), Henry Czerny (Sr. Bottoms), K'Sun Ray (Timmy), Tim Blake Nelson (Sr. Theopolis)




Canadá, ¿qué sabemos de Canadá?... Tenemos al maestro del escalpelo psicológico Cronenberg, las paranoias oscuras e intimistas de Atom Egoyan... y poco más... hasta ahora. El desconocido (hasta ahora también) Andrew Currie nos presenta esta cosa llamada FIDO, una nueva vuelta de tuerca al resucitado género de zombies. Aplausos y regocijo en Sesión Golfa. Bien!

Tomando como guía dogmática al zombie clásico-moderno que nos regaló George A. Romero con su magistral trilogía (que dentro de nada ya será tetralogía con DIARY OF THE DEAD), el bueno de Currie se monta una agradable, entretenida y simpática comedia familiar para todos los públicos (no es coña) que persigue (y ratos consigue) retorcer todos los parámetros conceptuales de los living dead llevándolos a un nuevo terreno, el terreno que ya pisó Tim Burton con su magistral (probablemente su mejor film) EDUARDO MANOSTIJERAS. ¿Os suena marciano? Pues la cosa entra como la seda, amigos.




Una nube tóxico-extraterrestre provoca la resurrección masiva de los muertos en todo el mundo, con el único objetivo de devorar carne humana viva. Estalla una guerra. Los pobres zombies son diezmados mientras se crean reductos-colonias cercadas de vivos que se obstinan en seguir viviendo en sus complejos residenciales como si nada. La todopoderosa corporación Zomcom inventa un collarín que consigue reprimir el salvaje impulso de los muertos de comerse todo lo que se mueve a su alrededor. Resultado: mano de obra esclava que, covenientemente uniformada, se integra a la perfección en la comunidad ideal, realizando todo tipo de tareas sencillas, como servicios públicos, servidumbre o, incluso, servicios sexuales (muy suavizado en el guión, eso sí). El collarín se controla con un sencillo mando a distancia: Rojo-Activo, Verde-Inactivo. Como de una mascota, el pequeño Timmy se encariña de su zombie casero, el buenazo de Fido, hasta llegar a establecer con él lazos de amistad, lo que incomoda especialmente al jefe de seguridad de Zomcom, que no ve con buenos ojos las relaciones estrechas entre zombies y vivos...


Fido, atareado en sus labores

Una gran idea, sin duda, que lamentablemente no llega todo lo lejos que podría haber llegado con ese enorme potencial. Ambientada en una especie de posguerra alternativa norteamericana en plena época del baby-boom allá por los 50 y 60, nos encontramos con los familiares barrios residenciales idílicos con sus casitas, vallas blancas y césped impoluto, con los preciosos Dodge descapotables y con las limonadas en las barbacoas. Por los grandes tocadiscos suenan clásicos del rockabilly de toda la vida, y los padres de familia están más interesados en jugar al golf y en aparentar que en otra cosa. Y en medio de este panorama, zombies con sus monos de trabajo repartiendo periódicos y botellas de leche, regando el césped apaciblemente o paseando mascotas, dóciles como perritos y tan torpones como uno pueda imaginar, hasta que el dichoso collarín se desactiva....


Entrañable estampa costumbrista

Andrew Currie consigue en todo momento dotar a la película de elegancia, ritmo y un buen acabado visual, con una especie de look Burton-light que incluso se ve reforzado con la música, que bebe sin rubores del geniecillo Danny Elfman y sus tonadas gótico-festivas. El tono de fábula y el canto a la amistad y a la tolerancia en contra de la soplapollez y la represión imperante (que, curiosamente, alcanza a casi todos los pesonajes masculinos) está muy lograda. Los actores están todos espléndidos, sin excepción, aunque destacan la maciza Carrie Ann-Moss en un papel en las antípodas de la Trinity de la trología MATRIX, aquí reconvertida en una especie de Doris Day morena con picores uterinos, el eterno secundario Tim Blake Nelson haciendo uno de sus habituales freaks (recuerden O BROTHER de los Coen) y, sobre todo, Billy Connolly, un tipo que sabe sacar ternura y humanidad al zombie protagonista Fido, por extraño que pueda parecer, sin aspavientos, sin salirse de madre y sin una sola línea de diálogo. Hay golpes de ingenio muy conseguidos, como la latente tensión sexual entre Helen y Fido, la extraña relación "amorosa" entre el sr. Theopolis y su zombie Tammy o algunas estampas "costumbristas" de la idílica comunidad, y detalles de puro humor negro sorprendentes, pero la película no acaba de desarrollar todo su potencial irónico y delirante, sobre todo en su último tercio, que podría haber dado mucho más de sí. Supongo que el planteamiento original de "película familiar" obligaba a algo así, pero uno tiene la sensación de que sobre todo el film planea una molesta autocensura que juega en contra. Una lástima que convierte a la película en un digno y a ratos ingenioso divertimento, pero que acaba en una extraña tierra de nadie, alejándola irremediablemente de la pequeña joya que podría haber sido.

Poco más que objetar no obstante, sobre todo cuando se descubre que este proyecto está financiado por la televisión pública canadiense (una televisión bastante destroyer, teniendo en cuenta que también subvencionó los primeros trabajos de Cronenberg) y que pequeñas curiosidades como esta ni siquiera se han llegado a estrenar comercialmente en España (sólo en el festival de Sitges del año pasado), así que ya saben dónde buscarla. Aunque es una maldita utopía, TVE ya podía tomar nota del asunto y ponerse a soltar pasta en proyectos arriesgados y minimamente personales (pero también comerciales) como este, y dejarse de tanta gilipollez audiovisual, corrección política y halagos y palmaditas en la espalda "a los de siempre".



- Lo mejor: la idea en sí misma, Billy Connolly niquelando una complicada interpretación, algunos preciosos destellos de genio, como el sensual baile entre Helen y Fido. Y el jocoso epílogo.

- Lo peor: la película pedía a gritos más brío, delirio y desenfreno, llegar un poco más lejos.


CABEZAS

1 vituperios:

kILL_Yr_Ydols dijo...

Suscribo al 300% lo que comentas...
Y más aún que TVE ( ;)= todo castor que guiña un ojo de forma cómplice necesita su espacio entre paréntesis.. su hábitat habitual con esto del cambio climático) debe tomar nota...