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PLANET TERROR / EEUU / 2007

Dirección, Producción y Guión y Fotografía: Robert Rodriguez

Música: Robert Rodriguez, Graeme Revell, Carl Thiel

Montaje: Ethan Maniquis, Robert Rodriguez

Dirección artística: Carl HornerVestuario: Nina Proctor

F/X: KNB Group

Intérpretes: Rose McGowan, Marley Shelton, Freddy Rodriguez, Josh Brolin, Jeff Fahey, Michael Biehn...


Cuchipandi nº1: las chicas son guerreras


Mientras las chicas se preparan para el inevitable baile de graduación, el detective se da la vuelta desde el ventanal, las mira y dice: "Tengo buenas y malas noticias. Las buenas son que los chicos ya están aquí. Las malas son que están muertos"...


Esta genial línea de diálogo no pertenece a Planet Terror, sino a la muy recomendable Night Of The Creeps de Fred Dekker (retitulada por el habitual distribuidor-zombie como El Terror Llama A Su Puerta), y la pongo aquí como ejemplo del tipo de cine al que el bueno de Rodriguez rinde una sentida y emocionada pleitesía en su nueva película. La serie B (y Z) de los 70 y 80, la que muchos fagocitamos en sesiones dobles en la Noche de Lobos de una primitiva Antena 3, cuando el Festival de Cine Fantástico de Sitges aún tenía el apelativo de Fantástico en su nombre, la época dorada de Carpenter, Romero, Fulci, Raimi, del primer Cronenberg, de Tobe Hopper, Darío Argento, de la primera Troma, del guarrete de Frank Hennenlotter... de toda esa gente que con sus casposas y pestilentes películas provocaron en un servidor el enamoramiento definitivo con el séptimo arte. Planet Terror es eso, un emocionante y sincero regreso al primer amor, un recuerdo puro de cuando todos éramos más jóvenes y más inocentes...


Cuidado con El Wray: tiene el diablo dentro...

Lamentablemente, siempre hay alguien que se encarga de joder la magia con sopapos de realidad en forma de dólar. Mis queridos distribuidores han roto en pedazos el concepto único que existía detrás de Grindhouse, el proyecto conjunto entre Robert Rodriguez y Quentin Tarantino, pensado y ejecutado con la sanísima intención de recuperar para las nuevas generaciones esas míticas sesiones dobles de autocine de verano en las que cientos de chavales se hacinaban con kilos de palomitas y cerveza con el fin de gritar, patear, aplaudir y reir al compás de ese celuloide enfermo y destrozado, con el único fin de lograr el disfrute total, el delirio colectivo. Ese 2x1 que se habían planteado, trufado con cuatro falsos trailers de otras tantas películas inexistentes, podría haber sido un éxtasis para muchos como yo, con las neuronas intoxicadas tras tantos años de sobredosis de sangre, tiros, pus y delirio. Pero no. Como en los propios EEUU Grindhouse ha sido un fracaso absoluto (55 millones de presupuesto, poco más de 20 de recaudación), han decidido partir la película en dos, y estrenarlas en Europa por separado con un mes de diferencia. Estúpidos. Así que la magia se pierde en parte y me obligan a comentarlas por separado. Me poneis el caramelo en los labios pero no me dejais volver a besar a mi primer amor. Malditos tontosdelculo...


Poster de GRINDHOUSE: lo que nunca veremos...


Bueno, vale, se acabó la pataleta. Entonces ¿nos ha tangado Robert Rodriguez? ¿se puede ser fiel en cuerpo y alma a la serie B cuando la serie B ya no existe? Seamos realistas: cuando un director es víctima de su propia pose tratando de captar la magia de esa época dorada del cine huele a la legua. Es una simple mentira, un disfraz. Ahora las grandes majors de la producción/distribución yanqui nos venden megataquillazos veraniegos con tropecientos millones de dólares de presupuesto como lo más de lo último, cuando no son más que carísimas series B de antaño pero sin alma, excrementos monumentales barnizados por un lujoso cromado high-tech digital sin corazón ni el más mínimo atisbo de creatividad y, lo que es más importante, sin actitud. Ahí está ese megazurullo Transformers para certificarlo, pero cualquier otra cosa que estrene Michael Bay también vale. Ahí radica la diferencia entre el que trabaja con pasión y el que tiene una chequera por cerebro. Como bien dejó claro Tim Burton en una secuencia de su magistral Ed Wood, apenas hay diferencias entre el propio Ed Wood y Orson Welles. Desde el punto de vista de la autenticidad y la pasión por lo que haces, ambos se mueven a un mismo nivel de genialidad.


Roberto, el auténtico filmmaker-machine

Si algo caracterizaba a las producciones (miles) del género fantaterrorífico de los 70/80 era una alarmante falta de presupuesto, eso está claro, pero también por una todavía más alarmante falta de vergüenza y del más mínimo sentido del ridículo. Todas eran baratas, y además muchas eran torpes, casposillas, cutres, hilarantes, con interpretaciones infames y esos imposibles personajes "bigger than life"... Sin embargo, dentro de ese magma tóxico y torpón se sentía un delicioso aroma de libertad, de asumir riesgos pensando poco en las consecuencias y, sobre todo, de provocación, cuando lo políticamente correcto aún no era moneda de cambio habitual en un 90% del cine de género. El cine volviendo a sus orígenes de espectáculo de feria, de acontecimiento vecinal en la plaza del pueblo en el mejor de los sentidos, de enajenación colectiva, de disfrute veraniego en buena compañía. Todo eso, que no es moco de pavo, es lo que recupera Robert Rodriguez, un tipo que, esta vez sí, ha dado de pleno en su purulenta diana.


Cuchipandi nº2: lesbo-enfermera sadomaso y amigos


Es imposible hablar de Planet Terror en términos de buena/mala calidad, es absurdo. Sólo se puede escrutar la sinceridad con la Rodriguez se ha enfrentado a este excitante proyecto, y aquí amigos, Planet Terror se lleva un merecido sobresaliente sin discusión. Roberto puede ser un tipo irregular, pero es una máquina de hacer películas, como antaño (¿quién coño tiene en su haber 2 trilogías con 39 años recién cumplidos?). En su ya larga filmografía hay de todo. Maravillas como Desperado, Abierto hasta el amanecer, su episodio en la mediocre Four Rooms o Sin City, cosas resultonas como Spy Kids o The faculty y bodrios infumables como Las aventuras de Shark Boy y Lava Girl o Érase una vez en México. Además de dirigir, el tipo escribe, ilumina, monta y compone la música de sus pelis, un auténtico hombre-orquesta, como el propio Carpenter, como antaño... Es que hay que dejarlo claro desde ya: Planet Terror no es una parodia ni un remake, aunque juega a la acumulación y lleva todas las características del género al extremo. Es, simplemente, una declaración de amor sincera y sentida de un tipo que se conoce al dedillo todos los resortes del cine de zombies tóxicos, metralletas, héroes monosilábicos, pus, látex, sangre, gore, desmembramientos y canibalismo, militares grillados, strippers con más cojones que Lawrence de Arabia, moteros, el sheriff del condado y el auténtico y genuino sabor de Texas. Pero no se conforma con eso, no señor. Roberto es tan listo como para, además, redoblar el disfrute colectivo con esos detalles que hacen que su película, desde ya, se codee de igual a igual con las más grandes del género. No se pierdan el ingrediente secreto de la mejor salsa barbacoa, el intento de violación de un militar con la jeta de Tarantino mientras su pene se cae a cachos, las niñeras gemelas psicópatas haciando cabriolas, esa delirante alusión a Bin Laden, la super-moto en el maletero y, sobre todo, esa Cherry con su pierna-metralleta esquivando misiles zombies, desde ahora mismo un auténtico icono que, creanme que de esto sé un poco, va a perdurar en la retina por mucho tiempo.


Cherry: armada hasta las trancas


CABEZAS
Falta un rollo de película, así que Planet Terror no se puntúa.



-Lo mejor: todo

-Lo peor: nada en realidad, pero insisto: es una putada que nos hayan roto Grindhouse por la mitad

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